Capítulo 40

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"Necesito entender que hay personas que son luz en nuestra oscuridad, son brillos de noche y nosotros los hijos de la luna. Necesito entender que ellos no me odian como en mi cabeza pienso"


—¿dirás algo tú o espero a saber que decir? —susurro al verlo sentado.

Su mirada era apagada, mi hermana no estaba aquí con nosotros pero Martha la cuidaba sabiendo obviamente esta conversación que ya me veía teniendo con ella pronto. El nudo en mi garganta desde hace dos días  parecía no tener final, los chicos fueron a sus casas y aunque no pude dormir lo suficiente, en mi cabeza intentaba mantener al margen aquellas emociones que se desbordan sobre mi.

Hoy en la noche saldría del hospital y no podía sentirme más nervioso de ir a la escuela, de tener que sacar alegría de no se donde para no sentir que mentía a todo el mundo; él frente a mi parecía pensar que iba a decirme, ambos reconocimos de este tema ni bien abria la puerta de la habitación casi vacía.

—No comprendo el porqué, quizás jamás lo haga, pero ¿quieres saber algo hijo?. Saber que quieres ocultarlo me duele más que verlo con mis propios ojos. —comenta mirando mis manos unidas a las de él.

—Quizás siento culpa de todo, o tal vez son mis nervios a ser una u otra versión de mi. Si yo supiera expresarme mejor para que comprendas lo haría —respondí sabiendo que eran más dudas que respuestas.

Yo me sentía así, un torbellino de emociones inconscientes, un mar de problemas y traumas. Era como perderse y a la mínima luz saltaba para atraparla hasta que todo volvía en azules y negros, blancos y rojos, amarillos y verdes. En bucle constante la ansiedad parecía matarme de a pocos.

Papá parecía hablar entre susurros una experiencia de él cuando estuvo en la universidad, su fin de distraerme a mi y a mis paradójicos pensamientos lograron llamar mi atención sobre él su juventud no tan mencionada por una razón que quizás ahora comprenda. Él se veía estresado pero no de decirlo en voz alta, sino de las cosas que decía y cómo debió sentirse con esas cosas pasando frente a él.

Tuve empatía con él tanto como él la tenía conmigo desde que regresó, sé que Natsu no comprende de dónde le tengo confianza, pero cuando era ella pequeña tengo recuerdos lúcidos de papá hablando con nosotros de muchas aventuras de niño, protegiéndonos de cualquier adversidad momentánea y la sonrisa triste al tener que ir al trabajo.

Papá parecía un niño en cuerpo de adulto. Esa versión de él jamás se ha ido y me siento un adulto que no tiene empleo en este cuerpo.

Que pensando en ello siento su vista en mi brazo derecho, que cerca a sus manos sostiene con calma mi muñeca encerrando y sobrando parte de sus dedos al rodearla. Sólo me observó por minutos para ver al doctor diciendo que podríamos ir a casa sin ningún percance, recetando un medicamento si la cabeza me llegara a doler y restringiendo el deporte en exceso por unos días para evitar alguna rotura más.

Papá me miraba y preguntaba si había algo para ayudar, miro toda la habitación y sólo niego con la cabeza. Él parece observar la mochila de cosas de estadía y se la lleva consigo y aunque no le digo nada por ello, le sonrío como puedo y veo su espalda desaparecer de la puerta, con ella frente a mi no puedo evitar tener un espasmo frío en mi espalda.

La piel se me eriza con sólo pensar en muchas cosas, sostengo una casaca sobre un estante frente a la cama donde me encontraba sentado. Me mantengo de pie para saber que no me olvido de nada entre los estantes del lugar y que en mi celular estaba llamando Kageyama.

—¡Contesta Hinata boke! —gritó y al reírme lo escuché con algo parecido a un "tsk".
—Hola a ti también, Kageyama babo —observé la habitación mientras llevaba conmigo mis audífonos.
—¿Sabes cuándo volverás? —preguntó cuando un silencio llegó al llegar al pasillo principal.
—sorpréndete pero será pronto, ¿acaso me extrañaste?, que tierno Kageyama-Kun —dije para verlo con mi padre.

Su rostro estaba rojizo pero sus ojos azules eran los mismos, papá nos veía riéndose y una Natsu adormilada en sus brazos bosteza, no puedo evitar sonreír más de lo normal al escucharlo excusarse y decirme algo para avergonzarme. Aunque resulta muy bien para él al entrar en el auto papá deja a Natsu al medio de nosotros al lado trasero, la música era lenta y suave, quizás alguna de la vieja escuela de papá sin embargo Kageyama movía sus dedos al ritmo de la canción y al verme verlo se puso serio.

—Todos conocen la canción, no me mires así Boke —dijo y sonreí.
—Yo nunca dije nada —respondí.

Ambos mirando las ventanas del lado contrario, papá tarareaba la canción y me miraba para hacer lo mismo, Natsu parecía más despierta ya que cantaba y Kageyama se burlaba de mi mal canto cuando podía escucharlo dar todo de sí cómo yo, aunque no lo dije, quise ver darse cuenta por si mismo de ello.

Había un viento helado, las ventanas de atrás cerradas parecía no quitarla del todo por las delanteras, la misma hacía cantar gallos por doquier y reírnos de nuestras fallas ocasionales. Los ojos de Kageyama y sus palabras me hacen enojar pero me divierten a la vez, sintiendo que aunque papá nos observaba alegre y Natsu le agradara mi compañero.

Se sintió bien incluso al llegar a casa y preguntarle al azabache si sus padres sabían que estaba aquí y asintió la cabeza, sosteniendo un bolso en su hombro miré a papá y este parecía culpable porque toca su mentón sonriente -dejando en claro su falta de culpa- y dice mientras deja camina a las escaleras con Natsu.

—Ellos aceptaron que se quedara a dormir, y bueno, yo quise conocer a tu amigo—.
—Prometo no ser molestia, señor —decía Kageyama pero ambos sonreímos.
—Para nada, muchacho, quizás seamos nosotros la molestia para ti, diviertanse —respondió papá y desapareció.

Él me observó anhelando respuestas pero sólo lo veo y digo.

—Los Hinata somos más ruidosos en casa y con amigos que en soledad y con frío —mi dedo índice izquierdo alzado y él me mira con una ceja alzada.

Sea inconsciente o no me gustó. Saber que lo hizo me hizo sentirme Colorado y él extrañado. A pesar de eso y que el frío aparecía por la puerta no tan bien cerrada detrás de nosotros lo hizo aprovechar la oportunidad cerrando la puerta y pasar delante de mi rumbo a la sala cercana.

—Quizás el único Hinata que ama el frío pueda soportar mi bulla consigo —exclamó.
—¿Me estás retando?—exclamé en respuesta.
—Tú lo dijiste —lo escuché y corrimos por toda la sala.
—¡Ven aquí Kageyama! —.
—¡Si te apresuras podrás alcanzarme! —.

Mis manos heladas y un tanto coloradas tocaron su rostro al resbalarme con la alfombra, este se reía con sus ojos cerrados y la boca abierta, carcajadas salían de los dos a pesar de la sensación helada de mis manos y caliente de su rostro acalorado luego de media hora correteando de un lado para el otro, mis muslos seguían doliendo y la suerte de mi cabeza al estar al aire con mi cuerpo rodeando el de Kageyama no impedían que este me hiciera rodar al tropezar con mi pierna.

Y ahora éramos un enrollado de tontos sobre la sala a oscuras y a mi padre prendiendo la luz de donde estábamos con una cámara en mano.

Ambos al verlo rogamos para que no le mandara esa foto a nadie. Afortunadamente papá es bueno y nos dijo que sólo lo tendría para imprimir luego. ¿para qué exactamente?, no lo sabemos, sin embargo él nos llama para cenar y con la mano de Kageyama me salgo del suelo y nos vemos de reojo sonrojados, sonrientes y muy, muy, reales.

Tan real yo con él.
Quizás tan real él conmigo.
Con esos ojos que aterran parecen brillantes ahora.

Está bien, estaremos bien.

Drowning  (Haikyuu!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora