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Colgué un cuadro de papá en mi habitación.

Me senté en mi cama y sonreí. Sentía que todo estaba yendo mejor.

Definitivamente era bueno hablar de mi padre constantemente. Estaba aprendiendo a vivir con su recuerdo. Me sentía feliz.

Anne también estaba intentando estar bien. El que más dolor tenía, al parecer era Davy. No hablaba. No comía. Y no quería estar con nadie que no fuera Anne.

La pelirroja se escandalizó cunado le dije que mi razón setenta y ocho era que sería una gran madre para nuestros hijos. Literal, me colgó y después me dijo que Marilla estaba a su lado y que le había dado la charla de las abejitas y el polen.

Y yo me reí a carcajadas casi por dos horas.

Siendo sincero, a veces pienso que soy un poco intenso. Digo, ya planee nuestro futuro juntos unas quinientas veces e hice un dibujito mostrando nuestra casa ideal, nuestro auto, nuestros dos niños, nuestros diez gatos y perros, además del hamster.

Pero, creo que nunca había estado tan seguro de algo en mi vida. Siempre me había mantenido en la incertidumbre.

De lo único que estoy seguro, es que Anne y yo somos almas gemelas. Y de que quiero pasar toda mi vida a su lado. Y de la boda en Las Vegas con Elvis de testigo, claro. Todo como debe ser.

𝟏𝟎𝟎 𝐑𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 (𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora