XXV: Children.

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     Ambos se preparaban para salir de la residencia Bakugō. Llevaban lo necesario siempre creyendo en la minúscula posibilidad de iniciar una masacre por razones obvias. Eijirou cargaba las armas mientras que su Bro buscaba bolsos en donde ocultarlas de la multitud curiosa.

     Era un club nocturno en donde las subastas ilegales se llevaban a cabo en la zona subterránea. Katsuki se aseguró de vestirse adecuadamente para la ocasión, lo más formal posible mientras que era elogiado por su madre al momento en que ésta le ayudaba con la corbata.

     —Te ves increíble —afirma —Espero que te vistas mucho mejor cuando te cases con Izuku.
     —¿¡D-De qué mierda estás hablando!?
     —No se hagas el idiota, Katsuki. Sabes a lo que refiero —gruñe colocando la misma expresión peculiar de su hijo —Te ama, lo amas, lo has marcado... No tardes tanto en pedirle matrimonio.
     —Estas demente, vieja...
     —¡Lenguaje! —grita jalando fuertemente la corbata mientras suspira. —Piénsalo mi pequeño —sonríe para salir de la habitación.

     La idea del matrimonio no estaba dentro de las metas de Katsuki. No porque no quisiera, sino porque desde que recuperó a Deku, lo veía innecesario; sin embargo, también el poder comprometerse de ese modo tan formal y único con el amor de su vida, lo hacía reconsiderar la idea.

     —Izuku Bakugō... ¡Ja! No suena nada mal realmente —sonríe frente al espejo.

     Definitivamente sería una prioridad. Pero en ese momento no podía pensar en ella, la hora de la subasta se acercaba y debían estar en el club lo antes posible para memorizar las entradas y salidas, también la cantidad de guardias y empleados.

     Kirishima había logrado encontrar los planos del lugar gracias a Lida quien en su tiempo libre se aventuraba por los oscuros lugares del internet. Inclusive aquel abogado le invitó a ojear los planos de invasión a Irán y a Teherán, siendo rechazado muy cortésmente por el contrario quien en ese momento evitó reírse por saber que algunas personas sin duda administraban muy mal su tiempo. El prefería el ejercicio, los viajes, estar con los chicos, ver a Hanko —gusto que desarrolló reciente— acompañar a Katsuki a realizar alpinismo, comer carne, beber cerveza, escuchar una buena historia y beber café en días fríos. No había nada mejor. Con Denki había vivido muchas experiencias tanto buenas como malas, pero no podía negar que aún le faltaban muchas cosas por hacer con su vida y esta segunda oportunidad que Dios le ofrecía, debía aprovecharla.

     Sentado en la sala de estas de la casa, sintió la presencia de Masaru a su lado quien tomaba asiento con dos tazas de café recién hecho en sus manos. El olor era exquisito. Aquel pelirrojo dejó a un lado su computadora y agradeciendo el gesto, tomó la taza.

     —Tengan cuidado, muchachos...
     —¡Si, señor! —atinó colocando su mano en la frente, como en el ejército.
     —Vuelvan sanos y salvos. Si el presentimiento de Katsuki es cierto y están usando niños, por favor traten de...
     —Si hay niños involucrados los llevaremos a un lugar seguro mientras encontramos a su padres, no te preocupes por eso viejo, todo está cubierto —interrumpe un Katsuki muy bien vestido con un traje rojo escarlata.

     Kirishima no pudo evitar colocar una mirada pícara. Cuando su Bro se vestía de esa forma, significaba una cosa: Hagámoslo.
     Tomó la taza aún humectante y bebió todo el contenido, debían marcharse pronto, ambos recibieron un abrazo por parte de Mitsuki y antes de subir al auto, Katsuki observó a su padre quien se limitaba a sonreírle como siempre lo hacía evitando que sus emociones salieran a flor de piel. Temía por su hijo y siempre lo haría ya que en definitiva era su padre.
     La sonrisa ladina de Bakugō le transmitió serenidad y la fuerza necesaria para aceptar que se iba a una de las muchas misiones que de igual forma había realizado con anterioridad.

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