Capítulo 31

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"Bonitos zapatos, me recuerdan a algo"

—Good shoes!— gritó alguien que miraba a mamá mientras ella sostenía nuestras manos a lo largo del camino hacia la escuela.

Eso fue raro en ese momento, incluso mientras pasaban las horas seguía sonando peculiar aquel gesto en unos simples zapatos de cuero rojo, con una cinta para amarrar y pequeños detalles en forma de bordados de flores sobre todo el calzado.

Lo sabía porque de aquel detalle de aquella persona mis ojos con los de Natsu se fijaron en sus zapatos, mientras ella sonreía y nos decía que debíamos caminar más rápido si no queríamos llegar tarde a la escuela.

Hacia calor en esos días, el sol era tan soleado pero no existían esos bochornos que quizá ahora son más frecuentes en el mes de abril. Recuerdo también que durante el día mis compañeros me invitaban a jugar varios deportes, que aunque fuera bueno no eran exactamente mi favorito del todo.

Las clases mirando a la ventana, en otras estando en los primeros asientos entre las carpetas del medio hasta las que estaban cerca a la puerta, así eran en esos tiempos, recordando contento la llegada de papá para sus vacaciones del trabajo.

El sonido del intro de un a anime me acompañaba entre tarareos mientras caminaba de regreso a casa sobre todas las tiendas de venta antes de dar un paseo por los montes y paisajes verdes. Ese día había un partido de voley en uno de los televisores de las vitrinas. Dos señores se ponían a platicar sobre una escuela y aparentemente como habían hecho milagro al participar de un torneo nacional.

Yo sorprendido observé con detenimiento el juego detrás de uno de los señores, la gente corría a varios lados, algunos saltaban tan alto que parecían emocionados, había mucho "woof, sush, wuash" entre otros sonidos como "boom, tap" y otros que pudiera reconocer en mi cabeza en ese instante.

Estaba sorprendido, fascinado en realidad cuando nombraron a alguien pequeño siendo la pieza central del juego de aquella escuela pequeña y lejana a donde vivía, Karasuno era el nombre, y aquel chico de polo número 10 era el pequeño gigante.

Escuché a mamá diciéndome que me apresurara antes de dejarme atrás teniendo una mano sobre la de Natsu, quien muy feliz caminaba sin saber algún detalle de mi faltando a la caminata o algo así. 

A partir del paisaje Natsu corria mientras me quedaba con mamá observandola desde lejos, las pequeñas charlas existían en ese tiempo, así que el silencio era muy, muy cómodo para cuando llegamos a la puerta de la casa donde vivíamos en aquel tiempo.

Eran las zonas alrededor de la ciudad de Tokyo, eran tranquilas y de muy buen estilo de vida aparentemente.

Mamá se quitaba sus zapatos en la entrada frente a mi, sonríe para ayudar a Natsu mientras me encargo de quitarme mis zapatillas que papá me había regalado en mi cumpleaños. El camino del pequeños pasillos hacia los cuartos eran cercanos, el sonido a estufa prendida y la tetera eléctrica puesta resonaban mientras ayudaba a mi hermana a cambiarse antes de ir a mi propia habitación.

Un sonido fuerte y extraño entró a la casa de un momento a otro, la voz de Natsu gritando por mamá fue el detonante para preocuparme y correr por las escaleras hacia el origen de aquellos gritos que provenían cada vez más cerca y más estruendoso que antes.

Los gritos de mamá en ese entonces no los comprendí, pero si le grité con la valentía del momento a aquel extraño que se alejara de ella antes que llamara a los señores policías, si, lo dije exactamente de esa forma.

Ese señor se río de mi diciendo que me fuera a mi habitación si no quería ser el siguiente, Natsu seguía gritando, él y yo la observamos, me acerqué antes de que su mano pudiera sostener sus cabellos, siendo yo quien terminó recibiendo el golpe en vez de mi hermana inconscientemente.

Los gritos seguían, pero mamá llamaba a la policía, quienes llegando le dijeron si quería hacer una denuncia, fue sorprenderte verla negar con la cabeza, no entendía y de alguna forma sentir los brazos de mamá sobre mi y mi hermana diciendo que todo estará bien me reconfortó lo suficiente para pensar que todo había sido una mala racha.

Sus bonitos zapatos rojos tenían un tono marrón por algunas zonas al tener sangre seca, no sabía si eran de ella o si eran las gotas que tenía en mi cabeza que habían caído sobre las mismas.

—Buenos zapatos, Hinata!—gritó Tanaka en algún momento de la noche

Mi vista se fue hacia mis zapatos grises y sonreí recordando lo extraño de la frase.

—Hermano, que extraño es decirlo en voz alta —comentó el mismo hacia Nishinoya mientras yo reia a su costado.

—Si, suena extraño recibir un halago de ello Tanaka sempai —exclamé y los tres nos reíamos sabiendo que era el ultimo día en Tokyo.

Se sintió bien, ¿esos zapatos se habrán perdido?. No pensé tanto en ello mientras Tsukishima bromeaba con Kageyama y Tadashi intentaba calmar a los dos postes andantes. Kenma platicaba a medias con Kuroo y otro chico de cabellos castaños a la par que jugaba concentrado en su switch color negro y colores fosforescentes en la oscuridad.

Daichi gritaba para mantener la calma de los chicos de segundo y algún otro golpe de sugawara hacia asashi que parecía haber dicho algo pesimista mientras la mánager iba con los profesores a entregar información sobre este campamento.

Se sentía bien, aunque era la tercera vez que aquel chico chocaba su hombro con el mío, y así como las otras veces jamás podía reconocer su rostro, y me seguía dando mal augurio. Era el último día, así que tanta importancia no tuvo al fin del día.

—¿que partido te emocionó más, Kenma?—pregunté curioso cuando se acercó a mi para platicar antes de despedirnos.

—No tanto, no soy fan del voley —susurró quedo y aunque me entristeció un poco, sonreí para prometerle que le haría amar con locura con cada encuentro que tendríamos.

Lo vi aceptar con la cabeza antes de pasarme un papel con su número telefónico y su usuario de switch para jugar juntos en algún momento. Al verlo mirarme dudoso acepté con la cabeza para sentir a Kuroo abrazarnos a los dos para charlar antes de despedirse diciéndome una vez más "chibi". Inconscientemente puse mis ojos en blanco, ¿acaso creen que no tengo espejos en mi casa o qué?, Kenma dijo que era su forma de ser amigable, por lo que sonrei un poco para despedirme bien de los dos e ir camino con mi maleta al bus que el profesor había rentado para el equipo.

Kegayema se sentó a mi costado como la vez de llegar aquí, y en este momento él se encontraba al lado de la ventana mientras yo estaba al lado de los pasillos. Las cortinas azules me gustaron porque era de noche y quizás podría dormir mejor.

Crei ver los zapatos de mamá sobre mis pies, pero al pestañear y confiar en mis zapatillas plateadas con líneas azules hicieron que la música en mis oídos siguiera en su peculiar curso.

Los demás hablaban, reían, me invitaban a la plática y jugaban en el recorrido. Para cuando no me doy cuenta, habíamos caído dormidos en el resto del camino.

Drowning  (Haikyuu!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora