XXXVIII: Rise up.

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      Lograron encontrar evidencia suficiente para detener y presentar cargos severos contra Inko Midoriya y Enji Todoroki. La policía había allanado toda la mansión de la mujer junto con sus sucursales luego de ser llamados por Masaru Bakugō; quien junto a su esposa e Izuku se encontraban al frente de aquel viejo edificio rodeados de varios Omegas que habían sido secuestrados y abusados.

     Izuku cargaba un revólver en una de sus manos y su mirada fija al cadáver que estaba frente a sus pies, sangrando ya sin nada más que un pesado recuerdo. Un recuerdo que tendría que cargar hasta el final de sus días.

     El cuerpo de su madre estaba lleno de polvo y suciedad, así como también de sangre proveniente de un agujero en el medio de sus cejas echo por una bala del arma del peliverde. Al saber que su hijo estaba esperando un bebé de Bakugō Katsuki era simplemente inconcebible.

     Mitsuki tenía un moretón en su rostro gracias a un golpe de aquella mujer en un intento de agredir a su hijo. Masaru trataba de consolar al Omega ofreciéndole su mano como apoyo en su hombro. Por un minuto todo se quedó en completo silencio para Izuku, no podía escuchar nada, observaba a su alrededor y todo estaba lleno de policías, sus ojos buscaban... Lo buscaban a él hasta que lograron ubicarlo saliendo del edificio con Kirishima y Shōto.

     Ambos se observaron y corrieron para abrazarse. Katsuki soltó el fusil y se aferró de tal forma a su pareja que logró incluso sentir un pequeño escalofrío en sus vientres.

     —¿Qué carajos haces aquí, jodido Deku?
     —Kacchan... Abrázame, por favor...

     Él no se negó. Simplemente lo hizo, observó el arma del chico y de inmediato ubicó el cadáver de Inko. Sus ojos se agrandaron y cristalizaron, de nuevo había llegado tarde y ahora Deku tendría otra carga que llevar. Se maldijo por lo bajo mientras chasqueaba su lengua. Era un muy desagradable modo de resolver ese asunto. Izuku desprendía feromonas de tristeza y frustración; dándole a entender que antes de matarla habían hablado de algo muy importante.

     —¡Hanko! —escucharon el grito de Touya. Y fue suficiente para erizar la piel de ambos.

     El ojiazul estaba vivo gracias a Eijirou quien logró encontrarlo mientras sus dos compañeros lo cubrían de los enemigos. El chico estaba muy mal herido y con anzuelos incrustados en la carne de sus brazos; los cuales a petición del mismo Touya, Kirishima arrancó.
     Ayudándole a desatarse, a vestirse y a salir del lugar, el pelirrojo le inyectó una pequeña dosis de adrenalina; necesaria para que Touya no se desmayase por la perdida de sangre y mantenerlo alerta.

     Luego de acabar con los guardias del recinto. Touya les indicaba las habitaciones en donde estaban atrapados Omegas que estaban siendo abusados y torturados por Keigo, el subordinado de confianza de su padre. Bakugō disparó a todas las cerraduras mié tras las abría y les daba claras órdenes a los prisioneros de seguirlos y mantenerse juntos. Todos salieron y gracias a la eficiencia de Eijirou, habían policías esperando sus órdenes para ingresar al lugar y arrestar a todo responsable y cómplice de los crueles actos que allí se realizaban.

     Pero nuevamente nadie se esperaba que algo saliera mal. Hanko estaba en los brazos de Mashirao mientras la expresión del chico era de total miedo a su superior por no poder llegar antes para salvarla. Aún mantenía un poco de su calor corporal, pero estaba perdiendo mucha sangre y su pulso era casi nulo.

     La colocó en el suelo antes de que Bakugō, Izuku y Touya lo abordaran y por petición del peliverde tuviese que retirarse. La ambulancia aún no había llegado al lugar debido a un tráfico de último minuto.

     Bakugō comenzó a practicarle RCP al sentir que su pulso y respiración se detenían, Touya ayudaba con las insuflaciones a pesar de su debilidad y heridas, no lo demostraba pero también estaba en un estado bastante delicado. En tanto Eijirou se había marchado para rastrear a Himiko Toga, segundos antes de que Mashirao saliera con Ruka.

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