Capítulo 29

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"El destino dijo que me lo haría difícil. Yo ante un arrebato acepté sin dudarlo tanto.
Él me miró sorprendido, y cuando quiso arrepentirse ya era demasiado tarde para ambos."

Que nunca me dejarías dijiste.
Que te quedarías en las buenas y en malas fueron tus palabras.
¿Que demonios ocurrió con eso, Shouyo?, ¿Acaso las promesas te las pasaste por el culo?

—Hinata boke, levántate antes que te lance un balde de agua —. 
—Ya.. ya voy —dije y aunque no lo observé, sabía que el estruendoso golpe a la puerta fue de él antes de irse.

Mis ojos lagrimeaban sin duda alguna mientras miraba el techo, el miedo era latente, casi insistente sobre mis brazos; mis dedos se deformaban ante el frío que los cubría como una fiel amiga y era acompañada por la indiferente angustia oculta tras el adormecimiento de las mismas.

Podía sentir mis dedos irse de un lado a otro, podía escuchar los pasos entre los pasillos y sobre todo reconocía que mis lágrimas caían sobre mis mejillas, casi llegando a mis oídos cuando la respiración irregular se hace presente ante mi y mi Soledad.

Sabia que en estos momentos papá estaría atravesando esa puerta y me daría un consuelo, tocaría mis manos torcidas y me haría sentarme para contarme las cosas que están ocurriendo a nuestro alrededor directo. Sabia también que Natsu llegaría preocupada por no vernos en la cocina y se pegaría a mi en un abrazo sin importar el estado sudoroso de mi cuerpo sobre su impecable uniforme.

Era de más decir que al no estar con ellos se sentía diferente ahora de lo que jamás fue. Era ahora cuando estando solo realmente conocía los constantes divergentes que ocurrían en mi y en todo lo que respecta en acciones que ocurren cerca a mi.

Juro que no pude preveer el sonido de la puerta abriéndose preguntando si me sentia bien, que el partido iba a comenzar y estaban preocupados por mi falta. Tampoco presencié las manos sobre mis dedos torcidos diciendo que todo estaba bien a nuestro alrededor, ni eso, ni las menciones a las paredes crema y las camas con olor floral en las que me encontraba acostado.

Ni la voz baja, casi nula pero reconfortante de un chico de pecas y cabello verde opaco.

Cuando por fin puedo verlo una parte de mi teme que me vea diferente, cómo una epifanía me alejé temiendo algún mal gesto de su parte. Era un desastre conocido y sin embargo sentía sus brazos sobre mi diciendo que no me verá diferente por algo natural.

Sus palabras variadas me hicieron dudar pero la parte de confiar ciegamente vivía a ganar esta batalla. Y aún con mis brazos temblorosos rodee su cuello suplicando que no se lo dijera a nadie. Le rogué que me lo prometiera, sabiendo que podía mentirme, que podría decirlo para ayudar, aún así le crei cuando asintió con la cabeza y acarició mis cabellos.

Existió un deja vu en esos instantes e inconscientemente permiti a los buenos recuerdos permanecer sin sobre pensar absolutamente nada.

Él me siguió hablando hasta que el dolor en mi pecho desapareció, siguió con lo de antes hasta que mis sollozos eran sólo unos pobres jadeos y chillidos en la nariz. Él siguió abrazandome hasta que sentí que era suficiente y observé que se quedaba sentado frente a mi observando mi estado fijamente.

—¿Quieres que te traiga agua? —preguntó y al asentir lo vi avanzar de un lado a otro.
—Gracias —susurre cuando di un gran sorbo y al bajar la botella a mi regazo no pude evitar bajar la mirada.

No quería sentirme incómodo, pero me sentía débil y eso era un sinónimo para mi. Quizás él notó esto porque me dijo que no debía sentirme mal frente a él  cuando también pasaba por esos momentos de ansiedad. Lo miré sorprendido al decirme esto tan calmado y asintió diciendo que tenía esos ataques desde que cumplió ocho años, y que ahora no vienen seguido más era normal, y no debía sentirme mal por tener uno de esos momentos.

Las palabras no llegaron a alcanzar, pero le agradecí como se pudo a la vez que me daba plática de lo que sucedía mientras estaba en la habitación, incluso me dijo sobre su preocupación ante mi demora de ayer con más detalle. Y aunque me sentía entre rejas, le susurre si podía pasarme mi bolso, que con miedo recibí cuando estaba frente a mi y aceptando que no sería un secreto desde ahora sacaba mis medicamentos para cuando tenía una extrema ansiedad, que ante su mirada confirme que estaba acostumbrado a verlas.

Aunque me observó con detenimiento y calló lo que sea que dijera en estos momentos para ambos ver a sugawara en la puerta preguntando si podría estar disponible o si debía llamar a la enfermera de la escuela.

—Creo poder seguir con los partidos, pero denme unos minutos para calmarme. Por favor —susurré mirando a ambos, quienes sonrieron preocupados, despidiéndose y cerrando la puerta.

Donde ahora estaba completamente solo, pero fue relativamente sencillo avanzar con mis cosas, dirigirme a las duchas y regresar sin necesidad de rasgar mi piel como si fuera papel. Extraño fue ese pensamiento cuando me percaté de ello, suponía que era un irregular buen día, quería que siguiera así que no me permiti pensar en lo absoluto mientras me observaba en el espejo al lavarme el rostro y los dientes.

Ni tampoco cuando me colocaba las zapatillas y sentia mis pantorrillas temblar por adormecimiento y mis muslos doler a pesar de no haber hecho algo. Mire mis medicamentos y sostuve los que tocaban, dos píldoras de colores y de sabro agrio aparecieron en mis labios, y con la misma botella que me pasó Tadashi pasaron por mi garganta en un fuerte sonido de tragar.

Mi móvil parecía lleno de mensajes diciendo si iría o no, sobre que están preocupados o enojados -sobre todo el tragón de Kageyama y el poste de Tsukishima en lo último- y uno que otro audio que no escuchaba al caminar por los pasillos no tan vacíos como se quisiera.

Había muchos alumnos, eran tantos que chocaba con algunos en el camino que recorría hasta el gimnasio de voley.

Habían muchas voces, algunas de ellas me ponían nervioso a pesar de saber que yo no tenía nada que ver con eso, ni con sus vidas y así igual los recuerdos me llenaban. Cómo dije antes, ignore mis pensamientos para no arruinar este día, que aunque alguien me llamó decidí ignorarlo al saber que no parecía real ese llamado.

Para cuando veo el gimnasio lleno de partidos algo me hace respirar un poco más. Un tanto más tranquilo, sólo una repentina ganas de saltar y jugar voley.

Era demasiado obvio lo que haría a partir de aquí. Sonrei y grité a mis compañeros haciendo notar mi llegada, platiqué sobre mi tardanza con los profesores y al entender me hicieron hacer estiramiento y calentar el cuerpo para el siguiente partido.

Drowning  (Haikyuu!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora