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—¡Roja! ¡Mañana, a las 6:00 P.M, verás al amor de tu vida cocinando! —exclamé eufórico a través del celular.

¿Aprendiste a cocinar? ¿Tú? —Su voz sonaba sorprendida.

—¡Pues claro que aprendí a cocinar, Anne Shirley-Cuthbert! ¿Con quién crees que estás hablando? ¡Soy un chef de renombre! ¡Iré y participaré en Máster Chef para ganarles a todos!

Era cierto. Llevaba dos días cocinando con la ayuda de Karina y, extrañamente, no se me daba tan mal.

Excepto por el tiempo. Se me olvidaba cuanto tenía que estar una comida en el horno, pero para eso servía el temporizador del celular.

De acuerdo, no te alteres, señorito Máster Chef. Mañana iré y veremos si realmente aprendiste a cocinar.

—Antes de que cuelgues, la razón número cuarenta y dos. Es hermoso ver el mundo a través de tus ojos, amor mío. Tienes una perspectiva tan distinta de todo lo que nos rodea, que a veces me pregunto el por qué no todos piensan como tú.

Pienso lo mismo que piensa una gran cantidad de personas, Gilbert —pude escuchar su risa nerviosa.

—Pero la diferencia es que estoy hablando de lo que piensas tú, Mi Anne, y no de lo que piensen los demás. Me interesa lo que tú pienses. La vida, como ya te dije, es más hermosa a través de ti, de tus ojos, de tus labios, de tu mirada. Todo lo que tenga que ver contigo, mi preciosa pelirroja.

𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora