Amir
Hay momentos de la vida que son todo un desafío, desafías al miedo, a las adversidades, la conciencia, nuestra forma de pensar e incluso llegamos a desafiar a los sentimientos, estos que son tan traicioneros y nos hacen tan débiles a la vez.
Las cosas no era como las había planeado, yo no deseé este encuentro con Lauren, ni que esas personas que llamo amigos pagarán para que una mujer me sedujera, no tenía pensado que después de mi viaje a Londres regresaría a mi país siendo un hombre casado, y lo más dudoso era ¿por qué lo hacía realmente? ¿Por el mismo juego que ellos iniciaron? ¿Por qué me da pena esta mujer que ahora mismo tengo delante? ¿Por honor? ¿O verdaderamente lo estaba haciendo por mí, y mis principios?
Fuese como fuera estaba hecho y ella estaba frente a mí toda mojada con la decisión tomada.
—Ten. Cúbrete y sécate, te enfermarás— le acerqué una toalla.
—No sé en qué pensé, pero no quería esperar hasta mañana— dijo.
—Bien, te escucho, Lauren.
—Sé que no debí haber aceptado el contrato de tus amigos, ya que no trabajo de esa manera, mi trabajo es tener acuerdos con los clientes directamente, pero contigo lo hice de manera diferente y no respete las mil formas que me pediste que no continuará.
—¿Y llegaste a la conclusión de...?
—Acepto tu propuesta de trabajo, te ayudaré a demostrar a esos amigos que tienes que realmente eres la definición de la perfección porque a mí me lo mostraste en todos los sentidos.
—No pretendo manifestar la perfección en mí, no lo soy, Lauren. Solo quiero hacerles entender que divertirse no lo es todo en la vida. Que las personas no somos marionetas de nadie para estar jugando unas con otras, esa es mi intención.
Ella me miró y sus ojos recorrieron mis labios mientras hablaba, sentí su cuerpo estremecerse y luego asintió a lo que le había dicho.
—Bien. Entonces nada de clientes, la duquesa debe desaparecer, ahora serás Lauren Evans de Al Malik.
—Sí—musitó.
—Vale, solo falta que pongas un precio.
—No lo decidiré ahora, no pondré una cifra hasta que concluya nuestro trato.
—Me parece justo.
Entonces ella extendió su mano a la espera de la mía— seré tu esposa, ahora si puedes tocarme.
Sonreí y después acepté su pequeña, suave y delicada mano la cual dejó en mí una sensación de descarga eléctrica que sacudió mi alma.
—¿Y ahora?— cuestionó.
—Ahora toca prometernos ante los amigos y la familia. Haré que vengan mi pequeña familia a Londres para conocerte y después anunciaré nuestro compromiso.
—Vale, mientras tanto ¿qué tengo que hacer?
—Aléjate de todo lo que te dedicaste hasta ahora y espera a mi llamada.
—Bien, en ese caso me voy a casa. Buenas noches, señor Amir.
Fruncí el ceño al verla alza del lugar donde estaba sentada.
—Para que suene creíble, olvídate de llamarme señor, y por otro lado te llevaré a casa, aún llueve y tu ropa está empapada.
Ella sonrió levemente y le ofrecí uno de mis abrigos para luego salir de la habitación del hotel. Durante el trayecto un agradable silencio nos acompañó, ella estaba tranquila y yo no sabía que sentir en ese momento, solo me limité a conducir y dejar que el silencio siguiera habitando entre nosotros.
—¿Estás segura de todo esto?—cuestionó antes de bajarse.
—¿Por qué?
—Porque si no lo estás puedes decir que no, que cambiaste de parecer y nos olvidamos de esta locura.
—Soy un hombre seguro de mis decisiones, y sé las consecuencias de casarme contigo y por eso sigue en pie mi decisión.
Ella asintió y después se alejó de mí, pero no sin antes darme las buenas noches.
Era tirarse del puente o alejarse de este, pero yo opté por la opción peligrosa, me tiro de cabeza para darles una lección a lo que me hicieron esto.
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Pagada para seducir al Árabe
Roman d'amourHabía un solo propósito en esta historia, ser pagada para seducir al multimillonario Árabe y hacerle entender que no se podía ser tan perfecto.