IV: Start The Game.

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     Tener sexo minutos antes de volver a verse. No era algo que Midoriya Izuku tenía planeado. Y mucho menos que su celo apareciera en medio de la situación. Pero aún sabiendo todo eso, no había arrepentimiento alguno en su expresión.

     Despertó estrechando su cuerpo contra el contrario. Buscando más calor. Más contacto a pesar de estar juntos y totalmente envueltos en las sábanas. Katsuki estaba completamente dormido a placer. Sin intención de despertar. Pero Izuku tenía que hacerlo, no por su trabajo, sino porque debía comer algo antes de tomar sus medicamentos. Cómo pudo maniobró su cuerpo para salir de la cama ofreciéndole su almohada al gran Alfa dormilón que de inmediato comenzó a sentir su ausencia tomando dicho cojín y abrazándolo contra su pecho. Un beso en la frente, una suave caricia y ya estaba dormido nuevamente.

     Midoriya entro al baño y graduando el agua, entró. Sentía el cuerpo adolorido, su entrada dolía un poco gracias al salvaje encuentro anterior. Limpió con cuidado su marca que aún estaba pulsante en su cuello. Buscó una mejor vista de la herida frente al espejo y con una sonrisa complaciente, salió para buscar ropa y cocinar algo delicioso.

     Encontrándose con un Alfa despierto y desnudo frente a él, ocasionando un sonrrojo notorio en sus pecas. Katsuki estaba con el ceño fruncido enojado por no haber encontrado a su Omega con él.

     Aquel rubio tomó las mejillas de Izuku y acercándose poco a poco, lo besó con pasión, inquietando sus cuerpos ocasionando nuevamente gemidos fugaces provenientes del menor. El rubio sonrió para luego entrar al baño, también necesitaba ducharse, dando tiempo a Izuku de cocinar. Eligió rápidamente una polera negra, una bermuda azul claro y salió de la habitación mientras buscaba alguna prenda que le sirviera a Katsuki. Y con algo de suerte logró conseguir una sudadera gris que colocó sobre el colchón junto a sus pantalones.

     El olor a huevos revueltos con tocino, pan tostado, mantequilla derretida, café, panqueques con miel, jugo de naranja y chocolate desató el hambre en Katsuki. Terminó de asearse y salió para vestirse. Sonrió al observar la camisa desgarrada de Deku en el suelo que lo transportó por segundos a la noche anterior. Terminó de colocarse sus zapatos y decidió estar con el torso desnudo. No tenía intención alguna de ocultar las marcas que su Omega le había propiciado con sus uñas en su ancha espalda.

     Su Omega estaba concentrado en la cocina. Se veía adorable y con su cabello rebelde como siempre. No había notado cuando su Alfa se sentó sobre la mesa de mármol frente a él. Lo que ocasionó una sorpresa cuando el peliverde se volteó para buscar los platos, su Alfa estaba observándolo fijamente con aquellos ojos penetrantes que lograban ver a través de su alma y adivinar lo que éste pensaba y viceversa. Katsuki se aventuró a invadir la cocina para sacar la jarra de café que ya estaba lista y tomando dos tazas blancas, sirvió un poco para él y para su Deku.

     Katsuki era protector. Siempre se las ingeniaba para abrazar en ocasiones a su pareja por detrás y besarlo en el cuello. Amoroso y atento a su manera. Aquello no era necesario expresarlo en público, en la intimidad que ambos lograban crear, era mucho más que suficiente. Tomaron asiento en la mesa y cuando su Omega estaba devorando sus huevos, Katsuki dirigió su mano derecha al cuello mordido de éste percibiendo que aún estaba inflamado y que tuvo que lamer para ayudar con la cicatrización; inclinándose hacia adelante y hacerlo despacio mientras Izuku se mantenía lo más quieto y sonrrojado posible, controlando su inesperada excitación. La cual fue notoria para su Alfa quien sonrió y retrocedió un poco para poder volver a juntar sus labios con los contrarios mientras las manos de Izuku rodeaban su cuello, acercándolo más y más a él.

     Y de pronto. El timbre sonó. Devolviendo a ambos a la realidad.
Katsuki chasqueo la lengua y fue a abrir dando grandes zancadas con la clara intención de maldecir a quien se atrevió a arruinar su momento de total exquisitez.

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