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Esa fue la segunda vez que quise verla con desespero. La primera fue cuando murió papá y ella tuvo que ir con su familia al funeral de un hermano de los Cuthbert. No había querido preocuparla en ese entonces, y me había escondido en mi mismo.

Tenía que volver a hacerlo. Ella necesitaba a un chico fuerte, o a uno que se rompiera en pedazos cada vez que recordaba a su padre.

Seguí con las razones, para intentar sacarle una sonrisa al menos. Lo logré, porque al decirle que me gustaba su ceño fruncido, me miró incrédula y se rio entre lágrimas.

Pero yo no era fuerte. Era débil. Tan débil como un pequeño niño que necesita consuelo. Y a la vez sentía la necesidad de darle yo el consuelo a Anne.

No quería volver a encerrarme en mi mismo, pero estoy seguro de que es egoísta pensar en mi dolor, cuando ella y su familia está sufriendo.

Tengo que apoyarla. ¿Quién sería si no apoyaba a la chica que amo? Más patético de lo que ya soy.

Así que, Anne, no te preocupes por mi. Solo por una vez, preocupate por tu dolor y lo que tú sientes, que aquí estoy yo para escucharte. Quien sabe, quizá hasta más de una sonrisa te puedo llegar a sacar.

𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora