Capítulo 8.

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20 de febrero de 2100.


—¡Arriba las manos! —le apuntó con el arma.

El sujeto alzó una linterna y mostró su rostro. No llegaba a los cuarenta años y por su actitud, seguramente no había sido él quién había herido a su colega.

—Mi nombre es Manuel Ibáñez —musitó—, y usted acaba de dejar de escapar al científico más peligroso del Valle. Sin embargo, aún está a tiempo de reparar su error.

—¿Qué dice? ¿Está hablando de...?

—De Horacio Aguilar. Si usted me lo permite, podemos ir tras él.

—No sería ético que permitiera que la vida de un civil corriese peligro.

—¿Una oficial de policía viene a darme clases de moral? —el sujeto hizo una mueca—. ¡Por favor! ¡Aguilar mantuvo a las autoridades al margen durante más de dos décadas gracias al dinero! ¿Acaso usted no estaba al tanto de ello?

Leona sólo sabía lo que le había contado su amigo Pablo, nada más. Era consciente de que el gobierno y sus superiores ocultaban mucha información respecto a Culturam y otros crímenes encubiertos que habían tenido lugar en el Valle.

Apretó los labios, y terminó asintiendo.

—Vamos a por él —dijo ella finalmente.

—Genial...

Mientras trotaban, él comentó:

—Causaré un incendio y provocaré una explosión. Es la única forma de terminar con todo esto.

No me parece buena idea...

* * *

Luego de haber permitido que Manuel causara una explosión, ambos huyeron de la edificación.

—¡Ahora los dos Aguilar, padre e hijo, deben estar tiesos bajo los escombros! —exclamó Ibáñez, antes de perderse de vista.

Esto está mal, esto está mal. Se había dejado llevar por el impulso de vengarse de Horacio Aguilar a causa del dolor, pero no había pensado que más personas inocentes podrían haber muerto ese día.

No puede ser, no puede ser.

Huyó tan rápido como pudo. Al escabullirse entre el pastizal, vio a lo lejos una figura cuyo andar era errático, vestía un traje de protección y era alto y esbelto. Se veía sucio y ensangrentado.

—Ese muchacho ¡Tiene que ser el hijo del científico! —musitó para sí misma, razonando que los demás ya habían evacuado el edificio.

Leona no dudó en correr hacia él.


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Samuel se hallaba increíblemente aturdido luego de la explosión. Sentía que la angustia estaba asfixiándolo. Tenía el cuerpo entumecido, estaba mareado e increíblemente confundido.

Sangre Letal [COMPLETA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora