V: Dreams.

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     ¿Estás dispuesto a pagar las  consecuencias de tus decisiones?

Una vez que inicie no podremos retroceder y tú debes estar seguro completamente de querer hacer ésto.

¿Qué es lo que hace a un hombre, un hombre?

¿Izuku estará de acuerdo con la vida que has tenido? ¿Seguirá a tu lado a pesar de saber quién eres en realidad?

¿Hanko te habrá perdonado realmente cuando por tu culpa fue herida?

¿Eres digno de merecer a aquel brócoli?

¿Está tu vida preparada para el rotundo cambio que será su regreso?

Bakugō Katsuki ¿Estás listo para iniciar con el plan?

¿Estarás listo para responder todas sus preguntas con la verdad?

     Insomnio.
     Hijo de perra tres mil veces desgraciado.
     Lo odiaba. La razón era simple; se encontraba una y otra vez con esos pensamientos y recuerdos.
     Su Omega yacia durmiendo con tranquilidad, aquel día transcurrió sin novedades, los efectos de aquellos fármacos aún seguían presentes pero con un rastro tenue en el peliverde; sin embargo, optó por dormirse temprano y no cenar, la última dosis del día que era antes de las 6:00pm, desaparecían todo rastro de apetito posible en Izuku. Mitsuki y Masaru se habían ido nuevamente a la ciudad para supervisar la empresa Bakugō cuyos nuevos modelos de motocicletas estaban terminando de ensamblarse. Hanko dormía en la otra habitación que estaba más cerca de la cocina y ahí estaba él. Con solamente una bermuda, un cigarrillo y un vaso de whisky en el pequeño balcón de su habitación. Jalaba a profundidad intentando responder de manera convincente aquellas avalanchas de interrogantes que hacían de las suyas para torturarlo cuando les daba la gana. Y él caía. Caía ante su intrínseca conciencia.

     Podía abusar de la confianza de Izuku y doparse con sus medicinas para olvidar todo. Podía inhalar tanto humo como quisiera para aplacar su estrés. Podía embriagarse hasta morir para librarse de sus culpas. Pero no lo hacía. Su orgullo era mayor. Bakugō Katsuki nunca se quiebra ni se humilla con algo tan mísero como lo son los vicios.
     ¿Fumaba? Sí.
     ¿Bebía? Sí.
     Pero todo a su justa medida. Atentar contra su vida con algo que es superficial y con un sentido absurdo, era lo más humillante que un hombre sin aspiraciones lógicas podía hacer. Y él tenía muchas aspiraciones y perspectivas que alcanzar. No obstante, la verdad sobre su vocación real era otra historia un tanto complicada de contar, incluso para él. La fachada detrás de una profesión de Ingeniería Automotriz solo daba un poco menos del que hablar. Todo para minimizar la intromisión de extraños. Ya que sus padres tenían una reputación que mantener y aunque apoyaron su decisión por completo, Katsuki siempre se las arreglaba para no perjudicar su apellido.

     La noche transcurría con tranquilidad como era habitual en su vida. Hasta que esas voces llegaban incitandolo a dudar de si mismo. Y era allí donde un cigarrillo y una bebida, enfriaban sus pensamientos otorgándole paz mientras el ardor en su garganta, el alcohol en su vaso y el pitillo de nicotina duraran.

     —Te ves horrible —no estaba solo contemplando a la nada. Siempre estaba allí aunque él no quisiese.
     —Maldita sea. No te cansas de arruinarme la vida ¿Verdad? Podías esperar mañana para torturarme —dijo entre risas que transmitían serenidad.
     —Me echarías de menos, jefe. O mejor te digo Katsuki. Más acorde con tu edad.
     —Serás desgraciada...

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