ONCE

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Amir

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Amir

Una de las emociones que más detesto son los celos, un sentimiento que me hace ser diferente al Amir que soy para convertirme en un Amir que nadie quisiera conocer, el autocontrol es uno de los factores que más control tengo, pero descubrí que con esta mujer no soy quien quiero ser.

—Cada quien lo lleva a cabo a su manera y para llamar su atención tenía que presentarme con otro hombre, pues bien aquí estoy.

—¿Y dónde quedó tu valor?

—El valor no lo es todo, señor Amir. Hay cosas que son más fuertes que mantener la dignidad— aclaró ella.

Sus palabras estaban llenas de intriga, sé que quería transmitir algo, pero ¿el qué?

—No voy a discutir por algo que no me incumbe, pero si te siente bien con el hombre que te sujetó de la cintura, entonces solo me queda decirte que pases una hermosa velada.

No estaba dispuesto a darle importancia a algo que nunca debió de crecer entre nosotros, no estoy enamorado, pero siento rabia por no controlar lo que no tenía que molestarme.

—¿Tampoco me quiere como diversión, total solo está de paso por este país?—Su habla me detiene.

Volví a girar para mirarla desde la distancia —. No necesito diversión, no la quiero ni tampoco la deseo y esa es mi decisión antes de que aparecieras, Lauren.

—No le creo— su voz sonaba ahogada.

—¿Qué? — mi rostro se mostraba molesto—. Me creas o no ese es problema tuyo.

—No puede ser tan perfecto— retira unas lágrimas de sus ojos.

—Ya te dije que no soy perfecto, no lo pretendo ser y tú, Lauren solo has complicado las cosas.

No dijo nada.

—No sé por qué esa manera tan insistente de acariciarme, de tocarme y tener... ¿Acaso estás tú...? —me detiene.

—No, no estoy enamorada de usted, no es más que un hombre que no tiene deseo.

—Si eso es lo que quieres pensar, adelante, pero se acabó.

—Pues se acabó— gritó y se marchó de la terraza.

La vida no se trata de desear y actuar, no es querer y obtener, al contrario, lo bueno siempre se hace de esperar, lo deseado aumenta de valor y el valor es la manera de demostrar que si se quiso, que si se deseó, pero que no era la ocasión.

Mi viaje a Londres era trabajar y trabajar, no buscaba diversión o jugar con ninguna mujer, no quiero tocar a nadie que no sea mi esposa, juré que no volvería a pasar por la misma etapa que hace años dejé atrás por desear y querer estar con Lauren, no solo su belleza llamó mi atención sino su inteligencia y sé que detrás de esa sonrisa se oculta algo tan terrorífico que la lastimó.

—¿En serio a todas las fiestas a las que has acudido ninguna de las mujeres que se te insinuó te ha gustado?— pregunta Adil mientras desayunamos en el hotel.

—No, y no insistas sobre el tema.

Lo sucedió ayer con Lauren me dejó un humor de perros, no tenía ganas de hablar con nadie.

—No te creo — interviene Hassan.

—No es necesario que lo hagas— me llevo el café a la boca —. Mi prioridad en este país es trabajar.

—Amir, siempre tan serio y único entre nosotros, impecable, sin manchas ni vida privada. Deja de engañarnos que sabemos que estabas viendo a una mujer, incluso os besasteis— habla Kamal.

Entonces mi mente se alertó al oír lo que soltó Kamal, sabía del beso que me dio Lauren, pero ¿cómo lo supo? Muchas incógnitas se formaron en mi mente.

—Lo que quiso decir Kamal que te vimos salir la noche de la gala con una joven y pensamos que tú y ella...— Adil intenta corregir las palabras de Kamal.

No me lo creí, era evidente que estos tres tramaban algo y estaba dispuesto a descubrirlo.

—Mm... ya— hice como que me lo creí —. Chicos hoy no estoy para nada, ni siquiera para vosotros, así que regresaré a la habitación a terminar lo que tengo pendiente y en la tarde veré al señor Smith.

—Pero Amir...— me voy dejando a Hassan con la palabra en la boca.

Mientras los controladores gráficos reflejan el avance de los últimos días, mi mente empezó a proyectar la imagen de Lauren en mi cabeza, esos labios que dejaban ver una hermosa sonrisa, esa mirada que seduce y que no obtiene lo que desea de mí, todo eso no deja de taladrarme la mente.

—No me conviene, no es ella la que quiero, no debe de serlo— me repito una y otra vez intentando convencerme a mi mismo. ¡Qué locura!

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Pagada para seducir al ÁrabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora