𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)

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No fue a clases toda la semana.

Una de las razones por las que estoy enamorado de ella es que es muy responsable con sus cosas. Aún más en la escuela.

Y me acabo de enterar que fue porque la suspendieron. Todos la culparon de la pelea con Ruby.

—¿Por qué no me dijiste? —le pregunté, de camino a su casa.

Juro que fue mera casualidad encontrarmela.

Claro, ¿y cuándo va a volar tu vaca?

Cállate.

—¿Qué cosa, ahora? —contestó con vos cansada.

Tenía ojeras.

Debajo de sus hermosos ojos, tenía ojeras.

—No sabía que te habían suspendido.

—No creo que deba darte explicaciones por eso, Blythe. Adiós —comenzó a caminar y la detuve del brazo—. ¿Necesitas algo?

—¿Estás enojada, Shirley? Yo debería de estar enojado porque jugaste conmigo.

—Estoy harta. Harta de todos ustedes, los populares, que creen que debemos de hacer con todo lo que quieran. Es tu problema si con tu arrogancia creíste que me ibas a gustar toda la vida. Es tu problema si quisiste perder el tiempo conmigo. Te metiste solo, sal solo.

Me hubiera dolido más, de no ser porque ni siquiera le presté atención por estar mirando un pequeño moretón en su brazo, que contrastaba con su blanquecina piel.

—¿Qué te pasó ahí? —Ella parece no entender de qué estoy hablando, por lo que le señalo su brazo.

—Pasa que tu grupito de amigos me golpeo, Gilbert, porque según ellos, te estaba alejando de todo tu estúpido mundito de populares.

¿Qué?

—¿Y sabes que más hicieron? Destruyeron todos mis cuadernos, mis libros, mis cosas. Me dejaron sin nada y tuve que mentirle a Marilla para decirle que me habían asaltado. Ni siquiera tengo mis lentes porque me los volvieron a romper. Espero que seas feliz sabiendo que por meterme contigo, por quererte, por estar jodidamente enamorada de ti desde hace tanto tiempo, me lastimaron tanto física como emocionalmente. Ahora, déjame en paz, por el amor de dios, que ya no quiero seguir siendo objeto de abusos y burlas. Ya no más. Y no, no estaba saliendo con nadie. Seguramente ellos estarán encantados de contarte todo lo que me hicieron.

Con decir eso, da media vuelta y se va.

La seguiría, pero tengo cosas que aclarar.

Y estoy seguro de que voy a necesitar mis puños.