Capítulo 9

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"¿Prometes que jamás me usarás?"

—Colocame otra vez, Kageyama —exclamé por tercera vez en el gimnasio.

—Calla, Hinata boke —. 

—Chicos, deténgase antes que llegue Daichi-san —susurró Yamaguchi mirando a todos los lados.

—Vamos, Yamaguchi. Nada mejor que ver al rey pelear con su reina —expresó el poste con lentes.

—¿AH? —respondimos a la par con indignación.

¿Rey?.... ¿Reina?.....

Nos miramos a los ojos y le dijimos que se fuera a sus asuntos, el rubio chasqueo su lengua mientras se iba a la otra pared, seguido por el de pecas que intentaba animarlo fallando por completo.

Todo se sentía normal, practicando, siendo instruidos por el capitán mientras pensaba que pronto habría un juego con otra escuela. La mirada de los mayores me hacia resignarme a que no ocurriría, la llegada del profesor Takeda no sorprendió tanto al saber quién era y que haría en el club.

Yo. Me sentía un tanto entumecido en esos momentos donde ellos sonríen y bromean de cosas insignificantes mientras arreglan las cosas alrededor del gimnasio, con los pies moviéndose de un lado para el otro, las botellas de plástico cerca al tacho de basura mientras dos recogen la red y otros los parantes que la sostienen.

Takeda sensei se queda un rato antes de despedirse, procurando que nos cuidemos al ir a casa, diciendo que habrían noches lluviosas.

Mi vista se fijó en las pequeñas gotas de agua que caían sobre nuestros cabellos la vez que nos encontrábamos juntos para caminar con destino a casa. Podía ver en los ojos de los mayores que querían llevarnos a un lugar antes de huir. Kageyama me preguntó si me sentía bien, yo sólo hago una pequeña mueca sonriente.

—Estoy cansado, espero la lluvia no se ponga peor —contesté y sólo lo escuché susurrar una excusa para variar de tema.

Ahí supe que tenía una hermana y un abuelo amantes del vóley, que su comida favorita era el curry de cerdo, algo que no era nada sorprendente si recordaba que lo tenía seguido en su lonchera cada que nos quedábamos a entrenar. Luego me sorprendió diciendo que no le gustaban mucho los días soleados, yo bromee diciendo que nació en invierno, ahí fue la cuestión, admitió que no sería mentira después de todo.

Sonreímos un poco más a pesar del frío y la lluvia sólo hizo que corramos por la vereda antes de separarnos, donde lo escucho decir que no me mate en el intento por correr en camino a casa, lo miré unos segundos para reír y decirle que mañana veríamos quién estaría en una sola pieza.

Lo escuché estornudar mientras caminaba por su lado, en mi caso dejé la bicicleta a un costado para caminar por el lugar en plena llovizna, con las estrellas apareciendo con un brillo conocido mientras el aire se ponía frío. Me pregunto si papá estaría en casa ahora que la lluvia le impediría conducir, o si tal vez Natsu estaría cómoda en su cama cuando regrese a casa.

Estornude al pensar en aquello y bufe ante la idea de que alguien pensara en mi justo en estos instantes. Aunque no me gustara la idea del todo, creía que si Martha me hiciera plática en estos momentos, no me opondría en hablarle de mejor forma.

Me sentía. Bien, creo. La lluvia o los días deprimentes me hacían sentir comprendido a pesar de reír y sonreír, y a pesar de recordar muy bien los problemas que podría tener mañana con Hitsuno, que mi sentimiento actual se iría por la borda más tarde, tal vez las cosas se sentían como lo hacían y prefería dejar para después todo el miedo.

Sólo porque ponerme triste en un día tan bonito no era factible. Sólo porque si papá me ve con los ojos rojos y la cara desgarrada de seguro creería cualquier cosa mala. Yo ya no quiero ver esa cara de resignación adjunta a la incomprensión que tenía las veces que no podía simplemente pretender más que me sentía bien.

Yo era un desastre. Y la puerta se abría frente a mi con mi papá con el cabello completamente mojado, sonriendo al dejarme pasar y acariciar mis melenas húmedas por la lluvia. Natsu corría con un abrigo rosado junto a sus pantalones de durazno que se ponía de pijama. 

Una taza de chocolate caliente me recibió bañado de nata batida de supermecado junto a unas galletas de mantequilla y sal al salir cambiado con algo más abrigador, el sabor dulce y un tanto salado de las galletas me hicieron derretir por segundos, Natsu jugaba con mis cabellos mientras me platicaba sobre su día en la escuela.

—Fija hermano que una de las chicas se le declaró a la otra, fue realmente lindo —exclamó jalando hacia adelante dos mechones, sonrei a pesar del dolor diciendo que tenía razón.

—Cuando le dije a papá parecía un poco incómodo, supongo que no todos se acostumbran a ver un afecto diferente —susurró y las risas y la alegría se nublaron de golpe.

—Creo que en realidad papá aceptaría nuestras decisiones y gustos, sólo que en esto ha de sentirse asquerosamente solo sin mamá —respondí automáticamente para sentir mis cabellos libres de sus manos, para que su cabeza se cubriera entre las melenas naranjas con ligeras lágrimas.

—Shouyo, la extraño demasiado —murmuró como si fuera un secreto. Y quizás si lo era.

—Nos tienes a papá y a mi, Natsu. Aparte —sostuve sus cabellos para mirarla ya volteado— Ella sigue aquí, en nuestros corazones, cuidándonos desde lejos y procurando que estemos bien —susurré tocando con un dedo su corazón para sostener su nariz y hacerla sonreír un poco.

Sentimos una acogedora manta sostener nuestros cuerpos en un gran abrazo. El olor a Canela, tan característico de él, hizo que Natsu se pusiera a sonreír como antes más la mire y le dije que por hoy no siga con eso.

Ella me observó sorprendida pero se dejó caer entre papá y yo, con la cabeza recostada en mi hombro mientras papá le acariciaba los cabellos y nos decía que tal vez el fin de semana podríamos ir a verla.

Yo pensé que tal vez mala idea no era, pero no quería apresurarme a decir que era la mejor de todas tampoco. Simplemente quería quedarme así unos días más, en los brazos de papá protegiéndonos, con Natsu recostada sobre mi sintiéndose tan cálida y llena de verdadera vida como lo hacía con mamá cada que llegaba de un mal día.

Papá dijo en algún momento que debíamos ir a la cama, eran las doce de la noche y había escuela al día siguiente. Ambos bufamos al verlo decirlo en serio, pero nos despedimos con un beso en cada mejilla y los tres caminábamos por el pasillo angosto, más incluso de lo que se sentiría si fuéramos por nuestra cuenta.

No fue en definitiva nada incómodo cuando papá me dijo sobre el arreglo de horario para las sesiones de Martha, a la vez que me agradecía por ser el apoyo que aveces Natsu no veía en él y negué.

—Ella te quiere y está segura contigo tanto que conmigo, padre. Sólo espera que el otoño acabe, que cure sus heridas tan bien como lo ha ido manejando estos dos años y las cosas que pasarán serán sorprendentes —dije y él me sonrió.

—Y pensar que mi hijo me acaba dar ánimos cuando pensaba darlos —exclamó antes de mirarme con una ligera mueca.

Ambos teníamos la misma mueca.

Cómo si supiéramos muy dentro de nosotros que las cosas que dije no irían tan fácilmente al pie de la letra.

Drowning  (Haikyuu!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora