Amir
Comprendo que la vida no siempre es fácil, nuestros actos del pasado nos visitan como huéspedes e incluso se queda para recordarnos todo lo que fuimos y hay momentos que marcan el presente, pero somos la solución equivocada a un error que tal vez aún no se ha cometido, ya que a veces no consta de nosotros mismos, sino de fantasmas de ese pasado.
—¿Cómo lo hiciste para que tu pasado no regresé a ti, Amir?
Lauren preguntó mientras su muslo desnudo reposaba encima de mi cuerpo.
—Mi pasado lo dejé enterrado bajo tierra y me aseguré que nunca más me molestaría excepto el recuerdo para no volver a cometer los mismos errores.
—Entonces al mío le di de espaldas y ahora regreso a mí.
Suspire y la mire para hacerle llegar con claridad mis palabras.
—Tu pasado no dependía de ti, ya que tomaste el lugar equivocado, Lauren, pienso que si de un momento hubiera sido solo tú seguramente las cosas hubieran ido de otra manera.
—Ya, pero oíste lo que hizo mi madre.
—Tal y como entendí ayer, Dilay tiene un secreto bastante fuerte que no pudo decir frente a mí, y tal vez cuando lo sepas no te sentirás engañada por tu madre.
Ella escuchó con atención mis palabras y después dejó caer un beso en mi pecho.
—Te amo, Amir.
La rodeé con mis brazos y ella se esconde en mi pecho, me eché a reír y ella hunde aún más su facción mientras noto el roce de su piel entre las yemas de mis dedos que causa en mí ser una calma inexplicable.
Hoy era el último día que íbamos a pasar en Londres, en la noche regresamos a mi país y Lauren solo desea estar en nuestra casa, la decepción hacia su padre es inmensa y por una parte la entiendo, creo que sentirse de tal manera por el hombre que nos dio la vida es algo que pesa mucho.
—Amir ¿qué hacemos aquí?
Parecía sorprendía al verse parada frente a la Torre Blanca, sí, el mismo lugar donde empezó todo y acabó con ese beso tan atrevido de ella, donde quise poner distancia y resultó ser que la distancia decidió acercarla aún más a mí hasta convertirlas en lo que es ahora, mi esposa.
—Este lugar nos dejó un amargo sabor por tu letal seducción.
Ella sonrió.
—Por eso quiero que este último día que pasaremos en este país sea recordado en el lugar donde probé tus lindos y únicos labios.
—¿Así que lo disfrutaste?— preguntó en tono de burla. — Y yo que pensaba que fue una tortura para ti.
—Lo fue, lo fue.
Lauren entre cerro los ojos y cruzó sus manos, pero rodeé su cintura y la abracé por detrás.
—Lo fue porque quería más de ti, pero eras una mujer prohibida para mí en aquel entonces.
—Mm... y dime ¿quieres eliminar ese momento para sustituirlo por otro mejor? Porque esta vez puedes besarme, acariciarme y hacer de mí lo que te dé la gana.
—Así es, habibati. Quiero demostrarte cómo hubiera sido ese momento y como mis labios hubieran jugado contigo hasta hacerte perder la partida.
Sonaba tan tentador que Lauren cazó mis labios y empezó a degustarlos como nunca, mis manos presionan suavemente por sus caderas y mi cuerpo me informó que estaba dispuesto a gobernar el suyo en cuestión de un suspiro, no tenía intención de hacer ese beso corto, no quiero que sus labios dejen de rozarme, de sentirlos y sobre todo de hacerlos míos, de ser el hombre más afortunado por tenerla en mi vida, por ser el único que ganó su corazón roto y que ninguno de los hombres que pasó por su vida supo dejar huella en ella, solo yo, y eso me hace ser el hombre más privilegiado.
—Recordaré este lugar como el principio de mucho y el final de nada, porque regresaremos aquí con nuestras hijas para que este lugar tan histórico sea testigo de nuestra felicidad.
Sonreí y asentí, el mundo tenía que ser testigo de nuestro amor, y la mejor manera de empezar a enseñar que el amor entre dos personas diferentes es posible es aquí mismo.
—Amir, estuve pensado respecto a Dilay. Creo que se merece todo lo que me dejó Laura.
—¿Te refieres a ser nuestra socia?
Lauren asintió. —Tengo la esperanza que ella es igual a mí, es decir sin maldad y tal vez con Dilay las cosas sean diferentes a cómo fueron con Laura.
—¿Sabes lo que supone eso?
Negó.
—Que será dueña del treinta y ocho por ciento de la sociedad que formó el marido de Laura.
—Amir, si lo ves muy arriesgado solo dilo.
—Amor, eres dueña de todo, y puedes hacer lo que te dé la gana con ello, incluso vender la empresa e irnos a vivir a una granja. Creo que se me da bien ordeñar vacas y recoger huevos.
Lauren rio a carcajadas — Te lo digo en serio.
—Lo sé, Amir. Sé que para ti el dinero no lo es todo, pero no quiero cambiar nada de ti.
—Está bien, hob. Lo hablaremos con ella cuando esté instalada en su apartamento.
—Gracias, eres el mejor.
Nos volvimos a besar y las ganas de hacer la mía en aquel lugar se apoderan de mí, pero al ver a los turistas mirarnos con tanto descaro, me alejé de la tentación que causan sus labios y solté un beso casto en su frente.
—No quiero ser el juguete erótico de los que nos miran. Vámonos— ordené seriamente y sujete su mano para salir de ese lugar.
ESTÁS LEYENDO
Pagada para seducir al Árabe
RomanceHabía un solo propósito en esta historia, ser pagada para seducir al multimillonario Árabe y hacerle entender que no se podía ser tan perfecto.