Atención: este capítulo no es apto para personas sensibles.
* * *
Samuel e Isabel regresaron a la vivienda de Benjamín al anochecer. Se habían divertido mucho.
—Quiero más días así —le susurró la muchacha en el oído, antes de que ingresaran a la edificación.
El joven Aguilar no pudo resistirse, y apretó sus labios contra los de ella. Su prima reaccionó apasionadamente, tomándolo del cuello y metiéndole la lengua en la boca.
—Mi amor, estamos frente a tu casa —la detuvo—. Deberíamos entrar...
—¿Cuándo vas a mudarte solo? —lo interrumpió. Era evidente que deseaba a volver a tener intimidad con él.
—Intentaré hacerlo en estos días, no seas ansiosa —le acarició el rostro, y le hizo un gesto para que pusiera la contraseña.
—Esperá —le dijo, y tomó su teléfono móvil—. Quiero que nos saquemos una foto juntos. No es peligroso ahora que todo el valle sabe que salimos ¿Verdad?
—Tenés razón ¿Qué pose hago?
—Poné tu brazo sobre mi hombro y sonreí —le indicó Isabel.
Tomó un par de imágenes.
—¡No hagas una sonrisa falsa!
—Nunca me he tomado fotos voluntariamente. Esto es nuevo para mí —se justificó Sam.
—Es hora de que aprendas a hacer cosas normales, querido —le dio un beso en la mejilla, y sacó la foto en ese preciso instante.
La señorita Medina le prestó su celular a Samuel para que mirara las imágenes que había tomado. Sin querer, él deslizó su dedo por la galería de archivos de la muchacha y se encontró con una fotografía de ella en el cementerio. Estaba fumando. Una de sus manos reposaba sobre sus caderas.
—¿Y esto? —enarcó una ceja. Le había causado gracia la imagen, pero no podía decírselo en voz alta.
—La tomó Juan Cruz en año nuevo, justo antes de que se cortara la luz misteriosamente en el panteón.
—Oh —Sam recordó que los títeres de los Fraudes estaban buscándolo, entre ellos Damián, porque no había querido llevar a cabo una misión. Suspiró, y trató de disimular sus emociones—. Te ves hermosa en la imagen.
Isabel lo contempló con suspicacia. Sin embargo, no dijo nada. Se limitó a colocar la contraseña para ingresar a su vivienda. Samuel la siguió.
Cuando llegaron al comedor, ambos se encontraron con una sorpresa: Micaela y Juan Cruz estaban mirando una película en la pantalla principal. La niña saludó a los jóvenes con la mano.
—Hola, Mica —dijo Isabel, y luego le lanzó una mirada inquisitiva a Juan Cruz.
Samuel recordó que Salomé le había dicho que, para llevar a cabo la búsqueda de la evidencia, debía dejar a Micaela al cuidado de los Medina. También rememoró las palabras que le había dicho la señorita Hiedra:
—"Mi hermanita conoce la verdad a medias, y a pesar de ello, siempre está en peligro. Ahora ya no importa que ustedes revisen los archivos de Cárdenas delante de ella. Es una niña que sabe guardar secretos. Le he explicado en quiénes puede confiar y en quiénes, no".
—Salomé me pidió que la cuidara —expuso Juan Cruz.
—Ah... ¿Y papá? —preguntó la muchacha.
—¿No te acordás que dijo que saldría? Desearía que tuviera una novia.
Isabel hizo una mueca, pero no respondió. El joven Aguilar aprovechó para interrumpir:
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Sangre Letal [COMPLETA].
Science FictionIsabel convive con una madre sumisa, un padrastro abusivo y un hermano menor al cual debe proteger. Samuel sólo tiene a su padre, quien lo maltrata y experimenta con él. Sus caminos están destinados a entrelazarse. Existe una sociedad secreta que ll...