—Entonces solo tienes que esperar unos diez minutos hasta que se derrita el queso y todo quedará perfecto —dijo Karina, quitándose sus guantes de cocina al mismo tiempo que yo. Habíamos cocinado juntos y me ayudo a hacer la comida favorita de Anne.
Lasaña. Y nos quedó exquisita.
Me siento orgulloso. ¡Aprendí a cocinar! Eso es algo increíble dado a que se me quema hasta el agua.
Pero, por Anne todo.
El timbre de la casa sonó y miré ansioso a Karina.
—Ve a abrirle, pues, antes de que baje América y le abra primero que tú —animó, sonriendo ante mi nerviosismo.
Corrí, prácticamente, hasta la puerta. Abrí rápidamente y ahí estaba ella. Ni siquiera dejé que dijera algo cuando la tomé de la cintura y la acerqué a mi para luego besarla. La había extrañado mucho, a pesar de que solo nos habíamos visto horas antes.
Es que Anne es demasiado importante para mi vida, lo vieras de donde lo vieras.
Sus labios se movían sobre los míos, con esa delicadeza que siempre tiene. Cuando la beso, es como si todo el mundo se quedara atrás. Es como si el tiempo se detuviera. Causaba tantas emociones en mi que por momentos pensaba que explotaría de alegría. Finalmente nos separamos por falta de oxigeno. Estúpido Oxigeno.
—Bueno... yo... eh... ¿Cómo estás? —preguntó, sorprendida por el beso. Y nerviosa. Siempre se pone nerviosa después de un beso.
La amo.
—Bien, ahora vamos, para que pruebes mi comida. Te va a encantar. —Anne asintió y yo la tomé de la mano para comenzar a caminar con ella hasta la cocina.
América ya estaba abajo, cruzada de brazos y con rostro enojado. Karina la miraba divertida. Los ojos de mi hermana se iluminaron cuando la vieron.
—¡Anne! —chilló, lanzándose a sus brazos.
La pelirroja rio y la abrazó con cariño, saludándola y saludando a Karina, que también la abrazó.
Me encanta saber que la quieren tanto.
Papá bajó las escaleras vestido de traje y con una maleta, causándonos confusión. Creí que comería con nosotros.
—Me llamaron del trabajo. Piden a alguien que pueda ir a regular lo que pasa en la empresa de Vancouber ahora mismo —anunció, con gesto triste. Su mirada viajó a Anne—. Lamento no poder estar con ustedes, aún más porque Gilbert dijo que nos presentaría a su futura esposa y madre de su equipo de fútbol.
Sonreí inocentemente cuando Anne me miró asombrada y sus mejillas se tiñeron de rojo.
—Yo... eh... no se preocupe, señor... —masculló, asesinándome con la mirada.
Él sonrió y acercándose a ella, la abrazó. No quité mi sonrisa. Papá siempre era muy cariñoso y sabía perfectamente que quería a Anne tanto como Karina y América. Toda mi familia estaba encantada con Anne.
—Espero que la pasen bien, y que te guste lo que Gilbert te preparó. Lleva toda la semana viendo tutoriales en YouTube y siendo ayudado por Kary para poder cocinar. —Todos soltamos carcajadas ante lo que dijo papá.
Luego se despidió de nosotros y salió de la casa, volviendo a pedir disculpas por no poder estar. Bueno, al menos estarían Karina y América.
La señorita continente fue a su habitación a buscar su nueva muñeca para mostrársela a Anne mientras que su madre se fue muy feliz a hacer un no se qué —cosa que claro, era para dejarnos solos—.
—Así que cocinaste algo —dijo, cruzándose de brazos.
—Tu comida favorita —sonreí.
—De acuerdo, y, ¿Qué comida es mi favorita?
La guie al horno en donde se podía ver por la puertecita de vidrio lo que se estaba cocinado.
—Gilbert Blythe, ¿Cómo sabías que esta era mi comida favorita? —inquirió, señalándome.
—Te investigué. Y le pagué a una persona para que me diera cada detalle sobre ti que se me haya pasado por alto. Lamentablemente, no puedo decir quien es porque me pidió confidenciali...
—Fue Diana, ¿no? —me interrumpió, divertida.
—Bueno, pues sí.
Ella soltó una carcajada y me abrazó.
—Razón número cuarenta y tres —murmuré, acariciando el largo de su espalda con cariño—. Tienes excelentes gustos.
—¿De comida?
—Pues sí, y tu gusto por mi, obviamente. Enserio, tus gustos son fantásticos, Roja —dije riendo. Ella golpeó mi brazo negando con su cabeza—. Y yo también tengo excelentes gustos. O sea, me gustas tú.
Mi celular comenzó a sonar, lo que significaba que era hora de sacar la lasaña del horno. América y Karina volvieron, llamadas por el olor que salía de la comida y pronto les serví.
Al primer bocado, las tres se miraron con los ojos muy abiertos.
—¿Esto lo cocinó Gilbert, mamá? —preguntó América.
—Sí...
—¿Está segura, señora? —cuestionó ahora Anne.
—¡Oye! —exclamé, frunciendo el ceño—. Es obvio que lo cociné yo.
Las tres pusieron sus ojos en mi.
—Está muy buena, Gilbert —me dijo Karina, volviendo a comer más.
—Todos esos tutoriales sirvieron —rio la señorita continente.
Pero yo miraba a Anne. Ella no quitaba sus ojos de mi.
—Me encantó —habló, dándome esa hermosa sonrisa que tiene.
Ya ven. Todo por ella, a pesar de que me corté el dedo mientras usaba un cuchillo, pero no me importa. Todo. Por. Ella.
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𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)
Fanfiction-¡No me interesa, Gilbert! ¡No tienes razones para quererme, no tienes razones para amarme! Solo... solo apártate de mi. Fruncí el ceño, la tomé del brazo y la obligue a mirarme. Sus ojos estaban cristalizados. -Tengo cien razones para amarte, Anne...