Nuevamente estaba allí. En medio de ese pasillo intermitente de luces rojas y paredes frías como la niebla de sus pensamientos y temores; cayendo cada vez más en la cruda realidad de que por enésima vez lo atraparían. Había escapado de su habitación gracias a la ardua tarea de haber desarmado un pequeño juguete similar a una radio portátil con la finalidad de encontrar una pieza semejante a la de un puntiagudo alambre que sirviera para lograr entrar en la cerradura y poder así abrir la puerta.
Tardó más de lo que había calculado pero finalmente pudo salir; sin embargo, aún no era muy experto en poder desviar las cámaras de seguridad ni mucho menos lograr pasar sin activar los sensores de movimiento de aquella enorme sala en donde pocos metros de distancia estaba la puerta de salida de ese infernal club. Por descuido uno de sus pies logró activar un sensor logrando que todo el interior del lugar se tornará oscuro y solamente un leve rastro de luces led violetas le indicaban el camino que debía seguir.Había sido el primer niño secuestrado en ese momento y no pretendía quedarse a pesar de llevar encerrado una semana con solamente contacto con una mujer bastante voluptuosa con poca ropa de cabellos negros y mirada aunque intensa, se podía percibir el vacío en su interior. Ella era la única intermediaria y la responsable de sus cuidados y alimentación. Órdenes que dejó de cumplir cuando logró entender que la fiereza de un Alfa es muy inestable y más cuando se está en peligro. Aquel pequeño se maldijo mil veces por haber sido tan incompetente, obligándose a salir de ese lugar y escabullendose entre los grandes floreros que adornaban el interior del club para volver a su habitación en busca de un refugio rápido. Tampoco era que le agradaba ser golpeado con palos ni mucho menos someterse a horas metido en un baño con agua fría cayendo sobre su cuerpo mientras que era vigilado por adultos quienes en complicidad común le hacían hacer miles de cosas y también dejarse hacer. Dejarse tocar. Dejarse violar. El simple hecho era perturbador, erizandole la piel de inmediato.
Escuchaba a los guardias correr hacia el interior de aquella gran sala, siendo él casi imperceptible para éstos. Las marcas del abuso que sufrió la noche anterior aún predominaban en su blanquecina piel, la cual para su opinión personal ya estaba asquerosamente manchada por el morbo y la maldad de los adultos creándose así una total generalización para con todos resumiendolos en tres simples palabras: Mentirosos, abusadores, inhumanos.De nuevo estaba en el pasillo pero esta vez ya no corría, su mano se deslizaba lentamente por la pared mientras sus pasos eran despreocupados. Sus ojos de pronto se quedaron sin brillo, lo habían encontrado y ésta ves el castigo sería severo. Escuchaba el sonido característico de los tacones de aquella mujer. Sintió su mano sobre su pequeño hombro y de pronto su furia y frustración por querer escapar regresaron a su cuerpo fugazmente logrando así que pudiese morderla lo bastante fuerte para poder escapar. Escuchó el chillido de ella dándole tiempo para seguir corriendo pero nuevamente no fue muy listo, sus sentidos no fueron lo suficientemente agudos para percibir los olores ajenos que se acercaban por un pequeño corredor lateral, lo único que sus ojos pudieron visualizar fue como una mano enorme tomaba su rostro y con una fuerza casi inexplicable fue brutalmente lanzado al suelo mientras era sujetado por otros hombres. Antes de quedar inconsciente, sus ojos llenos de lágrimas y miedo lograron grabar en su memoria aquel para de ojos azules y cabello negro que lo observaban sin expresión alguna dándole la clara impresión de ser quien mandaba en ese lugar. Lo siguiente que sintió fue un gran golpe en su cabeza y su sangre brotar.
Kota despertó sobresaltado de aquella pesadilla. Su cuerpo estaba completamente lleno de sudor, su respiración era agitada e incompleta dándole la sensación de estar ahogándose. Sintió una puntada en su mano derecha logrando ver una aguja dentro de su cuerpo la cual estaba conectada a una bolsita de plástico que estaba en el aire siendo sostenida por un palo de madera similar al que se utiliza para cuidar los abrigos. A su lado descansaban los niños Omegas quienes tenían igual o peor aspecto que él. No los conocía del todo pero logró establecer una cercanía cuando ambos llegaron al club. Su mente sintió alivio tras apreciar que estaban durmiendo a placer pro primera vez. Los tres estaban cubiertos con matas cálidas, de pronto su mente intentó recordar los sucesos ocurridos encontrándose solamente con una mirada roja que emanaba fuego y luego el fuerte golpe de Momo hacia su cabeza.

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ANXIETY
FanfictionTras su drástica desaparición. Izuku Midoriya estuvo aislado de todas aquellas personas que ama por culpa de su homofóbica madre, quien se encargó de desaparecerlo del mundo durante ocho años en un hospital psiquiátrico. Los cuales fueron una carnic...