Capítulo Cuarenta y Tres: "El brazalete".

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Juan Cruz no podía dejar de llorar. Trató de disimular sus sentimientos delante de Salomé, pero cuando ella se marchó, las lágrimas brotaron automáticamente de sus ojos. Su ex novia lo había usado durante un mes y medio para olvidarse de Samuel ¿Por qué había sido tan estúpido y no se había dado cuenta de ello?

Necesitaba dialogar con la señorita Medina.

—¡Isabel! —exclamó, llamando a su hermana—. ¡Isa!

A pesar de lo devastado que se sentía, estaba decidido a recuperar sus recuerdos. Salomé no lo ayudaría, pero una buena conversación con Isabel, quizás sí.

La muchacha ingresó rápidamente al cuarto de Benjamín.

—¿Estás bien? —se veía preocupada.

El joven Medina tragó saliva.

—Tenés los ojos rojos —ella era muy observadora—. ¿Estuviste llorando? Vi que Salomé se fue apresuradamente, arrastrando a Micaela...

—Cortamos —la interrumpió Juan Cruz, sin ser capaz de ocultar su tristeza—. Me dejó. Lamento no haber escuchado tu advertencia el mes pasado...

—Oh —Isabel le tomó la mano a su hermano menor—, no quiero que estés apenado...

—Me dijo que está enamorada de Samuel —sollozó—, y que cuando vio que vos y él se besaban, supo que no debía seguir lastimándome...

La señorita Medina lo contempló con melancolía, y comentó:

—A pesar de que ahora te duele, creo que ella hizo lo correcto. Supongo que te has ganado su cariño, y prefirió dejarte antes que hacerte sufrir.

Juan Cruz se sorprendió por la respuesta de su hermana.

—¿Ahora le das la razón?

—No. No debería haber salido con vos si siempre estuvo enamorada de Sam... A pesar de ello, supongo que intentó enmendar su error. Cuando te hallabas inconsciente en Culturam, yo fui testigo de que ella te revisó para chequear tu estado físico...

Juan Cruz soltó un largo suspiro.

—Presiento que no me has puesto al corriente con los últimos sucesos de estos días —masculló el muchacho—. Salomé me ha comentado que vos y Sam son pareja nuevamente, y me pidió que te preguntara por un tal Benítez —pronunciar aquel apellido le provocó una punzada inexplicable de dolor en su cabeza. Se masajeó las sienes con la yema de los dedos.

—No quería abrumarte con información...

—Y ahora, defendés a Salomé. Debe haber una extraña razón para ello —si bien Juan Cruz no era tan inteligente como su hermana mayor, tampoco era un bebé de pecho. Era muy perspicaz.

Isabel le hizo una seña para que le dejara espacio en su cama, y se sentó al lado de él.

—Hace unos días, fui sola al cementerio a buscar evidencia sobre la muerte de nuestra tía. Allí, un tipo llamado Benítez quiso abusar de mí... —se le puso la piel de gallina, y agachó la mirada—. Afortunadamente, Samuel lo detuvo. Sin embargo, él estaba cegado por la ira... casi lo mata...

—¡Yo también hubiera querido asesinar a esa basura! —exclamó Juan Cruz, sin poder ocultar su enojo ¿Por qué existían hombres tan pervertidos y malvados?

—No te alteres, por favor. La historia continúa —se aclaró la garganta—. Samuel no asesinó a Benítez, se limitó a dispararle con un arma medidora de metabolismo. Sergio le prometió que le daría evidencia sobre la muerte de Daniela Medina. Más tarde, uno de los títeres de Horacio Aguilar, Toribio Castellán, apareció por allí a pedirnos que lo acompañásemos hasta el escondite de Culturam. Nuestro querido primo entregó la evidencia tomada por el arma, para que los científicos comprobaran el estado de excitación de Benítez cuando Sam me defendió... Al cabo de un rato, nos avisaron que el pervertido había sido asesinado. Era obvio que nos habían obligado a retirarnos del cementerio para poder cometer el homicidio sin testigos. Luego, fuimos a la mansión de Benítez para buscar información. Su hija, Magdalena, nos permitió revisar sus dispositivos, pero no encontramos nada de gran relevancia, sólo un archivo con datos escritos sobre los asesinos de Daniela, pero no servía de prueba. Lo que sí vimos fueron videos de la niñez de Salomé... No justifico su accionar, pero puedo comprenderlo —suspiró—. Ha sufrido mucho. Sus padres eran unos científicos locos al igual que el señor Aguilar... No les bastó con experimentar con la mayor de las Hiedra, también querían hacerlo con Micaela. Para salvarla, Salomé hizo un pacto con los Culturam: protegerían a su hermana menor si ella se convertía en su títere...

Sangre Letal [COMPLETA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora