Capítulo Sesenta y Nueve: "El reencuentro II".

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Advertencia: Este capítulo contiene escenas de violencia.

* * *

Esteban Franco se encontraba increíblemente nervioso. En sus casi sesenta y cinco años de vida, jamás había visto semejante caos en el Valle. La gente se había atrevido a rebelarse gracias a Samuel —quien, a su vez, fue incentivado a ello por Isabel.

Era consciente de que estaban atrapados. No sólo Heredia y Aguilar, sino todos aquellos que habían contribuido a los experimentos realizados en los ochenta, quienes habían sido parte del comercio ilegal de tecnología y quienes habían intentado ensamblar partes del cuerpo humano en animales.

El doctor pronto llegó a la quinta puerta que se encontraba después del salón general. Era metálica, de un color gris oscuro y bastante más gruesa que las demás. Tecleó la clave y entró a la habitación. La sala de implantes se encontraba vacía. En un congelador se hallaban los experimentos que no habían logrado concluir, y había varios recipientes con diferentes muestras de material genético.

Encendió su ordenador y miró desde allí lo que estaba ocurriendo en el corazón del establecimiento: gente extraña rompiendo toda la tecnología que se interponía en su camino. Instantes más tarde, comenzaron a golpear a los científicos que encontraban casualmente, de una manera brutal. Esteban no pudo evitar pensar que aquellas personas eran tan salvajes como Heredia y Aguilar.

Se limpió el sudor con un pañuelo, rozando la enorme cicatriz que tenía en el rostro. Sabía que era cuestión de tiempo hasta que fueran a por él. Romperían la puerta de metal y lo golpearían hasta que ya no pudiera soportarlo.

Configuró su ordenador para que le mostrara lo que estaba sucediendo en las afueras de Culturam, por lo cual, la escena cambió: guardias muertos y heridos, Salomé y Ezequiel exponiendo a Castellán a los medios de comunicación, y decenas de periodistas rodeando la instalación.

—No hay salida —su corazón latía con violencia. Nunca había sentido tanta desesperación en su vida—. Si no me aniquilan estos salvajes vengativos, los medios de comunicación expondrán que ayudé a Heredia y a Aguilar en los experimentos de los ochenta. El nombre de mi familia será manchado para siempre, y la justicia me otorgará cadena perpetua. No importa que haya actuado por miedo o porque en un principio creía en el progreso de la humanidad: nada puede borrar los errores que he cometido.

Entre estar en prisión, recibir una tortuosa golpiza o una muerte rápida, eligió la última opción. Buscó entre los recipientes de vidrio alguna muestra de la sangre de Samuel. Solían utilizarla a la hora de generar mutantes con los cadáveres.

¡Eureka! Halló un contenedor pequeño de vidrio cuya etiqueta rezaba: "SANGRE LETAL".

Escuchó ruidos provenientes del pasillo. Los atacantes ingresarían pronto en la sala de implantes, y lo torturarían hasta su último aliento. Esteban era demasiado viejo y cobarde para tolerar semejante brutalidad.

Con las manos temblorosas y un nudo en la garganta, abrió el frasco y dejó caer una gotita de líquido rojo oscuro sobre la yema de su dedo índice.

Con las manos temblorosas y un nudo en la garganta, abrió el frasco y dejó caer una gotita de líquido rojo oscuro sobre la yema de su dedo índice

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Sangre Letal [COMPLETA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora