Ay de mi.
Me iba a golpear.
No, me iba a matar.
Me iba a asesinar de la peor forma posible.
A mis dioses Shawn Mendes, Conan Gray, Harry Styles, les pido la protección para que ninguna pelirroja maniática acabe con mi preciada vida.
—Blythe, ¿qué haces aquí?
Al momento en el que escuché su voz, me giré a la puerta. Estaba en pijama. Claro, son las nueve de la mañana de un sabado, ¿cómo no iba a estar en pijama?
—Este... yo... —ay dios mío, que difícil—, pues yo... esto... es que...
Anne frunció el ceño. —¿Qué te pasó? Nunca divagas antes de decir algo.
Es que mira, mariposita, ¿cómo te digo que accidentalmente rompí uno de tus cuadernos de apuntes?
—Yo...
Fuerza, Blythe, tú puedes.
—Tú...
No, no puedo.
—¡Es que te traje otra carta! —exclamé, haciendo que diera un brinco.
—Pero, ¿por qué gritas? —reprochó, cruzándose de brazos.
—Lo siento.
—Li siinti.
Me quedé ahí, mirándola y ella volvió a fruncir el entrecejo.
—¿Y la carta? ¿Dónde está?
Eso, Blythe, te aplaudo. Ahora vas a tener que entregarle una carta inexistente. Apenas tienes la nota y es un secreto para entregarsela cuando no se de cuenta.
—Se me... se me cayó.
—Y entonces viniste aquí, sabiendo que se te cayó.
—Sí, bueno, es un placer verte.
—Y es un placer molestarme a las nueve de la mañana en el único día que no tengo que verte, ¿no?
Auch.
—Tampoco me hables así —murmuré.
Alzó las cejas y me golpeó el pecho con su dedo. —Son las nueve de la mañana. Estaba durmiendo y soñando con que Zayn me decía que me amaba y era la única mujer a la que querría por el resto de su vida. Nos íbamos a casar y luego va Marilla a decirme que me buscan. ¡Y hace frío!
—Perdón, perdón, no te enfades.
Entrecerró los ojos antes de hablar.
—No viniste a dejar una carta. Si hubieras venido a eso, no se te habría caído jamás, por nada del mundo. No soy estúpida, así que dime que haces aquí.
Código 1789, código 1789. ¡Nos descubrió!
—Tienes razón —confesé, bajando la mirada—. Vine aquí para darte una noticia importante...
—¿Me vas a dejar en paz?
La miro ofendido.
—¡Claro que no! ¡Soy un chico que sabe esperar!
—Mira, por la razón 18 ya te vas a rendir.
¿Me estás retando? ¿A mi? ¿A Gilbert "No se rinde jamás" Blythe?
—Me sorprende que pienses eso de mi —digo, poniendo una mano en mi pecho con dramatismo.
—Dime que hiciste.
No respondí.
—Gilbert, dime o no te vuelvo a hablar jamás.
—RompíTuCuadernoDeCiencias —dije rapidísimo, para que no me entendiera, lo que efectivamente funcionó.
—¿Qué?
—Que RompíTuCuaderno....
—No te entiendo.
—¡Que rompí tu cuaderno de ciencias!
Silencio.
Y de pronto siento como me golpea con una planta en la cabeza.
—¡IDIOTA! ¡IDIOTA! ¡IDIOTA! ¡ERA MI CUADERNO MÁS LINDO QUE TENÍA Y TODO LO DEL EXAMEN ESTABA AHÍ!
Me arrodillo delante de ella y la abracé de la cintura, pegando mi rostro a su estómago para que no me siga golpeando. —Lo siento, lo siento, te juro que te voy a comprar uno, voy a escribir cada palabra, lo juro, lo juro.
—¡BLYTHE CON ESO NO...!
—¡Anne Shirley-Cuthbert! ¡¿Qué es todo ese griterío a las nueve de la mañana?
Oh, oh.
Ni siquiera tengo tiempo de separarme de Anne cuando Marilla Cuthbert llega a la puerta, con la mirada amenazadora.
Ay.
—¿Qué significa todo esto? ¿Por qué estás golpeando a Gilbert? ¡¿Y por qué lo golpeas con una pobre planta?!
Ahora sí que me separé. Todo Avonlea sabía que Marilla Cuthbert enojada solo era sinónimo de rayos y tormentas eléctricas.
—Rompió uno de mis cuadernos —reclamó Anne, señalanadome.
Ella me miró, cruzándose de brazos. —¿Por qué le rompiste un cuaderno, Gilbert?
—¡Fue un accidente! Yo estaba en mi escritorio y el cuaderno estaba apoyado en la ventana porque no podía mantenerlo de pie de ninguna otra forma. Entonces, llega mi hermana América y se sienta de golpe en el escritorio, provocando que el cuaderno caiga al... —me interrumpo, sabiendo que ahora si me matará.
—¿Caiga a qué? —inquirió Anne, también cruzándose de brazos.
—Al triturador —murmuré.
—Primero que todo, ¿por qué había un triturador en tu casa? —dice Marilla Cuthbert con el ceño fruncido.
—Papá estaba triturando un par de cosas.
—De acuerdo, segundo; supongo que irás a devolverle el cuaderno a Anne, ¿no? Con todo exactamente escrito y cada hoja en perfecto estado.
—Sí señora.
—Señorita, Blythe. —Miró a Anne y le quitó la planta de las manos—. Y si vas a golpear a alguien, Anne, que sea con la escoba porque duele más.
Y con eso se fue.
—Más te vale traerlo mañana, porque el lunes tengo que estudiar junto a Diana.
Tomé su mano. —Lo siento, de verdad.
Desvió su mirada en un desprecio que me causó gracia.
—Anne, te prometo que lo voy a traer mañana.
—Y si no, te daré con la escoba en la cara.
Antes de que se fuera, metí dentro del bolsillo de Anne una nota con la razón número 12.
Y me cerró la puerta en la cara.
¿Que qué decía la nota?
Razón número 12: Ando enamorado de tu amor por los animalitos. ¿Te conté que tengo un gato? Se llama Zanahoria. ¿En honor a quien? A ti. Aún recuerdo el libro pegado en mi cara cuando te molesté.
Y el gatito es naranjo.
(Y sí, te escribí esto para que me perdonaras por romper tu cuaderno. Quiereme, ¿sí? Yo te quiero)—Gilbert (o el amor de tu vida).
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𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)
Fanfiction-¡No me interesa, Gilbert! ¡No tienes razones para quererme, no tienes razones para amarme! Solo... solo apártate de mi. Fruncí el ceño, la tomé del brazo y la obligue a mirarme. Sus ojos estaban cristalizados. -Tengo cien razones para amarte, Anne...