Capítulo Cuarenta y Nueve: "Las iniciales E. M."

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Benjamín Medina ingresó al cementerio, y fue directo a la tumba de su hermana. Sabía que ella había sido cremada, pero aquel sitio era simbólico.

Se sentía increíblemente preocupado por sus hijos.

Primero, Isabel le había mentido y le había dicho que Juan Cruz se había estado drogando. Más tarde, le confesó que eso no era cierto, pero no porque confiaba en su padre, sino porque su hermano necesitaba la atención de un médico particular.

Las personas que habían atacado a Juan eran las mismas que habían asesinado a su hermana. Soledad le había dicho que sus hijos solían escaparse de noche con sus respectivas parejas.

Era evidente que Isabel y su hermano menor habían estado investigando el asesinato de Daniela. Lo que no comprendía era por qué Samuel acompañaba siempre a su hija ¿Sería para protegerla?

Había algo en ese chico que le resultaba muy familiar, pero él mismo le había dicho que no estaba relacionado con Horacio Aguilar.

Qué dolor de cabeza.

Esperaba que en estas semanas de vacaciones pudiera ayudar a sus hijos. Ambos tenían vicios, ambos se sentían tristes y desamparados. Y tampoco lo veían como una figura paterna, sino Isabel no le contestaría de forma tan insolente.

Cuando estaba por llegar a lápida de su hermana, un muchacho de cabello rubio platinado y cuerpo musculoso se le acercó. Vestía ropa deportiva y zapatillas de corredor. Debía de tener dieciocho o diecinueve años.

—Buenas noches, señor Medina —lo saludó.

—¿Acaso nos conocemos?

—No exactamente. Conozco a su hija y a Samuel. De hecho, trabajo con él.

—¿En el local de pirotecnia?

—Sí, y en otro lugar...

En ese momento, sonó el teléfono de Benjamín.

—Disculpá —el señor Medina atendió la llamada—. ¿Hola?

—Papá —Isabel masculló—, lee el mensaje que te envié.

—¿Qué...? —estaba confundido, y a su vez, algo molesto ¿Era normal que una jovencita de diecisiete años le diera órdenes a su padre?

—¡Papá! ¡Haceme caso! —exclamó, y colgó.

Había recibido un mensaje de texto que rezaba:

"Entretené a Ezequiel... cuando vuelvas a casa te explicaré todo".

Benjamín guardó rápidamente su móvil, para que aquel jovencito no viera el mensaje. Evidentemente, no podía confiar en ese muchacho.

Cuando volviera a su vivienda, le pediría explicaciones a su hija. Debían intentar ser una familia normal de una buena vez.

—Jovencito, me dijiste que conocías a mi hija y a Samuel ¿Cómo te llamás?

—Ezequiel Acevedo.

—¿Sos amigo de ellos?

—Amigo de Samuel. Nos conocemos de toda la vida. Prácticamente nos criamos juntos.

—Ah, ¿Sí? Supongo que se llevan muy bien.

—Bastante... con nosotros trabaja la ex novia de Juan Cruz, Salomé.

—¿Ex novia? —sintió una punzada de dolor. Este joven desconocido sabía más sobre sus hijos que él.

—Sí. Lo dejó porque está enamorada de Samuel.

Sangre Letal [COMPLETA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora