Capítulo Nueve: "El engendro".

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—Linda hora de regresar —masculló Soledad irónicamente, cuando vio que su hija ingresaba por la ventana.

Isabel no supo qué decir para justificarse: había regresado a las siete de la mañana, cuando se suponía que estaba castigada. Lo peor de todo era que su madre no tenía idea de que había estado escondida con un chico hasta entonces, y que él la había acompañado de regreso hasta la esquina de su vivienda.

—Afortunadamente para vos, Damián está trabajando. No le diré lo que han hecho ustedes. Espero que sea la última vez que salís sin permiso de esta casa ¿De acuerdo?

—Sí —asintió con la cabeza—. ¿Y Juan Cruz?

—Ya he hablado con él también. Llegó antes que vos ¿Se puede saber dónde estuvieron? Antes no se comportaban así...

—Estuvimos en la discoteca... Odiamos quedarnos encerrados, mamá. Deberías pensar en levantar ese terrible castigo...

—Si se comportan así, no tendré más remedio que extenderlo.

Isabel no respondió y salió de su cuarto dando zancadas. Se sentía increíblemente agotada porque no había dormido en toda la noche, y no tenía ánimos de seguir discutiendo con su madre. Se dirigió hacia la habitación de su hermano menor, en búsqueda de respuestas.

No era capaz de dejar de pensar en todo lo que había ocurrido horas antes: la misteriosa aparición de Ezequiel, el baile con Samuel, el encuentro con Salomé y con Juan Cruz, y la presencia demacrada de Luis.

Colocó la contraseña del cuarto de su hermano, e ingresó. Él, a ver a Isabel, corrió hasta ella y la envolvió en un abrazo

—¡Estaba muy preocupado por vos!

—¡Y yo por vos! —contestó la muchacha—. ¿Qué pasó con Luis?

Ambos se sentaron en la cama de Juan Cruz, para dialogar.

—Le curamos las heridas, pero no fuimos capaces de obtener información concreta.

—¿Qué decía?

—Algo sobre una misión de Samuel y el peligro que acecha a lo que los rodean... O eso entendí. Se veía muy alterado.

Isabel se estremeció. Se preguntó qué sabían Salomé, Micaela, Ezequiel y Luis sobre el joven Aguilar, y por qué se comportaban de forma tan extraña y misteriosa ¿Tan peligrosa era la gente que los rodeaba?

—Hermanita, si bien Samuel me parece simpático, no me gusta que pases tiempo a solas con él... Anda metido en cosas raras. Decime la verdad ¿Qué estuvieron haciendo durante todas estas horas?

—¿No sos algo pequeño para estar pidiéndome explicaciones? Yo podría decirte lo mismo respecto a Salomé.

—No seas así. Los Hiedra viven en nuestro barrio... además, siempre es más peligroso para una mujer que para un varón estar a solas con alguien del sexo opuesto...

Isabel se contuvo para no contarle que Salomé estaba obsesionada con Samuel, y que estaba segura que la hermana de Micaela podría ser mucho más peligrosa que el joven Aguilar.

Como la señorita Medina se mantuvo callada unos instantes, Juan Cruz insistió:

—¿Pasó algo cuando estuviste sola con Samuel? ¿A dónde fueron? —era algo sobreprotector con su hermana a pesar de ser menor que ella.

Isabel suspiró.

—Sólo hablamos. Estuvimos en un sitio abandonado.

—¿Tantas horas hablando? —se mostró incrédulo.

Sangre Letal [COMPLETA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora