XXXIV: Torture.

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"Eres despreciable"
"No eres mi hijo"
"Sólo salvaré de ti lo que necesito para continuar"
"Patético... Eres patético. No mereces llamarte Todoroki"
"Muere de una vez"

"Recuerda Touya. Una vez que inicies no podrás detenerte... Habrá algo que desearás en algún momento con más fervor que la justicia... Sangre"
"Joven Touya. Usa ese sufrimiento e irá descontrolada que tienes y úsala para salvar a otros... No te conviertas en algo que no eres. No te pierdas entre tanto dolor"

"Touya... No eres un animal"

Los ojos azules se abrieron como platos. Sintiendo de inmediato la ausencia de ella, estaba nuevamente envuelto en sudor. Hacia tiempo que no tenía ese sueño; el cual lo hacía repetirse miles de veces que aún su humanidad seguía intacta a pesar de todo. Estaba cubierto por los abrigos de ambos, con lentitud logró sentarse en el asiento.

Sentía la pesadez en su cabeza. El rostro cruel de su padre torturandolo en su habitación, su madre y hermanos consolandolo de forma desesperada. Fuyumi... Natsuo...

Observó un pedazo de papel sobre la repisa del auto que la noche anterior no estaba. Poco a poco fue colocándose ropa y al leerlo no pudo evitar sonreír con naturalidad.

"Fuimos por más comida, insumos y armas, Kota merodea el lugar. Katsuki dijo que no incendiaras el lugar con tus juegos pirómanos. Volveremos pronto. Te hice desayuno, te extraño"

El interior del auto ya estaba tibio por el día. Observó el reloj de su muñeca y faltaba poco para las 11:00. Realmente había dormido mucho.

El encontrarse solo en ese lugar era de cierta forma gratificante. Honestamente siempre se las arreglaba para estarlo de no ser por ese pequeño azabache que estaba jugando con un cubo de colores sentado en la mesa mientras comía sus porciones de comida que Mitsuki le había preparado.

-¡Duermes demasiado! Tu desayuno está aquí. Ve a lavarte hueles raro -gruñe con total molestia.

No olvidaba lo ocurrido la noche anterior. El olor de Hanko aún estaba en su cuerpo, se sorprendió al descubrir que aquel niño ya a su corta edad poseía un olfato muy desarrollado.

Una vez ya aseado y con ropa limpiar que tomó del portaequipaje del auto, se acercó hacia la mesa junto al pequeño mientras éste le pasaba la caja de desayuno. De reojo Kota observaba las facciones del mayor comprobando que en efecto era el primer hijo de Endeavor. La copia exacta; sin embargo, algo en sus ojos era diferente. Le transmitían mucho dolor, un dolor suena su corta edad creía que solo él experimentaba.

-Oye... -Touya lo observa, sus ojos se encuentran -Ese hombre te hizo algo malo ¿Cierto? Algo que ninguna persona debería hacer... Por eso estás triste... Como yo...
-Nadie debe pasar por lo que tú has pasado. Si fuera tu no me preocuparía tanto por mí... No merezco nada bueno de tu parte. Contribuí con tu infierno...

Un nudo en la garganta imposibilitó a Kota de seguir comiendo. No había tenido la oportunidad de acercarse tanto a ese hombre por miedo de si mismo de no poder comprender sus motivos y poder aceptar sus disculpas. Pero ahí estaba sentado junto a él con unas enormes ganas de llorar que eran extrañas.

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