XXXVII: Keep You.

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     Me encuentro sola en un oscuro sinfín de emociones de las cuales no puedo librarme. Todas están en complot contra mi y no me dejarán hasta poder obtener lo que siempre han deseado. No consigo despojarme de las cadenas que yo misma he puesto en mis muñecas y tobillos producto de mis miedos, inseguridades y temores frecuentes; reflejándose en pesadillas abrumadoras en donde siempre los veo morir.

     De pronto dejo simplemente de sentir, de luchar, de gritar para solamente hundirme en el silencio de mi subconsciente. Los párpados me pesan y solo deseo dormir, arrodillada con mi cabello desbordado en mi rostro, me dejo llevar por la sensación del sueño que siempre me ha parecido similar a los sedantes médicos. No es que me guste rendirme ante mis temores, pero de cierta forma dormir es un pequeño escape.

     Hanko despierta en una habitación llena de luces LED verdes. Atada a una camilla con varios cinturones sujetando su cuerpo imposibilitando el siquiera moverse a placer.
  
     Había sido secuestrada y sorprendida por tener la guardia baja cuando las luces rojas se apagaron en ese corto periodo de tiempo. Unas manos enormes la tomaron y sintió una textura suave cubrir su boca y nariz, luego de varios segundos de forcejeo el efecto del cloroformo hizo su efecto en ella.

     Sus armas estaban en una pequeña mesa de metal cerca de la puerta que se supone era la salida. Poseía pequeños parches adhesivos en su pecho los cuales daban información sobre sus constantes vitales, en el brazo derecho estaba cateterizada una vía para administración endovenosa. No era una buena señal.

     —Veo que despiertas —una voz masculina retumba en el absoluto silencio.

     Un hombre de cabellera rubia, ojos predominantes, mirada calculadora y una expresión de total satisfacción la observaba a una distancia considerable reposando su cuerpo en una cómoda silla. Era un Alfa por su aroma y uno puro como Katsuki y Eijirou.

     —¿Dónde está Touya?

     Él sonríe. Eso la enoja a tal punto de casi romper las correas de sus brazos. Los rumores sobre esa Omega eran ciertos, no era alguien ordinario. Candidata perfecta.

      —No te preocupes por él... Toga lo está cuidando bien...

     A sus pies estaba el frío cadáver de Minera, el cual había sido degollado por aquel extraño; quien al parecer sería su sustituto. La vista de Hanko aún permanecía borrosa, tuvo que parpadear varias veces obteniendo una mejor nitidez y sorprenderse cuando los recuerdos de su memoria comenzaron a llegar sin control.

     —Keigo... Takami.

     El mayor eleva ambas cejas en clara señal de sorpresa. Hacía muchísimo tiempo que no lo llamaban por su verdadero nombre. Sonrió de forma acreditada, el joven Touya había tenido la suficiente estabilidad mental para poder contar lo ocurrido en ese campamento y mejor aún, poder recordar el nombre de la persona que lo dejó a su suerte.

     Hawks decide colocarse de pie apoyando sus manos en los tobillos de la chica. Un suspiro pesado salió de sus adentros y un sutil movimiento de sus pulgares dieron la extraña sensación de caricias; las cuales eran en cierto modo un obsequio para Hanko.

     —Lástima tuve que haber acariciado más que tus tobillos. Dentro de un rato posiblemente ya no vuelvan a estar cálidos... Órdenes son órdenes —articula.
     —¿Vas a matarme? Si es así entonces no te tardes. Odio eso.

     De nuevo esa sonrisa. Está vez con un toque de perversión en su expresión. Con un movimiento audaz, Keigo logra inyectar la droga en el muslo derecho de la Omega ocasionando un grito ahogado seguido de movimientos erráticos provocados conscientemente por ella.

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