—Espero que todo esté en perfecto orden, Blythe.
Asentí. Anne revisó el cuaderno con el ceño fruncido, pasando cada página más lento.
—Está bien, ¿no? —pregunté.
—Esto no lo hiciste tú, Gilbert.
Pero, ¿es que esta chica es adivina o qué?
—¿Cómo sabes que no lo hice yo?
Ella me miró con cara de "¿tú crees que yo soy estúpida?"
—He recibido dos cartas tuyas y una nota. Esta no es tu letra y todo está muy... colorido.
Le dije a América que no usara tantos colores, maldita sea.
—Está bien, me descubriste. Le pagué a América para que lo escribiera todo —confesé, dándole esa sonrisa que derrite a todas las chicas.
Claro está que ella ni siquiera se fija en mi hermosa sonrisa, si no que me mira directo a los ojos.
—¿Cómo puede ser que tu hermana de ocho años tenga mejor caligrafía que tú? Y más creatividad, claro.
—Oye, eso me ofende.
—Ese era el punto.
—Bueno, ya te traje el cuaderno luego de estar día y noche apoyando a América para que escribiera. Le di mucho apoyo moral —dije, recordando como luego de la página 47, mi hermana tenía la mano adolorida y tuvimos que parar para comer helado.
Papá me reprochó que le pagara a América, pero, vamos, le pagué muy bien.
Adivinen quién tiene entradas para ir a ver el musical de Disney que van a dar en el anfiteatro de Halifax.
Exacto, yo. Y se las di a mi fanática hermana a cambio de que escribiera.
—Al menos tiene todo —murmuró ella, cerrando el cuaderno y sonriendome—. Jamás te vuelvo a prestar un cuaderno, Gilbert, tenlo claro.
—¿Y si falto a la escuela? ¿Quién me lo prestará?
—Eres el chico más popular de toda la escuela, Gilbert, cualquiera moriría por prestarte su cuaderno.
POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL ENTENDER QUE QUIERO ALGO QUE VENGA DE TI, NO DE OTRA PERSONA.
—Sí, pero me gusta que me lo prestes tú.
Se cruzó de brazos, pegando en cuaderno a su pecho. —Lástima que ya no quiera prestartelo. Y hay más chicas nerd en la escuela, no existo solo yo.
Que te quiero a ti, carajo.
Solté un suspiro, sentándome en los escalones que daban directo a la calle.
—Me duele que seas así conmigo —mascullé con dramatismo.
En estos momentos deseaba tener una barrita de chocolate para ahogar mis penas con comida.
—¿Así como?
—No sé, como... un poco antipática. Y fría.
—Ni de modo que sea caliente.
Sonreí. Claro que sí.
—De ser caliente, si lo eres.
El golpe en mi cabeza no tardó en llegar y me sobe, aguantando la risa.
—Agradece que no te golpee con la escoba —dijo. Giré mi cabeza para verla sonrojada. Sus mejillas se tiñeron del mismo color que su cabello, y miraba a otro lado con nerviosismo.
Dios, ¿por qué le cuesta tanto aceptar que lo que siento es real? La amo, maldita sea.
Dos estúpidos años amandola y ahora que le digo, no me cree. Se que es mi culpa, pero, joder, no quiero esperar ochenta y siete días más para poder besarla, tomarla en mis brazos y hacerla mi novia.
—Aceptaría que me golpearas con lo que sea solo para seguir mirando tus hermosos ojos, tu hermoso rostro y seguir fantaseando con besar esos lindos labios con forma de corazón. Es más, ahí tienes mi razón número trece. Tus labios. Creados por la mismísima Afrodita, hermosos, simplemente perfectos —le dije sin dejar de mirarla.
Si antes estaba sonrojada, ahora lo estaba mucho más. Y miraba el cielo. Sabía que cada vez que se sentía nerviosa miraba hacia arriba.
—No digas eso —susurró.
Me levanté, tomé con mi mano su mentón y la obligue a mirarme. Mi pulgar pasó por encima de su labio inferior y tuve que reunir todas mis fuerzas para no besarla.
—¿Has dado tu primer beso? —pregunté.
Probablemente sí. Vamos, ¿quién no querría besarla cuando es tan...?
—No. —Su respuesta fue corta y parecía que no tenía aire cuando lo dijo.
—Me sorprende saber que no hayas besado a nadie —susurré, acercándome involuntariamente más a ella.
Anne no se apartaba, de todos modos.
—Yo... es que...
El titubeo en su voz es tierno.
—No... bueno... eh...
Y finalmente, rompiendo todo el momento, Anne se separó apoyándose en la puerta y respirando entrecortadamente. Me miró por un segundo más antes de entrar y cerrar la puerta, dejándome solo ahí afuera.
ESTÁS LEYENDO
𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)
Fanfiction-¡No me interesa, Gilbert! ¡No tienes razones para quererme, no tienes razones para amarme! Solo... solo apártate de mi. Fruncí el ceño, la tomé del brazo y la obligue a mirarme. Sus ojos estaban cristalizados. -Tengo cien razones para amarte, Anne...