CUARENTA

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Amir

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Amir

Duele, duele mucho, el alma extraña, el corazón está destrozado y el dolor se intensifica aún más cuando todo parece tan real y tu mente te lo hace ver cómo una broma, una mentira o una pesadilla que solo deseas despertar mientras sientes que el corazón se hace pedazos, nada se puede unir, nada te calma y solo queda llorar y llorar, morir lentamente sin ganas de luchar, sin tiempo, sin oportunidades y solo queda ese vacío que no se puede llenar con nada, nada puede ocupar ese lugar que el amor dejó, y nos llegamos a preguntar ¿por qué? ¿Qué hice mal para ser castigado de tal manera? ¿Había algo más? No, ya no quedaba nada, mi Lauren me abandonó, se marchó y no volverá más, pero se llevó mi corazón con ella, si, ese que le regalé ahora murió y fue enterrado.

—Lo siento mucho, señor no supe cuidarla bien— el padre de mi esposa estaba frente a mí mientras mi cuerpo aún permanecía junto a su tumba.

Una llamada puede cambiar todo, todo se volvió patas arriba cuando vi su rostro destrozado por los vidrios del auto, su corazón dejó de bombear sangre y su alma decidió abandonar su cuerpo, y solo quedó mi Lauren sin vida, sin esa sonrisa que tanto me seducía.

—No te culpo, no culpo a nadie.

—Pero me siento culpable, la noche anterior habíamos discutido y no le dije todo lo que quería decirle.

—Amir no te mortifiques— escuché la voz de mi padre mientras el padre de Lauren me da un apretón en el hombre y se marcha.

Había preparado una sorpresa para arreglar las cosas y contarnos todo lo que nos estábamos ocultando, pero ahora no queda nada es como si nunca estuvo a mi lado. Solo dejó su esencia en mí y su olor en cada una de las esquinas de mi casa.

Llore y llore, no era de piedra y ahora no era nada sin ella, mi Lauren está en otro lugar y yo perdido en un desierto que me irá matando poco a poco.

—Mi amor, mi hob, princesa que poco me duraste, que poco vivimos juntos y ahora ¿qué debo hacer?, ¿cómo puedo continuar?

—Amir, debes de levantarte de nuevo, y lo debes hacer por ella, Lauren no querrá verte así— me pide mi padre. —Te destrozaste las manos.

Mis puños estaban rotos, la piel cortada y aun así no había dolor que se comparara con la que Lauren me dejó. Ahogué mi rabia, mi culpabilidad en ese auto que condujo ella, empecé a golpearlo al verlo, pero lo único que cause es que la rabia aumentará aún más.

—Iré enseguida, padre— dije para que entendiera que necesitaba estar solo frente a la tumba de mi mujer.

—Nunca imaginé que te iba a perder, después de esos detalles que sucedieron entre nosotros y que hicieron que nuestro amor fuera más fuerte ahora no queda nada, solo un recuerdo que me consumirá lentamente.

Me posicioné a la altura de la tumba y le confesé todos esos secretos. —Fui culpable por jugar con los corazones de esas mujeres y me castigaron y el peor castigo como te dije fue el aborto de esa mujer, pero contigo hice las cosas bien, Lauren. Te amé de verdad y nunca pensé en jugar contigo. Te entregué todo y aun así me quedé sin nada. ¿Y ahora quién me va a llamar habibi?

Pagada para seducir al ÁrabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora