Capítulo 16.

121 20 7
                                    


Isabel regresó a su hogar luego de haber dormido abrazada con Sam toda la noche, cursó la escuela virtual y luego le envió mensajes a Umma, a Salomé y a su primo para saber cómo estaban.

No era capaz de dejar de pensar en lo que había sucedido la noche anterior. Sam había recuperado algunos recuerdos, la había llamado "mi rosa negra", y hasta le había pedido que fuera su novia. Sin embargo, aún se sentía abrumada por la pelea que él había tenido con los vándalos. Tenía la necesidad imperiosa de contárselo a alguien. Obviamente, esa persona no sería Juan Cruz, ya que haría un escándalo si supiera lo que había ocurrido. Diría algo así como: "¡Les dije que debían tener cuidado!".

Luego del almuerzo, en lugar de dormir una siesta o de realizar tareas para el colegio, se dirigió a la vivienda de su vecina para hablar con Umma.

La atendió su abuelita.

—¡Isabel! ¿Cómo estás, nena? ¡Te ves muy flaca! ¿Estás comiendo? —típico comentario de las señoras que aún no comprendían que no debían opinar sobre el cuerpo de los demás. Sin embargo, la señorita Medina respondió amablemente:

—Sí, no se preocupe. He perdido peso por la tristeza de haber perdido a mi papá —se encogió de hombros.

A Benjamín Medina no le gustaría saber que se veía esquelética porque lo extrañaba.

—Lo lamento mucho, querida. En serio... —hizo una breve pausa, y agregó—: ¿Estás buscando a Umma? Ella no está. Me prometió que me ayudaría a configurar las máquinas para hacer la limpieza de la casa ¡Pero todavía no ha vuelto!

—¿Se ha ido al club con Facundo y los demás?

Sintió una punzada de tristeza al haber recordado el momento en el que se había encontrado con Luis en aquel sitio... y entonces le había contado que Samuel era peligroso.

—No... Me ha dicho que ha ido a caminar a la plaza que está aquí nomás ¿Podrías ir a buscarla y pedirle que venga? No me contesta el celular.

—Claro.

Isabel fue a buscar a su amiga, sin ser capaz de dejar de pensar en los vándalos, en los recuerdos de Sam y en que, esa noche, tendrían que escabullirse para ir al galpón en donde habían encontrado el cuerpo de Daniela Medina.

Cuando llegó a la plaza, se encontró con una desagradable sorpresa. Apoyados en un árbol, se encontraban Ezequiel y Umma, abrazados y a los besos.

Por alguna razón, recordó que había descubierto a Juan Cruz con Salomé de un modo similar.

El joven Acevedo se apartó unos instantes de la señorita Haro y le acarició el cabello. Estaban conversando como si no hubiese nadie a su alrededor.

A pesar de que no le agradaba en lo absoluto que su amiga saliera con un bad boy, se preguntó si sería correcto interrumpirlos. No obstante, pronto pensó: ¿Acaso tenía autoridad moral para juzgarlos? Acevedo no era una buena persona, pero... había tenido una vida complicada ¿Él también podría tener su redención? Lo único que deseaba era que Umma no resultara herida en todo esto. Seguramente no sabía que Ezequiel había besado a Salomé hacía relativamente poco.

Soltó un largo suspiro y se pegó la vuelta, sin molestar a la joven Haro.

Sólo se limitó a enviarle un mensaje a su amiga, avisándole que su abuelita estaba buscándola, y cambió su destino.

Ahora iría a visitar a Salomé al local de pirotecnia, y le contaría todo lo que había sucedido anoche (y lo que acababa de ver). Ella seguramente le daría sabios consejos.

Sangre Letal [COMPLETA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora