SESENTA Y CINCO

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Lauren

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Lauren

Era duro, muy duro ver cómo Amir cambió la lápida y puso el nombre de Laura, era difícil para mí estar frente a ese pedazo de tierra y no ver más que un mármol, pero ella tomó una decisión que solo le incumbía a ella, aunque se llevó mis decisiones de por medio.

Y lo malo es que no nos damos cuenta de que todo se ha acabado cuando ya no queda nada de nosotros, ¿y entonces para qué arrepentirse al final de todo? ¿De qué serviría?

—¿Estás bien?— pregunta Sarah mientras aún estaba frente a la tumba de Laura.

No decía nada, solo observaba las palabras sobraban en este caso.

—Lo estoy— sonreí y después nos fuimos.

Estaba a punto de seguir el camino de Laura, estaba al borde de ahogarme en nada por querer escucharla, pero agarré al toro por los cuernos y no me arrepiento de ser la débil de la familia, la sincera y la que tiene conciencia aunque a veces me pierda en el camino.

—Que rico está el chocolate— dije al sentir mi paladar inundado de este.

—No tuve ocasión para agradecerte por todo lo que hiciste por mí, sé que la decisión de Amir no fue porque mi madre estuvo insistente, sino que lo hizo por ti.

—No me agradezcas nada, te volvería ayudar encantada.

Por muy difícil que parece ser Amir en realidad es un hombre lleno de sentimientos.

—Adil está de camino, me dijo que llegará en unos segundos—informó Sarah, pero iba a decir algo cuando veo su figura acercándose a nosotras.

—Pensé que estarías sola— le dijo a Sarah al verme con ella.

—Se me olvido decirte que Lauren me acompañaba, pero no pasa nada puedes tomar un café con nosotras.

Adil me mira fijamente mientras su rostro manifiesto lo creído que es, su tono de superioridad hace que me dé arcadas.

—Vámonos— añadió y sostuvo fuertemente el brazo de Sarah para hacerla levantar.

—¿Qué? Pero, ¿qué dices, Adil?

Sarah no entendía nada, la actitud de este hombre se trasformó a un completo idiota.

—No puedo dejarla sola, estamos juntas además Amir...— la hace callar con un grito.

—Camina—ordenó.

Y entonces mi rostro perdió color, me sentí como la mierda al ver cómo estaba siendo tratada por sus palabras, apenas podía defenderme, ya que un bulto bastante grande me dificulta hablar e incluso tragar, solo quería llorar por sus miradas acusativas y de cómo se dirigió a mí, al fin y al cabo sabía muy bien quien fui y él tenía conciencia de todo, pero nunca antes nadie me habían insultado de esa manera y sin apenas decir nada.

—Lauren— Sarah dijo mi nombre.

Solo le sostuve la mirada llena de lágrimas y ella entendió que lo que Adil sabía de mi vida más que ella misma.

Sostuvo su bolso y ese desgraciado tiró de ella y me quedé sola en aquella cafetería, solo miré a mis lados y luego tome asiento para recomponerme. No estaba dispuesta a dejarme humillar por nadie, pero no sé que me sucedió que al estar frente a la hermana de Amir no supe como hablar o qué decir.

Pagué las bebidas que habíamos pedido y después fui en busca del chofer el cual aún estaba esperando, pero esta vez solo era yo la que regresaba a casa.

En todo el camino las lágrimas fueron deslizándose por mis mejillas y no cesaron, ya que los recuerdos de esas miradas me lastimaron a tal punto que solo me queda la imagen del rostro de Sarah ante mis ojos.

Sabía que no era bueno decirle a Amir y no quería que por mi culpa todo lo que intente convencer estos días para que aceptara el compromiso no haya valido de nada y sobre todo sé que Sarah me mirara aún más decepcionada si la separo de Adil así que por eso cuando se acercó la hora de la llegada de Amir, me metí en la cama y fingí estar dormida toda la tarde.

—Mi vida, ¿te sientes bien?— se acerca a mí y besó la mejilla mientras mis ojos permanecían cerrados.

—Sí, solo quiero dormir.

—¿Comiste?

Asentí aún sin abrir los ojos, y entonces siento como me arropa bien con el edredón y se aleja de mí hasta sentir que la puerta se cierra.

No sé cuando tiempo pasó cuando lo volví a sentir cerca de mí para preguntarme e hice lo mismo que antes, mantuve los ojos cerrados y después escuche la puerta de habitación cerrarse, pero seguidamente me incorporé pensado que se había ido, pero para mi sorpresa él estaba dentro de la habitación con las manos cruzadas y mirándome con la frente arrugada.

—Cuéntamelo —exige aún con esa postura.

—Amir.

—No quiero excusas, solo dilo.

Entonces mi ojo se llena de lágrimas y oculto mi facción bajo mis manos, este sigue de pie y a la espera de que empiece hablar.

—Adil me humilló frente a tu hermana, y la alejo de mí, al parecer no quiere verla conmigo en público y sé que tiene razón, ya que la gente puede pensar que Sarah también es una prostituta.

Yasta, lo dije y no me quedaba de otra, Amir no se anda con rodeo y sobre todo odia los engaños y las mentiras y no iba a llevar ese peso en mis espaldas de nuevo, jure no mentirle más y él está haciendo todo lo posible para que lo cumpla.

Los brazos de Amir los cuales los mantenía cruzados los soltó y sus manos formaron un puño el cual las venas se hicieron bastante visibles y su semblante parecía asustar a cualquiera, salí rápidamente de la cama y me enganche a su cuello para abrazarlo e intentar que se tranquilizara que no deseaba que cometiera ninguna locura.

—Amir, por favor. — Sin decir o hacer nada empecé a suplicar para que me escuchara.

Sus manos intentaron separarme de su cuerpo, pero me aferré con tanta fuerza la cual desconocía que tenía y entonces él reacciona y me pidió que lo soltara pero me negué.

—No hagas ninguna locura, por favor, mi amor.

—No haré nada solo suéltame.

Entonces aflojé el agarre y nos miramos por unos segundos mientras sacaba su celular del bolsillo de su pantalón.

—Te espero en casa, no tardes.

Dijo sin dejar de mirarme y por más que le pedía que me dijera a quien había llamado, Amir no me contestó, solo salió a la sala y su cuerpo empezó a caminar de un lado a otro mientras el miedo me estaba consumiendo por dentro.

Pagada para seducir al ÁrabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora