Leona no era una mala mujer, pero estaba sumamente nerviosa por el error que había cometido con Ibáñez. Para terminar de ganar su confianza, Isabel le entregó un chip con información sobre su padrastro y los negocios ilegales de Culturam.
—Si puedo ver a Sammy, no me importa nada más.
—Estás muy enamorada de ese muchacho ¿No es así? —comentó, acariciando el diminuto artefacto con la yema de sus dedos—. Estoy segura de que él también te ama.
—Están hechos el uno para el otro —afirmó Salomé con melancolía.
Las tres mujeres se subieron al vehículo de Marcela, quien se dirigió hasta su granja. Las muchachas le avisaron a Ezequiel que podía marcharse, que ya habían localizado a Sam.
—¿Dónde está? —había preguntado.
—¡Luego te contaremos! ¡Ahora, ándate!
Isabel sentía que los nervios estaban carcomiéndola por dentro. Le sudaban las manos y tenía el estómago revuelto. No era capaz de imaginar qué problema había tenido Sam que había estado un mes sin contactarla.
—Tranquila ¿Sí? Prometo dejarte intimidad con él antes de ir a saludarlo.
—Preferiría que te quedases a mi lado —le susurró al oído—. Tengo un mal presentimiento.
—Haré lo que desees. Yo también tengo una sensación fea en el pecho... Espero que nos estemos equivocando.
Contemplaron las montañas del valle, cuyas puntas estaban nevadas y los árboles rodeados de hojas amarillas.
—Amiga... —murmuró la señorita Medina—. ¿Y si le borraron la memoria?
Salomé hizo una mueca y se quedó en silencio unos instantes.
—¿En qué pensás? —inquirió Isabel, sintiendo que el estómago se le encogía a causa de su inquietud.
—Creo que es posible que eso haya sucedido. Aguilar estaba empecinado con mejorar la fórmula que alteraba los recuerdos...
Ay, no.
Isabel sintió una punzada de dolor. Sus nervios se incrementaron. Lamentó no haber traído consigo el collar de Sam y no haberse vestido con la ropa que había usado para verse con él en el pasado.
—Tranquila, Isa. Sea lo que sea que le haya sucedido, encontraremos la forma de ayudarlo.
Eran alrededor de las cinco y cuarto de la tarde cuando llegaron a la tecnológica granja de Leona.
Estacionaron el vehículo y descendieron. Divisaron gallinas, cerditos, dos perros, tres gatitos y algunas vacas.
Los animales estaban sueltos y felices. Había un granero rodeado de paneles de control, los cuales debían manejarse por una persona de forma adecuada para administrar la limpieza y los alimentos de los habitantes del lugar.
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Sangre Letal [COMPLETA].
Science FictionIsabel convive con una madre sumisa, un padrastro abusivo y un hermano menor al cual debe proteger. Samuel sólo tiene a su padre, quien lo maltrata y experimenta con él. Sus caminos están destinados a entrelazarse. Existe una sociedad secreta que ll...