¿Qué tan malo lo había hecho para que él no quisiera verme más?, ¿debería considerar sus palabras tan llenas de respeto y alejarme de esta seducción la cual me va a llevar a la locura?
—Se acabó, no voy a seguir con el contrato.
—¿Qué tan malo fue? — Carlos alza las cejas.
—Todo lo contrario, aunque le haya robado el beso, su forma de hablarme, el tacto que tuve fue tan extraño que no quiero terminar huyendo porque la Lauren de años atrás vuelva nuevamente, y no... ya sabes lo que pienso de tener sentimientos hacia otra persona.
Carlos presiona los labios y asiente—. Entiendo que este cliente no es como los demás.
—Joder, claro que no es como los demás, sus amigos se la están jugando y los demás buscan mis servicios ellos mismos.
Suspiré, últimamente es lo único que hago.
—Tenías que oír la forma en la que describió a «la mujer». Fueron tan tiernas sus palabras que aún no abandonan mi mente—volví a suspirar.
—¿A la duquesa le está siendo difícil seducir a un hombre? ¿Te rindes? —Carlos ironizó—. Si esos árabes te eligieron a ti es porque saben lo buena que eres en tu trabajo.
—¿Qué sugieres?
—Búscalo en el hotel, usa la excusa de disculparte y colócate una de tus mejores prendas de seducción y déjale ver lo que se está perdiendo.
—Es muy arriesgado.
—¿Miedo?
—Nunca fui rechazada y serlo ahora por Amir creo que me sentiría muy mal.
—Le estás dando importancia a un trabajo que no lo tiene.
—Tal vez porque mi trabajo es satisfacer a los clientes y con este no lo estoy consiguiendo, mejor dicho, con sus amigos.
—Pero si el tío es un santurrón tú no tienes la culpa, a la mierda los amigos.
—Lo intentaré una vez más y si no cae, lo dejaré definitivamente.
—Sabia decisión, como siempre me impresionas.
A lo mejor muchos piensan que dedicarme a lo que me dedico mis principios no tienen valor y en el fondo eso no es así. No estaba dispuesta a dejarme llevar por su belleza ni mucho menos por sus palabras, al fin y al cabo, mi trabajo no consistía en eso. Doy placer de la manera que el cliente me lo pida, pero con normas, a pesar de todo no soy muñeca de nadie. Si siguen las pautas, yo sigo las suyas y el disfrute es conseguido.
—Mamá, no te voy a dar más dinero para gastarlo en apuestas, lo siento búscate un trabajo y satisface tus vicios ya bastante tengo con las deudas que aún estoy pagando— hablo con ella por teléfono mientras me preparaba para hacer un nuevo intento con Amir—. Pues si no puedes trabajar, no juegues más o busca ayuda de una vez, pero yo ya no puedo más con todo—intento ser la mejor hija, pero cuando las cosas se me salen de control, creo que es mejor decir las cosas como son y deshacerme al menos una escasa parte de esa carga que tanto me llega a asfixiar.
Decidido, me iba a presentar en el hotel donde se hospedaba, un último intento antes de tirar la toalla, y ¿qué excusa le iba a poner?, pues ni idea, pero algo se me ocurrirá al llegar ahí y tenerlo de frente.
Mi vestimenta consiste en ropa interior muy provocativa, y encima de este llevaba un vestido no tan ceñido al cuerpo y unas sandalias de tacón con el cabello suelto y un intenso labial rojo. Si su beso y ese simple tacto dejaron en mi piel una sensación extraña, no sé qué le sucederá a todo mi cuerpo si al final consigo tenerlo entre mis piernas mientras mi interior lo envuelve.
Nunca, pero nunca, ninguno de mis clientes había causado este efecto en mí hasta que apareció Amir.
Caminaba totalmente nerviosa por no saber cómo reaccionaría al verme ahí parada frente a la puerta de su habitación, no sé cómo será su recibimiento y eso es lo que más me preocupaba después de esa despedida tan fría, ahora me puedo esperar cualquier cosa.
Solté el aire que mis pulmones retenían al acercarme a la habitación de Amir y después toqué la puerta sutilmente y esta no se tardó en abrirse para dejar ver al hombre que corta mi aliento, que dilata mis pupilas y que acelera las pulsaciones de mi corazón.
—Lauren— dijo mi nombre sorprendido mientras le mostraba una ligera sonrisa.
Sí, la misma y con una alocada misión, seducirte— pensé.
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Pagada para seducir al Árabe
RomanceHabía un solo propósito en esta historia, ser pagada para seducir al multimillonario Árabe y hacerle entender que no se podía ser tan perfecto.