TREINTA

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Lauren

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Lauren

Desperté de la ceguera en la que me encontraba, abrí los ojos y me di cuenta de que me estaba enamorado del árabe, de Amir, se estaba instalando en mi corazón y no sabía si era bueno o no.

Tenía miedo de no ser correspondida y por mucho que él me trate como princesa, sé que en el fondo habrá momentos que nos lastimarán, yo lo lastimaré, lo sé.

—Amir, por favor, para— le pedí entre risas mientras corría detrás de mí.

—Te aliaste con mi hermano.

—No podía decirle que no después de saber lo que le hiciste, que por cierto que canallada de tu parte— me detengo detrás del sofá y él intentaba cerrarme el paso.

— Estuve a punto de morir, odio el picante — me río a tal punto que él aprovechó y me pillo. —Te tengo.

—Vale, me tienes, pero no me hagas nada— supliqué mientras sigo con la risa y oculto mi rostro en su cuello.

Siento como besa mi mejilla, y su barba me pica en el rostro.

—Mm... ahora suplicas eh— su voz sonó tan sensual y llena de deseo. —No te haré nada más que consentirte, mañana lucirás un gran vestido de novia y no quiero dejarte marca con mis besos, seré delicado.

Mi piel se erizó por completo y un recorrido de descarga eléctrica sacudió mi espina dorsal acabando en un cosquilleo intenso en mi interior.

—Uf, lo amo me he enamorado— pienso mientras él me besaba el cuello y terminaba en mi boca, sus manos me daban placer por cada esquina de mi cuerpo mientras mi ropa y la de él desaparecía a cada paso que dábamos a nuestra habitación.

Me he enamorado de él, Amir ha vuelto ocupar el lugar de mi ángel, pero tengo miedo de que rechace mi amor.

—Amir, me encantas— gimo de placer al tenerlo dentro de mí. Este detuvo sus movimientos y me miró a los ojos, para luego mostrarme su perfecta sonrisa y mi interior se vuelve a llenar de ese cosquilleo.

—¿Te encanto?

—Si, no sabes cuánto, me fascinas.

—Me vuelves loco, Lauren.

Y entonces lo bese y él continuó llevándome al éxtasis, perdiendo el sentido de todo y centrándome en él, solo él.

Si me lo dicen hace unos días que mi forma de pensar iba a terminar amando a otro hombre no me lo hubiera creído.

—¡Ay!... ¡Wow! Lauren te siento tan estrecha, me tienes a mil, mi halal.

Sus gemidos sonaban por toda la casa.

Sus embestidas son tan duras y placenteras que nuestra piel sudó de tanta excitación, mi cuerpo se estremeció por las múltiples sensaciones que él provocaba en mi anatomía.

—No puedo más, princesa, necesito llegar.

—Yo también— y entonces me vine y mi garganta lo expuso ante sus oídos.

Él sonríe y después vuelve a eyacular fuera de mí.

¿Por qué ese autocontrol tan extremo en no dejar caer ni una sola gota en mi interior?

Me había enamorado del que no iba a corresponder mis sentimientos, porque si fuera así se dejaría llevar y en vez de controlarse, lo dejaría todo al destino.

Amir se acostó a mi lado y recuperó el aliento.

—No me quiero imaginar mañana cuando te quite el vestido de novias.

No contesté solo miré al techo mientras él me miraba.

—¿Qué ocurre?

—No es nada, solo estoy cansada. Buenas noches, Amir.

No dejé que terminara hablando porque le di de espaldas y fingí estar dormida, pero apenas pude pegar ojo en toda la noche.

De alguna manera u otra, él no estaba seguro de lo que él quiere hacer parecer real, y no, no deseo ser madre creo que traer una criatura a este mundo cuando no se sabe si será feliz o no, sería una irresponsabilidad de mi parte y de él, pero eso se habla y no se decide de manera individual.

Pagada para seducir al ÁrabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora