Lauren
Imaginar momentos con Amir sin limitaciones es algo que me hace perder el control de mis sentidos, pero también quiero pisar suelo y no dejarme llevar por un trato que al final sé que acabará por terminar y cada uno hará su vida de manera independiente al otro.
—Quiero imaginar y no repetirlo en todas nuestras conversaciones de que esta boda no es real, que nos hemos casado porque nos amamos y en el fondo no hay mucha diferencia en lo que siento. Me gustas mucho Lauren, demasiado y por eso no quiero verlo solo como un juego.
Amir rompió ese silencio mientras volamos a más de quince mil pies de altura, rumbo a los emiratos y a punto de conocer un país que jamás pensé visitar.
—Gustar te pueden gustar muchas, Amir.
—Pero ahora me gustas tú.
Pienso que no debería llevarme tanto, pero tampoco hacerme la dura, no soy difícil a la hora de sentirme cómoda con alguien y mucho menos cuando sé que esa persona hace magia en mí con tan solo hablar.
—Entiendo las normas del juego.
—¿Qué entendiste, Lauren?— suspira Amir.
—Que hay que jugar sin nombrar el juego, sin recordarlo a cada momento y listo.
—Bien, si así lo que quieres ver, vale.
Dejó de mirarme y recostó su cabeza en el asiento del avión mientras dejé que mi vista siguiera encima de él.
¿Qué me pasa? ¿Qué tenía? ¿Esta es la Lauren de antes? ¿O es que Amir está sacando lo que no pensé que existía en mí?
Mientras volamos entre las nubes y en medio de la oscuridad de la noche, nuestro ambiente está más que tenso, él no volvió a dirigirme la palabra y por el momento pensé que estaba dormido, pero cuando lo volví a mirar sus ojos estaban clavados en la ventanilla de su jet mientras se veía pensativo.
Por ínsito o deseo pose mi mano por su muslo y este me miró, su forma de hacerlo me provocó un cosquilleo en mi interior que mis mejillas se ruborizan.
Su mano la posó encima de la mía y después curvó sus labios levemente para luego acortar la distancia y nos volvimos a besar, si nos besamos nuevamente y es que no necesitaba más que esos labios para darme cuenta de que estaba bien a su lado.
—Tan bonita que eres con esas mejillas rojas.
—Culpa tuya que causas ese rubor en mí.
Le sonreí y su brazo me atrajo a él para reposar mi cabeza encima de su hombro.
Inhale su aroma, esa colonia tan masculina que recorría su piel.
—Sé que es duro para ti, ya que el que salió lastimado de todo esto fuiste tú, y por eso haré todo lo posible para que todo sea como desees.
—No quiero que seas sumisa, no lo deseo.
—No pretendo ser sumisa, solo quiero hacer las cosas más llevaderas y disfrutar.
—Lauren, si algo no te gusta o lo ves mal solo dilo, no te calles.
Asentí y después él dejó caer un beso casto en mi sien.
Al parecer mis días grises volvieron a tener color y solo llevo casada con él unas horas, pero los días anteriores fueron pura magia a su lado, una fantasía llena de ficción, pero me daba igual, la estaba viviendo yo y nadie más y eso era lo importante.
Al llegar a los emiratos, apenas estaba amaneciendo, Amir sostuvo mi mano con firmeza y caminamos a lo que parecía su casa, mejor dicho una mansión.
—Bienvenida a tu nuevo hogar, ojalá sea de tu agrado y te sientas cómoda.
¿Agrado? Joder si parecía el palacio de un monarca.
Me perdí de lo fascinada que me sentía al percibir el lugar donde iba a vivir.
—Quiero pensar que te ha gustado— susurró en mi oído y mi piel se erizó, ya que no tenía palabras para expresar lo que estaba viendo.
—¿Qué dices?, me encanta.
—Ahora sí que mi hogar estará completo, tu presencia lo llenará de luz, una mujer es la base fundamental en el hogar de un hombre.
—Ser la señora de la casa es algo que nadie me enseñó, Amir.
—¿Es que acaso se debe tener un máster? — frunce el ceño y después este sonríe. —Sé tú misma, como lo eras en tu casa.
—Bien, así será.
—Vale, ¿quieres descansar?
—¿Y tú qué quieres?
Mi voz sonó sensual y seductora, él redujo el recorrido que nos separó y su cuerpo alto y duro chocó con el mío.
—Mucho.
Mordí mi labio y Amir hace que lo suelte al presionar mi mentón.
—Ven, te enseño nuestra habitación.
Tiró levemente de mí y anduvimos hasta lo que pensé que era una habitación, pero realmente era mi casa entera, una habitación donde no se necesita ir a otra parte de esta increíble mansión.
—¿Qué decías de estar cansada?
Amir acorraló mi cuerpo contra la puerta y su respiración sonó tan agitada por la excitación que sentí la humedad entre mis muslos llenarme por su letal seducción.
Me estaba seduciendo y se le daba muy bien.
Sus manos iniciaron una maratón en mi piel, mientras sus labios me marcaban a su paso un camino de llamas arrasando todo a su paso, su altura se apodera de mi cuerpo y no había más que él y él.
¿Quería seguir con esta locura de acostarme con él? Pues no sabía la respuesta, desconocía las consecuencias que acarrearía este encuentro íntimo, pero todo indicaba que íbamos a tener una noche de bodas la cual quiero sentir real.
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Pagada para seducir al Árabe
RomanceHabía un solo propósito en esta historia, ser pagada para seducir al multimillonario Árabe y hacerle entender que no se podía ser tan perfecto.