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—Llámala.

—No.

—Que la llames.

—Que no, América.

—¡Mamá! ¡Gilbert no... sudmsdksdsi...! —lo último que dijo fue inentendible porque le tapé la boca.

América frunció el ceño y pronto sentí como su lengua lamía toda mi mano.

—¡Qué asco, por dios, América! —exclamé, limpiándome la mano en el pantalón.

—Llama a Anne para que venga a mi cumpleaños. Ahora.

—Anne no querrá hablar conmigo. Hoy no la vi en todo el día en la escuela. Creo que me estaba evitando.

—Gilbert, quiero que venga a mi cumpleaños y yo no tengo celular para llamarla por mi misma. Por favor.

—Te dije que no la voy a llamar.

Su rostro se pone serio.

—Llámala o le diré a papá que todos los sábados te escapas por tu ventana para ir a las fiestas que hace tu amigo Moody. 

Me quedo estático en mi lugar. ¿Cómo demonios sabe eso?

—Eso es mentira —mentí.

—Oh, si es mentira entonces no te preocupa que le diga, ¿no? ¡PAPÁÁÁÁÁ...!

—¡Está bien, está bien! —le interrumpí—. La llamaré.

—Ahora, llámala ahora.

—De acuerdo, de acuerdo.

Saqué mi celular y marqué el número de Anne.

Me mandó al buzón de llamada.

—No me contesta.

—Pero... pero... yo quería que viniera a mi cumpleaños... ¿No puedes...? ¿No puedes llamarla otra vez? Por favor, por favor...

Asentí, volviendo a llamar.

Al tercer pitido, me contestó.

¡Hola! Lo siento, mi primo estaba con el celular y tiene la manía de cortarle a todo el mundo. ¡Oh! ¡Gilbert! ¿Cómo estás? ¿Para qué llamas?

O sea que ella no me cortó.

—Hola —murmuré. América me hizo señas de que le dijera a Anne sobre su cumpleaños—. Te llamaba para decirte que Mer quiere que vengas a su cumpleaños mañana.

¡Oh! Claro, dile que allí estaré.

La pelinegra a mi lado me pidió el teléfono para hablarle a Anne, a lo que se lo entregué.

—¡Hola Anne! —chilló ella con emoción—. ¡Sí, voy a cumplir nueve!... Oh, claro, claro. Pero... ¿Son amigables? ¡Oh...! De acuerdo, de acuerdo. ¡Sí!... Oye, Anne, ¿puedes hablar con mi hermanito? Es que está triste... 

Ahí fue cuando le quité el celular a esa niña.

—¡Hey! —me reclamó América, cruzándose de brazos.

¿Gilbert? 

—¿Mhm? —Le hice una seña a Mer para que se quedara callada y me dejara escuchar lo que tenía que decir Anne.

¿Podrías venir a buscarnos tú mañana? Es que estoy cuidando a mis primos y no me gusta caminar por la calle sola con ellos. Marilla y Matthew se fueron de viaje con mi tía y me dejaron cuidándolos.

—Sí, obvio. Mañana iré a buscarlos.

Y... Gilbert...

—¿Si? ¿Pasa algo?

No me has dicho la razón de hoy —dijo y su voz se escuchaba tímida.

—Creí que me evitabas —le contesté.

¿Evitarte? ¡No! El taller de lectura me mantuvo todo el día en la biblioteca para que organizáramos los libros de este mes. No pude ir a ninguna clase. Yo... yo quería hablar contigo hoy, pero como ya ves, no pude...

Sentí que mi corazón comenzaba a latir con fuerza. No me evitó. Y quería hablar conmigo.

¿Estoy soñando?

—Oh, bueno... yo creí que me estabas evitando por lo de... ya sabes... eso...

Si... eso... 

Nos mantuvimos en silencio por unos minutos, hasta que recordé que América estaba en la habitación y me miraba burlesca. Señalé la puerta y ella negó. 

¿Crees que podrías decirme la razón de hoy? 

—Tu sinceridad —contesté de inmediato—. Eres sincera. Y porque eres sincera, sé que es verdad cuando dices que no crees en que mis sentimientos sean genuinos. Yo también soy sincero, Anne. No miento. Jamás mentiría con algo así. Ni que fuera un personaje de After.

Escuché su risa, su hermosa risa, del otro lado de la línea.

Te veo mañana —habló cuando se escucharon las voces de una niña y un niño—. Mis primos reclaman que les de atención.

—Te veo mañana —murmuré.

Esperé a que ella cortara para finalmente suspirar.

Anne no tiene una idea de cuanto voy a luchar para que ella me crea, porque, joder, mis sentimientos por ella son unos de los más reales que tengo en mi vida.

𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora