DIECIOCHO

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Amir

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Amir

Hay historias que necesitan una segunda parte para seguir contando todo lo que sucedió y sucederá, pero tenía claro que mi historia con Lauren era solo una, ya que no habrá más que una enseñanza, y por mucho que le demos la vuelta a la tortilla las cosas cuando no encajan seguirán sin encajar por más que el tiempo quiera ponerse a nuestro favor.

— El avión privado llevará en menos de dos horas, que el chofer os lleve al aeropuerto, padre.

—Amir, siempre te hemos apoyado en todas tus decisiones, pero ¿estás seguro de que quieres esto?— preguntó mi padre —. Ya conoces nuestras diferencias culturales.

—No hay nada que me prohíba casarme con alguien que no sea de nuestra cultura, ni siquiera nuestras creencias, padre.

—Lo sé, pero tenía que asegurarme de que estás seguro al cien por cien.

—No te preocupes por mí y además sabes que no soy de tomar decisiones a la ligera.

—Lo sé— vuelve a repetir.

—Bien, en ese caso nos vemos en la noche, que tengáis un buen vuelo.

Sé que no será fácil, pero también sé que podré con ello aunque una parte de mí no está muy convencida, ya que no sé si encontraré algo distinto a lo que mi mente imagina.

—Hermano, ¿te apuntas a una partida de tenis?— cuestiona Hassan mientras me encontraba en la cafetería del hotel. Siempre pensé que amigo es uno mismo, pero aun así me di una oportunidad y confié en otras personas y en este caso a tres y resultaron ser todo lo que había pensado de las amistades, que no existen.

—Tengo cosas que hacer, hoy llegan mis padres a Londres y por supuesto os espero en la cena, tengo algo que anunciaros.

Hassan se sorprende y luego llega Adil y Kamal.

—¿Qué pasa, Hassan?, ¿por qué esa cara de fantasma?

—Solo que me sorprende que los señores Al Malik vengan a Londres— añade Hassan mientras el resto dejan de mirarlo para mirarme.

—Amir, ¿está todo bien?—habla Adil.

—Mejor que nunca, os espero en la noche en el restaurante del hotel—agregué y le di el último sorbo al café para salir de ese lugar.

Entendí que no necesito más de las personas que me rodean porque no estaban dispuestos a dar más, sino a quitar principios y decisiones sin hablar de otras cosas, para olvidar, se necesita un gran fuerza de voluntad para hacer como si nunca paso, pero este no era mi caso, después de tantas caídas y heridas no hay razón que me haga cambiar mi forma de pensar.

—Buenos días, Lauren — dije al verla abrir la puerta de su casa.

—Buenos días, Amir, pensé que habías muerto.

—Estuve ausente porque necesitaba ese tiempo para terminar asuntos pendientes y creo que nos hizo bien a ambos ¿no?

Ella asintió —. Pasa.

—Necesito que te alistes.

—¿A dónde vamos?

—Mis padres llegan en la noche, y necesitamos conocernos o al menos intentar saber lo más importante de cada uno.

—Vale, solo dame dos minutos, me pongo el abrigo y los zapatos.

Algunos piensan en como se acaba el momento o la situación en la que vivimos, pero para mí es distinto, siempre pienso en cómo acabaré yo, porque el momento termine como termine quien sale lastimado o no, es la persona. No soy egoísta y no deseo herir a nadie más en esta miserable vida, pero a veces hay cosas que no se pueden evitar.

—Entonces ¿se lo tomaron bien?

—Sí.

—Vale, pero... — se detiene.

—¿Qué te preocupa, Lauren?

—No es nada.

—Puedes contármelo.

Ella niega.

—Háblame de tu familia, cuéntame sobre tus padres, ¿tienes hermanos?

Ella se demoró en contestar y después alzó sus ojos que observaban al vaso que tenía entre las manos—. Mi madre dejó de vivir con mi padre hace tiempo, pero se llevan bien y no están divorciados, y no tengo hermanos.

—Dicen que ser hijo único es un privilegio.

—Eso dicen, pero creo que la realidad es otra.

—¿Y ellos saben de qué te vas a casar?

—No, aún no es el momento, por cierto sobre la boda ¿podría ser esta solo fingida? Es decir, no estar casado legalmente.

Negué—. Lo que me pides es imposible, Lauren porque sería volver a lo que era antes y no estoy dispuesto a eso, si no nos casamos no podré ni tocarte la mano frente a los demás, y no serás mi HALAL.

—¿Qué es eso?

—HALAL, significa en árabe, permitido por Dios.

Ella guardó silencio de nuevo.

—¿A qué le tienes miedo?—cuestioné.

—No tengo miedo, solo que estar casados legalmente cambia la situación de uno en muchos aspectos.

—Pienso lo mismo.

—Bueno, cuéntame sobre tus padres.

—Mi padre se llama Anuar, y fue el dueño de la que ahora es mi empresa, mi madre se llama Fátima y es una increíble mujer, y bueno, hermanos tengo un hermano cinco años menor que yo el cual está casado y a punto de ser padre, y dos hermanas. Hoy conocerás a una de ellas.

—¿Y cómo se llama?

—Sarah.

—Es admirable la forma que describes a tu familia, creo que sin decir mucho tus ojos se iluminaron a tal punto que sobraban las palabras.

Ojalá pudiera decir lo mismo de ella, lo poco que me dijo de su familia sonó tan apenada.

—Los admiro mucho, la familia es la base fundamental para el crecimiento de uno mismo, pero no obstante, no siempre es así, conozco a muchas personas que se superaron solos sin ayuda ni el cariño de sus seres queridos y eso es más admirable todavía.

Lauren asintió bajando la mirada.

—Dejaste a la duquesa a un lado ¿verdad?

No contestó y eso me puso tenso a tal punto que el ambiente se hizo pesado.

—¿Lauren?

Pagada para seducir al ÁrabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora