Isabel se dejó los pantalones cortos y la blusa blanca, y se colocó unas zapatillas de lona. Se peinó un poco el cabello, se pintó los labios y se perfumó. No quería verse súper arreglada para hacer una caminata, pero tampoco le gustaba sentirse desprolija. Preparó su cartera con pastillas de menta y loción corporal, en caso de que los necesitase.
Pronto, Samuel golpeó su ventana. Ella lo dejó ingresar. Vestía una camisa azul y unos jeans negros. Se había colocado las rastas hacia atrás y se había perfumado. Olía muy bien. Era evidente que se había arreglado para salir con Isabel.
—¿Querés la chaqueta que me prestaste anoche?
—No la necesito, hace calor afuera ¿A dónde querés ir hoy?
—¿Querés que vayamos al mirador del valle?
—Vamos a tener que caminar un rato ¿No te molesta?
—No... Me gusta tomar aire.
Isabel se trepó en la espalda de él, y Samuel saltó de la vivienda, aterrizando grácilmente en el suelo.
—No me quiero bajar —murmuró la muchacha, aferrándose al cuello de él.
—No te bajes. Puedo cargarte el tiempo que quieras.
—¿De qué estás hecho? No dormís, no te cansás y no le tenés miedo a nada...
—De carne, hueso y algunas sustancias tóxicas —replicó Samuel, y soltó una risita.
—¿En serio?
Samuel se quedó callado, y decidió patear una máquina desintegradora de basura. Provocó un ruido tan fuerte que tuvo que escapar corriendo, para que los vecinos no salieran de sus casas para averiguar lo que había ocurrido.
Isabel seguía a aferrada a la espalda del muchacho. El estruendo le hizo acordar a aquella vez en el panteón, cuando él se había chocado la mesa del búnker de Damián.
—¿No te doy miedo?
—No.
—Si te digo que soy un monstruo, y ves que tengo algunas habilidades especiales ¿Seguís sin temerme?
—No. El que te tiene miedo es Ezequiel.
—¿Cómo lo supiste?
—Aquella noche en la discoteca, cuando le dijiste que me suelte, te hizo caso rápidamente.
—En serio, Isabel... Siento curiosidad ¿Por qué no me temés?
—¿Te acordás que me ayudaste a calmarme cuando me dio un ataque de claustrofobia? Luego nos encontramos fuera de mi casa a la madrugada, y me pediste que ingresara en mi vivienda, porque era peligroso para una chica estar sola en la calle a esa hora. También me salvaste de las garras de Ezequiel en la discoteca. Me decís que soy tu rosa negra y me llevás a pasear en tu espalda ¿Por qué debería temerte? Sólo tengo muchas dudas... Como sé que vos no vas a contestar lo que te pregunte, averiguaré por mi cuenta —no iba a contarle la imagen que había visto en la casa de Micaela, o que hacía dos días se había golpeado con Salomé, por ejemplo—. Sólo quiero que me expliques una cosa: ¿Por qué me pediste que me aleje, y luego viniste a verme?
—Es lindo escuchar tu punto de vista, Isa. Luego de analizar la situación, pensé que sería mejor protegerte todo el tiempo que pueda. De una forma u otra, ellos te tienen en la mira.
—¿Y eso por qué?
—No lo sé exactamente. Presiento que no es sólo por el vínculo que tenés conmigo. Hay muchas cosas que yo desconozco, Isa. Dicen que sos especial, murmuran a mis espaldas...
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Sangre Letal [COMPLETA].
Ciencia FicciónIsabel convive con una madre sumisa, un padrastro abusivo y un hermano menor al cual debe proteger. Samuel sólo tiene a su padre, quien lo maltrata y experimenta con él. Sus caminos están destinados a entrelazarse. Existe una sociedad secreta que ll...