Capítulo 15.

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¿Justo ahora la llamaba "mi rosa negra"? ¡Maldito impulsivo!

—¡SANTIAGO! ¡SANTIAGO! —chilló Isabel, aferrándose a la corteza del árbol—. ¡SANTIAGO! —no podía dejar de sollozar.

Escuchó cómo su cuerpo mutante, al chocar contra el suelo, hizo un sonido anormal. Los sujetos retrocedieron al ver que Samuel había caído de pie y sin un rasguño.

—¡SANTIAGO!

No quería que se expusiera o que se lastimara para salvarla. No otra vez. Ya había sufrido demasiado cuando la habían secuestrado en Culturam y él había ido a por ella.

Sammy, mi amor ¡No me hagas esto!

Sin embargo, él no la escuchó. Tomó un tronco que había en el suelo y esperó a que los atacantes actuaran primero. Era un lunático, ¡Maldito loco! ¿Por qué no era capaz de quedarse quieto a su lado?

—¡Santiago! —insistió, pero fue ignorada.

Los vándalos alzaron sus navajas al instante. Las mismas brillaron bajo la luz de la luna.

—Si nos entregás todo lo que tenés, incluyendo tus códigos bancarios, prometemos dejarte vivir.

¡Sam no tenía dinero! ¡No tenía un puto peso! ¿Qué podría darles, que no fuera su propia vida?

Isabel no dejaba de temblar. No quería que lastimaran a su adorado primo.

El joven Aguilar permaneció en silencio, en posición defensiva. En ese instante, uno de los tipos se abalanzó sobre él, alzando su arma blanca.

—¡Cuidado, Santi! —le advirtió la muchacha, sin ser capaz de ocultar la desesperación en su tono de voz.

Samuel movió el tronco con una destreza inhumana, noqueando a su enemigo con un solo golpe fugaz en la cabeza. La acción prácticamente no le había requerido esfuerzo.

—¡Hijo de perra! —exclamó uno de los delincuentes, y sacó de su bolsillo un arma tecnológica. Era digital y resplandecía luces de distintos colores.

Isabel lloraba desesperadamente. No podría soportar que hirieran a Sam.

Sammy, Sammy... ¡Andate de ahí!

En ese momento, el tipo apuntó hacia la cabeza de "Santiago" y disparó.

Samuel esquivó la bala con una velocidad monstruosa y se arrojó contra el sujeto con una destreza brutal

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Samuel esquivó la bala con una velocidad monstruosa y se arrojó contra el sujeto con una destreza brutal. Sin dudarlo, comenzó a golpearlo una y otra vez en el rostro.

Sentía que la adrenalina se había apoderado de su cuerpo. No era capaz de controlarse.

Hijo de perra ¡Jamás permitiría que hirieras a Isabel!

El tipo que quedaba, en lugar de ayudar a su compañero, huyó despavorido por el susto. Tomó una buena decisión.

—¡Santi! —escuchó la voz de su prima, pero podía de detenerse.

Sangre Letal [COMPLETA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora