Ni siquiera era consciente de lo que hacía, de quien me abrazaba o quien me hablaba. Estaba reaccionando mecánicamente ante cualquier persona y por más que intentara mostrar un atisbo de tristeza, simplemente o podía.
Luego de ese día, entregaron el cuerpo de papá a eso de las once de la noche. Hicimos el tramite de la funeraria, quedando todo listo. El velatorio estaba en proceso. La puerta superior del ataúd estaba abierto para dejar ver el rostro de papá, que tenía una tranquilidad demasiado asfixiante. Era tanta la serenidad que contrastaba demasiado con mi furia interna.
¿Por qué?
¿Por qué él?
¿Por qué él y no el otro conductor?
¡¿Por qué?!
Quería poder servirle de apoyo a Karina, que estaba sentada en un rincón, con las lágrimas cayéndole por sus mejillas pero sin decir cosa alguna. Estaba sufriendo en el mismo silencio que yo. Mi hermana había llorado toda la tarde hasta que finalmente, a la una de la mañana se durmió entre todas sus lágrimas y la dejé en su habitación.
Mis parientes que llegaron a las tres de la mañana. Tíos, tías, primos, primas. Exceptuando a Roy que había llegado antes junto a América. Karina lo había llamado para ver si podía ir a buscarla ya que ella se encontraba enferma. Y por si fuera poco que estaba enferma, le llega la noticia de que su esposo murió.
Yo no me separaba del féretro, solo me quedaba mirando el cuerpo inerte de mi padre.
No había llorado.
No había dicho nada.
Estaba demasiado preocupado reclamándole al destino, a dios, al universo, a quien sea, el hecho de que mi padre hubiera muerto.
Mi padre, el hombre más jodidamente bueno y puro que hay en todo este maldito mundo.
Apretaba con fuerza mis puños, queriendo soltar todas las lágrimas, pero simplemente no pasaba. No podía soltarlas.
Y no había querido decirle a Anne. Tenía muchos mensajes de ella preguntándome si estaba bien, porque no la había llamado ni nada. No quería hablar con nadie. No quería saber de nadie en el mundo exterior.
Pero la pelirroja llegó a las siete de la mañana al día siguiente y por su rostro deduje que ya lo sabía. No dijo nada y caminó hacia mi, con la mirada inquisidora de casi toda mi familia y me abrazó.
No sé si fue el hecho de que en sus brazos me sentía seguro o el hecho de que ningún abrazo de los que mi familia me dio se comparaba con este, pero la apreté contra mi y finalmente pude llorar.
La lágrimas caían por mis mejillas y un débil sollozo salió de mi boca. Me sentía tan desolado, tan solo, tan desamparado. Estaba realmente mal.
Mi corazón estaba roto por el hecho de que jamás volvería a sentir ese amor que mi padre me daba. Estaba tan pero tan dolido que quería gritarle a todos que se fueran. ¡Ninguno de mis familiares era cercano a mi padre! ¡Todos lo habían abandonado cuando él los necesitó y aún así estaban aquí, llorando y haciéndose los buenos con Karina, diciéndole que tendría todo su apoyo!
Anne no dejó de abrazarme en ningún momento, hasta que llegó Karina hasta nuestro lado, sonriéndole débilmente a la pelirroja.
—Gracias por venir —susurró, dándole un abrazo—. No tienes idea de cuanto te agradezco que puedas estar aquí con Gilbert.
—No es nada, señora —respondió ella, sonriéndome—. ¿Quiere que le traiga algo? ¿Les preparo un té o algo para que coman? De seguro no han comido nada.
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𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)
Fanfiction-¡No me interesa, Gilbert! ¡No tienes razones para quererme, no tienes razones para amarme! Solo... solo apártate de mi. Fruncí el ceño, la tomé del brazo y la obligue a mirarme. Sus ojos estaban cristalizados. -Tengo cien razones para amarte, Anne...