Capítulo Cincuenta y Cuatro: "La historia completa".

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Lectores, prepárense: en este capítulo se enterarán de toda la verdad. 

* * * 

Lionel y Umma ya se habían ido. Benjamín, Isabel y Juan Cruz se hallaban juntos en la sala de estar.

—Me preocupa que no haya regresado —comentó la muchacha—. Algo malo debe haber ocurrido.

—A lo mejor le surgió una misión de improvisto —sugirió Juan Cruz.

Isabel suspiró, y comentó:

—Sam me pidió que revisáramos juntos la evidencia, pero como nos ha dejado plantados, podemos comenzar por investigar el brazalete ¿No creés?

—¿De qué están hablando? —quiso saber Benjamín.

—Ahora te explicaremos, papá.

Juan Cruz esperó que su hermana fuera a buscar la pulsera, y que abriera una de sus tabletas digitales para buscar información.

Benjamín tomó el brazalete entre sus manos —el cual ya no tenía el chip de Cárdenas—, y lo observaba detenidamente.

La muchacha se quedó contemplando la pantalla durante un rato mientras buscaba información. Probablemente estaba revisando diversos artículos.

—Encontré una joyería online que tiene cada producto marcado con una combinación de números y letras —comentó la jovencita—. Dictame el código —miró a su hermano con seriedad.

—Dos, uno, tres, uno, de, ese, ce, jota, ca —leyó el joven Medina.

Tipeó: "2131DSCJK".

En la tableta, apareció la imagen de un hombre de apenas un poco más de treinta años, alto y con traje. En un costado, había una descripción:

"Salvador Olivera. Producto 2131DSCJK. Fecha de compra: 14 de enero de 2080".

—Este brazalete fue abandonado en la casa de Salomé el día que murieron sus padres, más o menos en la misma fecha en que asesinaron a Daniela —comentó Isabel, pensativa—. Los motivos por los cuales aniquilaron a los Hiedra también tienen que ver con Culturam. El dueño de la pulsera era ese tal Salvador, quien estoy casi segura que es el hombre que tomó las fotografías en mis recuerdos... No pude ver bien en aquel entonces, pero todo concuerda ¿No crees? —miró a su hermano.

—Tenemos a tres sobre cuatro asesinos —concluyó Juan Cruz—. Roldán, Benítez, Olivera. Nos falta uno.

Isabel buscó información en la web sobre Salvador, pero no pudo encontrar nada. Frunció el entrecejo.

Benjamín la contemplaba con asombro y admiración. Aunque estaba al tanto de todo lo que había sucedido con su hermana, probablemente estaba sorprendido por la inteligencia de Isabel.

La adolescente se levantó de la mesa, y fue a buscar algo a su habitación. De pronto, apareció con la mochila de Salomé. La revisó y sacó un sobre largo de color mate.

—La evidencia de la muerte de Daniela Medina —anunció. Su expresión se había ensombrecido—. Aquí tienen que estar las fotografías que había tomado ese hombre que aparecía en mi recuerdo.

Su papá tragó saliva. Juan Cruz notó que él estaba nervioso, y era entendible: ninguna persona querría ver imágenes de cómo habían asesinado a su hermana. Sería increíblemente doloroso.

—¿No deberíamos esperar a Samuel para eso? —preguntó Juan Cruz al notar cuán conmocionado estaba Benjamín.

—No. Él nos dejó plantados. No podemos esperar más.

Sangre Letal [COMPLETA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora