SEIS

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Cometer errores no nos hacen personas imperfectas, al contrario, es parte de la naturaleza del ser humano fallar en ocasiones y es un proceso de lo más común, pero muchos no lo ven de esa manera.

—Tomé la iniciativa de llevarlo a conocer la torre de Londres, ya que es exquisito visitarla a esta hora de la mañana.

Parece no haber pasado una buena noche, sus ojos dejaron ver lo cansado que estaba y aun así acudió a la hora prevista.

—Me parece buena idea, señorita Lauren.

—Por favor, solo llámame Lauren, es que me siento rara al oírlo tantas veces.

Éste asintió y después el chofer inició el trayecto.

—¿Está usted bien?— pregunté.

—Cansado, una noche agotadora.

Vaya, podría pensar muchas cosas que lo hubieran dejado exhausto, pero mi mente sucia le quitó sentido al activarse la otra parte de mí, estamos hablando del árabe que quiere hacerse pasar por la perfección hecha hombre.

—Trabajo acumulado— aclaró la garganta e informó al verme pérdida en mis pensamientos.

—Lo imaginé— mentí con una sonrisa ágil.

Hoy iba a ser diferente a los dos últimos encuentros, tenía que lanzarme sin esperar a ser recibida, pero también estaba dispuesta a ponerlo en su sitio si me rechazaba.

—La torre de Londres fue sinónimo de terror durante años, debido a que se trataba del lugar donde encerraban a todos aquellos que ofendían al monarca, muchos malvivieron en condiciones inhumanas— mientras entramos dentro le voy explicando —.Y ninguno salió con vida, ya que los torturaban antes de ejecutarlos.

— Conozco la historia de Tower of London— aclaró.

—Genial, entonces no es necesario seguir hablando del tema.

—No, por favor... continúa.

—No tiene sentido explicar algo que ya sabe, señor Amir, pero sí me gustaría hacerle una pregunta.

—Hágala, por favor.

Sonreí y después procedí a preguntar:

—¿Qué piensa sobre las mujeres en general?

Este carraspeó y se tomó su tiempo para contestar:

— La mujer es el mejor arte que creó Dios, y nosotros los hombres debemos y estamos obligados a apreciarla por lo que es, por lo que puede hacer y que no es poco. Una mujer es capaz de amar incondicionalmente a otro ser humano, es capaz de aguantar tormentas mientras su rostro muestra una sonrisa y pocos conocen su valor. No es cuestión de saciar los deseos de nosotros, sino que es saber cómo llenar ese vacío que ustedes las mujeres dejan en los hombres y la manera más coherente es, amar a una sola mujer sin estar cambiándola como si estuviéramos cambiando una prenda de vestir.

Me quedé petrificada e incluso mi corazón se detuvo porque dejó de latir.

—¿Sabes cuál es la manera más común para que la mujer calme ese fuego lleno de rabia que a veces se propaga desde la garganta y sacude el alma hasta romperle el corazón?, ¿o simplemente cuando se da cuenta de que no puede más?

Negué sin moverme del sitio.

—Con lágrimas, y no por llorar se hace más débil, todo lo contrario, la fuerza que tiene una mujer es superior a la del hombre, una resistencia que yo como hombre no tengo.

—¡Vaya! Señor Amir me dejó sin palabras, su forma de describir a las mujeres es hermoso, nunca había oído a un hombre hablar con tantos sentimientos sobre una mujer. Su esposa debe de sentirse orgullosa de tenerlo.

Eso último fue añadido para asegurar al cien por cien de que no estaba casado, ya que no confío mucho en esos amigos que tiene.

—Algún día lo estará, cuando la encuentre.

Confirmado es un solterón de oro.

Mientras caminábamos en silencio a la Torre Blanca, fingí tropezarme y éste se me acercó, pero detuvo sus pasos antes de tocarme.

—¿Se encuentra bien?

—Creo que me lastimé el pie— mentí.

Y entonces nos miramos para luego ofrecerle mi mano pidiendo ayuda, este tardó en aceptarla, pero luego lo hizo y cuando sentí su piel encima de la mía, un huracán lleno de electricidad nos azotó a ambos, mi pecho quería salir de su sitio, porque mis latidos se escuchaban a kilómetros y es que Amir despertó en mí lo que solo una persona hizo en su momento, rompiendo esa coraza que envolvía mi pecho para que nadie llegara a mi pobre corazón.

El tiempo se detuvo inesperadamente y sin esperar más, lo besé, besé esos labios tan, pero tan suculentos dejando mi boca helada y a la vez ardiendo.

El tiempo se detuvo inesperadamente y sin esperar más, lo besé, besé esos labios tan, pero tan suculentos dejando mi boca helada y a la vez ardiendo

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Pagada para seducir al ÁrabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora