Capítulo 26

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"Prometiste que no lo harías"

—Eres tan malo como siempre, Hinata boke —gritó en una de las prácticas.

Habían pasado unos días y este era el último en este campamento. Kageyama estaba estresado y lo que acababa de decir sólo me confirmaba que sólo me usa para estar en el equipo. Yo sonreí y fijé mi vista en él con un gran detenimiento.

Estaba pálido, casi asombrado y asustado de su reacción; sus ojos eran una líneas paralelas entre el mar azul que ignoré por mi propio bien, pero sobre todo era su gesto, que sin duda alguna me recordó a mamá en algún momento de nuestras vidas.

Con total espanto, casi repulsión de su propio comportamiento y aunque su cuerpo no temblaba, podía verlo claramente, sus manos temblaban, sus dedos se doblaban inconscientes de forma amorfa; sus hombros estaban tensos y el aire frío sobre nuestros cabellos nos decían que ya era suficiente.

Era tarde y debíamos preparar todo para irnos mañana por la noche, Tadashi te decía que te disculparas pero Tsukishima en afán de molestarte bromeaba, Sugawara con Daichi se acercaban y Tanaka era detenido por Enoshita. Nishinoya hablaba con asashi pero yo sólo di una sonrisa tímida.

—Mejorare en el futuro y querrás estar a mi nivel, Kageyama —dije y aunque muchos se sorprendieron, me mantuve tranquilo cuando escuché al entrenador mandarnos a acompañarlo.

En el camino hacia una pista nos dijo que corrieramos para relajarnos e irnos a las duchas, todos íbamos en un pequeño grupo y mis piernas dolían, las lágrimas corrían por mis mejillas ignorando la tensión de mis músculos que cerré los ojos, corriendo lo más rápido posible.

Que cuando lo abrí al detenerme observe que me había perdido en alguna calle cercana a la de los demás.

—¿Eh? —exclamé mientras mi abdomen se movía como loco por aire, y mi boca no podía estar cerrada.

Mis manos sobre mis rodillas cuando un chico sentado sobre una de las rocas se encontraba jugando un videojuego que conocía. No intenté acercarme demasiado, aunque si observé las zapatillas de deporte que tenía puestas. Sonrei con ganas de conocerlo y dije.

—¿Juegas Volley? —.

Este temblo un poco pero al verme menudo y pequeño ‐o eso quiero pensar‐ detuvo su juego y susurró un "si" para ver sus zapatos. Me senté sobre mis muslos y le dije que yo también, el silencio no era incómodo a lo que le pregunté que era lo que estaba jugando, él me mencionó un nombre que no reconocí y la charla salió bien hasta que al ver su muñeca, unas líneas blancas muy delgadas me llamaron la atención.

Él se dió cuenta de mi vista pero le sonrei y le hice platica de otras cosas, aunque no pregunte donde jugaba hasta que un chico alto dice lo que seria su apellido. Los tres nos observamos y se presenta como Kuroo y sonriente dije que era Hinata, sólo Hinata, el rubio me susurró su nombre y sonriente les dije que esperaba jugar con ellos algún día.

Cuando los vi alejarse Sugawara sostuvo mi mano y dijo que cómo le hacia para perderme tan de repente. Yo tímido sonreí diciendo que me estaban doliendo los músculos de mis tobillos y que al detenerme estaba allí.

Platicando regresamos al campamento, donde regresé a la habitación e ignore a Kageyama queriendo platicar conmigo. Porque no le iba a resultar disculparse para hacer lo mismo de nuevo.

La primera me hice el tonto, la segunda me tragué el enojo, y ahora, después de psicociarme a un punto en que no puedo dejar de pensar los susurros sobre lo malo que soy en esto y que debería irme no dejaban mi cabeza, y que él quisiera disculparse y ya. No, no lo iba a dejar tan fácil.

Dejando que mis ojos guardaran la emoción melancólica sostuve mi mochila con mis cosas y caminé despacio hacia los baños, donde se encontraban los demás cambiándose y lavándose la cara o los dientes.

Me lavé las manos sucias y me observaba en el espejo para distraerme un poco del asunto, al entrar a una de las duchas y escuchar sus pisadas más cerca de la puerta mis lágrimas caían como canoas sobre mis mejillas. El agua corriendo sobre mi cabeza hacia mi cuerpo relajaban los músculos al ser de temperatura tibia.

Intenté con todas mis fuerzas no dejarme llevar, ni mirar siquiera mis muslos pero las lágrimas seguían callando, los sollozos estaban allí demasiado quedos pero aún así mi garganta dolía como si gritara.

Los pensamientos hicieron más ahora que él prometiendo que no me iba a usar termino defraudandome como todos. Que lo mejor hubiera sido que me hubiera muerto hace mucho, sin siquiera la opción de pensar que no los hubiera conocido, ni tampoco las aparentes buenas cosas que me ocurrieron desde que intenté no estancarme aún más en mi propia miseria.

Pero quería gritar. Quería estar en mi maldita miseria. Quería que alguien supiera que era así y me aceptará de todas formas. Quería algo que nunca tuve.

Pero cuando saco mi cabeza de la cortina y veo que mi bolso tan cerca, con nadie más en el baño, abrí el cierre y viendo la cuchilla la cerré de inmediato y de nuevo dentro de mi maldita recaída no me importó quedarme sentado sobre el suelo de la ducha, o que quizás mis sollozos eran más notorios, tal vez también el hecho de que me sentía asfixiado recordando que el azul de los ojos de Kageyama eran iguales a de aquel día en que casi me moría.

Casi moría preocupado por mamá cuando no debía.

Preocupado en lo que papá diría si la viera muerta, diciéndome quizás que no la protegi mejor.

¡¡Él no sabía ni una mierda!!, ¿de dónde se iba a preocupar?

El enojo me hizo clavarle a mis muslos, sin pensar en nada más que todo se vuelva rojizo, el pensamiento de inundar la ducha de color rojo se vio demasiado tentadora.

Pero el tiempo pasaba, mis muslos ardían, completamente marcadas yo sólo hice una pequeñas mueca, con mis ojos a nada de cerrarse decidí pararme aunque tuve mareos, aunque estaba espaciado más no poder. Y el agua limpió todos los restos que quise ocultar, y con una toalla me seque y rápidamente ponía vendas alrededor de todo el muslo, de ambas piernas, para colocarme mi pijama larga y salir para sostener la camiseta negra.

Caminé hasta ver mi reflejo sobre el espejo, este me mostraba como realmente era y dolió.

Dolia odiarme por como soy.
Dolia más que todos fueran a odiarme tanto como yo lo hacía al mostrarme.
Dolia ser esto, un fenómeno.

Caminé por los pasillos que menos mal estaba sin personas cruzándose por mi camino, sin alguien que me viera y se llegara a preocupar falsamente.

Camine tanto que cuando llegué a la habitación los demás me estaban esperando, sus ojos estaban abiertos y aunque Tadashi me preguntó que había ocurrido yo sólo dije que nada, llendo a mi cama ignorando a Kageyama llamándome.

Era malo hacer eso, lo sé.

Pero odiaba aún más ser usado que ser maleducado.

Y Kageyama ya había pasado por alto mi sorprendente paciencia.

Drowning  (Haikyuu!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora