XIII: Burn.

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     El auto se había detenido. La chica tenía las manos atadas a su espalda. Escuchó pisadas de varias personas. Tendría que matarlos. Todos solamente usando sus piernas... Estupendo... La puerta de la parte trasera del vehículo se abrió dejando a la vista a cinco hombres; todos y cada uno de ellos con miradas retorcidas y asquerosas. La chica fue bruscamente jalada hacia afuera por los pies mientras la llevaban al interior del lugar.

     Shinso había aparcado a una distancia adecuada para no levantar sospechas. Caminó hacia la parte trasera del auto, en donde estaban las armas. Colocó dos navajas en sus botas. Cartuchos y una Steyr M1912. Suspirando profundo y deseando que no fuese demasiado tarde, ingresó.

     —¡Ésta perra si que es fuerte!
     —Deberíamos divertirnos un poco más...

     Hanko yacía sentada en una incómoda silla de metal, con las manos atadas en el espaldar. Había sido golpeada en cuatro ocasiones en el rostro, ocasionándole moretones y sangrado por la nariz y boca. Habían apagado un cigarrillo en su pecho justo en el centro, había sido tocada suciamente y rompiendo algunas narices también gracias a los cabezazos que les proporcionaba cuando tenía la oportunidad. Si embargo, ya estaba cansada, su rostro dolía y sentía como la ira hacia que su sangre hirviera. Un golpe más y ya se encontraba semi inconveniente. Sintió como su cabello era tomado con rudeza obligando a elevar su rostro para encontrarse con el asqueroso pene del más grande de los cinco hombres, mientras a su alrededor habían pistolas apuntando su cabeza de cerca. Aquel asqueroso Alfa golpeó el rostro de la chica con su asqueroso glande mientras sonreía sádicamente.

     —Sin mordidas, cariño —dijo.

     Lentamente aquella chica estaba observando con total odio como ese glande se acercaba a su boca, sus ojos se cerraron con fuerza, no quería hacerlo, prefería mil veces que le dispararan. Así todo acabaría.

     De pronto las pocas luces que aún funcionaban en el lugar fueron apagadas. Quedando en total oscuridad. De pronto unos disparos descontrolados se escucharon y el sonido de algo caer al suelo provocaba pánico en todos los presentes, los cuales solo segundos antes de morir solo articulaban Hito mientras recibían impactos de bala y sus cuellos eran fríamente cortados.

     Las luces volvieron a encenderse quedando solamente el hombre más grande y un Shinso muy enojado el cual apuntaba directo a su cien, su rostro tenía salpicaduras de la sangre de sus víctimas y de su bajaba aún brotaba sangre.

     Sin dar tiempo de siquiera articular palabra alguna. Aquel último cartucho fue completamente vaciado en la cabeza de ese maldito. Hanko observaba con asombro como aquel Alfa no se inmutaba al ver tanta sangre, entendió que habían pasado muchos años y su semblante era más firme, más decidido. No obstante, aquellos ojos índigo se encontraron con los suyos y una sonrisa sincera salió del rostro de ella antes de quedar inconsciente. Su cuerpo fue retenido por el de él quien con esmero cortaba las cuerdas de sus muñecas y se disponía a cargarla para salir de ese lugar.

     Era de noche ya. Y todos lograron salir ilesos de la prisión, esperando que ambos salieran del hangar. Katsuki fue el primero en divisar la horrorosa cabellera de Shinso, el cual solo tenía los ojos puestos es la Beta. Aquel ojeroso no le dirigió la palabra a nadie, y todos comprendieron que en ese momento lo más importante para él era colocar a esa chica en un lugar seguro. Katsuki lo entendió y sonrió tranquilo.

     Shinso colocó con suavidad el cuerpo de Hanko sobre el asiento del acompañante mientras le colocaba el cinturón de seguridad. Emprendió viaje hacia una de sus propiedades. No estaba lejos de ese lugar, mientras emprendía el viaje hacia su apartamento, tecleó el número de Katsuki informando que ella estaría de regreso al día siguiente.

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