DIECINUEVE

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Lauren

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Lauren

Hablar de mi familia fue lo más penoso que puede hacer frente al árabe, pero no me quedaba de otra que mentirle y decir que no tenía hermanos, y no porque no quisiera decirle, sino que pienso que contra menos sepa mejor.

—Sí, la duquesa se tomó unas vacaciones. De momento soy solo Lauren.

Este sonrió y después continuamos con la conversación.

—¿Alguna cosa más que quieras que sepa?— cuestioné.

—Sí— me miró intensamente a los ojos —. Odio las mentiras, no soy de dejarlas pasar por alto tan fácilmente, pero también soy capaz de pensar las cosas con claridad antes de actuar, analizar el porqué se me dijo esa mentira.

—Pues debes odiarme, porque te mentí descaradamente.

—¿En qué me mentiste? ¿En qué estabas haciendo tu trabajo? ¿O hay algo más que deba saber?

Guarde silencio y es que me sentía tan intimidada, no podía creer que iba a convertirme en esposa de este hombre.

—No hay nada más.

—Entonces no hay odio alguno, Lauren.

—¿Y tengo que saber algo más de esta noche?

—No, solo sé tú misma— su mirada siguió puesta en mí y cada vez la sentía más fuerte.

Como si fuera fácil ser yo misma frente a otras personas que vienen de otro país para conocerme y con otras costumbres que las mías.

—Tendrás que enseñarme palabras cortas en árabe, quisiera sorprenderlos.

Amir soltó una carcajada sonora y me encantó al ver cómo la nuez de Adam se movía al son de su impecable sonrisa.

—Vale, dime que quieres saber y te digo cómo se dicen en árabe.

—Mm... ¿Cómo se dice hola o el saludo que usáis entre vosotros?

Salam A'Alikom— dijo e intenté repetir lo que dijo, pero la lengua se me enredó.

Él sonreía y repitió para volver hacer lo mismo.

—Y eso se usa para saludar.

—¡Ajá!

—Vale, otra.

Amir piensa y después me dice otra que me sonó a chino y que por más que intenté repetirlo se me hacía imposible.

Sabah El Kheir, significa buenos días.

—Lo siento, Amir, pero se me complica repetirlo, dime algunas más cortas y fáciles.

—Está bien, pero las que te dije no son tan complicadas.

Sonreí.

—Vale, a ver qué me dices con esta. Rouhi.

—Esta sí, rouhi, y es fácil, pero ¿qué significa?

—Alma.

Rouhi, suena bonito.

Amir me mordió con esa mirada negra que sentía mi piel erizarse por la forma que me deleitaba sin hacer nada más que mirarme.

Hob.

Hob— repetí y él sonrió.

—¿Qué? No te rías y dime qué significa.

—Amor.

Una oleada de calor intenso me envuelve como una manta que me deja asfixiada de tanto calor que causó esa palabra en mí y él, en la forma de pronunciar esa palabra.

Hob— dijo nuevamente manteniendo la comisura de sus labios elevados ligeramente mientras me hacía el amor con los ojos, uf, esto me calan hasta los huesos.

Baje la mira y mis mejillas estaban a explorarse, sé que le divierte verme en tal estado así que moje mis labios sensualmente y alce la vista para mirarlo y me sentí segura, porque ahora mismo estaba seduciendo al hombre que será mi esposo.

—Ahora sí que tienes permiso de seducirme las veces y formas que quieras, esa mirada tan provocativa la acepto y la disfruto al máximo porque sé que será mía, mi halal.

Concluyó y un ciclón me estaba destrozando por dentro, este hombre despertó en mí algo que creí que había muerto hace muchos años.

Concluyó y un ciclón me estaba destrozando por dentro, este hombre despertó en mí algo que creí que había muerto hace muchos años

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Pagada para seducir al ÁrabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora