Capítulo 37

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"Al callar había marcado mi sentencia de muerte. Lo peor de todo, es que aquello parecía ser la mugre de todo el problema"

Yo era feliz, sonreía al observar el cielo lleno de nubes disparejas pero alineadas tan bien que tomarles una fotografía hubiera sido algo maravilloso. El cielo esa vez no era de algún color interesante, pero oh! Cómo las nubes en si eran color caramelo, como parecían separarse mientras caminaba y se reunían de nuevo cuando se detenía.

Parecía arte, era arte, fue lo único que se pudo pensar cuando todo lo que se escuchaba era el canto de los pájaros muy lejos de su vista y las voces múltiples de las personas que rondaban, vendían o simplemente existían en ese mismo instante en el que sabía que debía ir a la escuela.

Era algún lado de Tokyo, casi cerca a los campos, a cinco cuadras de la gran zona comercial y de allí, una gran escuela rodeada de árboles y la pista que conducía a una gran avenida. Habían autos cerca a la puerta principal, la señora de seguridad lo veía mostrar sonriente su cuaderno de identificación y al hacerlo pasar el sonido de las movilidades de la entidad educativa resonaban junto a ligeras voces que ignoró campante.

Subía las pequeñas escaleras que lo separaban de esa zona a lo que había detrás de las puertas de vitrina transparente. Un pasillo enorme que a lo horizontal dividía unas cinco más, allí habían salones, muchas de ellas con un centro de baño al final de las mismas, aunque la sensación de ver que el lugar de las auxiliares estaba también casi cerca de aquel lugar.

Unas personas, muy, muy altas me hablaban y al reconocer que no sabía el lugar de mi salón pregunté para verme detrás de una de esas personas que me indicaba que el del pasillo cerca a la zona en la que pasaría dentro de muchos años era donde estaba mi salón, específicamente era el número dos, mi pecho se infló con notoriedad al ver que mis esfuerzos valían la pena ahora, mis padres serían felices pensé en esos instantes.

Quería escribirlo todo para dárselo a mi padre en una carta al llegar a casa, frente a esa puerta habían algunos alumnos junto a una maestra esperando la llegada de lo que pareciera una larga lista de alumnos aparte de mi. Todo se sintió tranquilo a pesar de que mis mejores amigos estuvieran cerca bromeando o susurrando cosas, la profesora parecía notarlo pero sonreía dejando que entre los grupos tuvieramos charlas minutos antes de llamarnos y prestar atención a imágenes y cosas didácticas.

El día en si entre clases, receso, chistes de amigos y una que otra molestia de mis compañeros hacía mi mañana superficial pero emocionante, la campana de salida resonaba con fuerza y ellos dos cerca a la puerta me llamaban sonrientes antes de sostener lo que faltaba y correr con ellos por los largos pasillos en dirección de la puerta en medio de la pared enorme que dividía el colegio a las afueras del lugar.

El exceso de gente en fila nos empujaba a los tres para salir lo más rápido posible, la mayoría eran de nuestra edad pero los que tenían más fuerza debían ser los mayores, quienes sonreían al pasar el otro lado de la calle en dirección al jardín público mientras nosotros caminábamos un extenso camino entre calles para comprar helados en un minimarket cercano.

La castaña sostenía una de hielo sabor Mora mientras el peli negro uno de crema chocolatoso, en mi caso simplemente sostuve otro de hielo sabor manzana que por cierto, se había caído tras correr y casi caer con los otros dos riéndonos de mi salvaje desgracia.

—¿Creen que estaremos siempre juntos? —preguntó él mirándonos antes de que el cielo se condensara en tonos más azules y ella exclamó— No preguntes eso, baka. Traeras malas vibras!!. —.

Ambos parecían una pareja discutiendo y yo los observaba esperando que las risas que llegaban de nuevo fueran suficientes para seguir el curso del día que para variar, era muy bueno sin duda alguna.

Drowning  (Haikyuu!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora