—Te envié un regalo. —Mi voz era grabada por el audio, preparándose para enviarlo a Anne—. Creí que sería bueno enviártelo a la antigua. Ya sabes, por correo, como un paquete especial. Aunque temo que sea demasiado grande, Shirley. Y aunque sé que lo leerás, te lo digo ahora. Razon sesenta y siete, eres encantadoramente encantadora y te amo por eso. Pareces sacada de un cuento de hada. Te amo.
Karina me miró, riendo.
—Tu empalagosidad me da ternura —dijo, metiendo al horno lo que sea que estuviera cocinando.
—¿Qué puedo decir? Soy adorable.
—Insoportable, querrás decir, hermanito —replicó América, asintiendo solemnemente—. Papá diría que estás siendo realmente cargante. No has dejado hablar con Anne en todo el día y por tu culpa no responde mis mensajitos. Está demasiado pendiente de ti y a mi me deja en el olvido.
Sentí la opresión en el pecho cuando habló de papá, pero de inmediato otro pensamiento llegó a mi mente.
Bufé. —No sabía que estaba en una competencia por quien llama más la atención de Anne.
—Ella me quiere mas a mi —dijo, y me sacó la lengua, burlesca.
Y, en mi madura actitud de chico de diecisiete años... Le saqué la lengua también.
¿Qué? Eso fue muy maduro. Hasta diplomático. Los políticos deberían responderse así. Es, completamente, necesario sacarse la lengua. Un estudio dice que desestresa a la gente.
Fuente: Miami.
Buh, desde hace tiempo que no te escuchaba, conciencia.
Pero bueno, ahora el tema importante, Karina y yo decidimos que una buena forma para empezar a superar lo de papá, era hablarlo.
Hablar de él, de lo que hacía. No importaba que terminaramos llorando. No. Lo hablábamos. Y si las lágrimas debían salir, que salieran.
Ya no nos íbamos a guardar nuestra pena en nuestro interior. No.
Vamos a dejar que las lágrimas caigan. ¿Quién sabe? Quizá hasta crezca un jardín de esperanzas y posibles sueños. Me gusta esa perspectiva.
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𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)
Fanfiction-¡No me interesa, Gilbert! ¡No tienes razones para quererme, no tienes razones para amarme! Solo... solo apártate de mi. Fruncí el ceño, la tomé del brazo y la obligue a mirarme. Sus ojos estaban cristalizados. -Tengo cien razones para amarte, Anne...