X: Armor.

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     Habían pasado tres días... Tres días de aquel accidente... Tres días en aquel mísero cuarto de hospital. Sus heridas estaban sanando correctamente y sus análisis de sangre matutinos le informaban que pronto estaría dejando dichas instalaciones; sin embargo, era reprendido con frecuencia luego de encontrarlo en varias ocasiones tras escabullirse entre la multitud hasta llegar a la Unidad de Cuidados Intensivos donde se encontraba su Beta.

     Katsuki Bakugō yacía sentado con un seguro imposibilitando el ingreso del personal a los interiores de aquella fría y oscura habitación donde yacía aún una inconsciente Hanko rodeada de máquinas y sueros endovenosos. No mostraba signos de querer despertar. Y lo más frustrante de toda la situación era que tras el accidente, muchos otros habían estado ocurriendo desde que Deku los abandonó.

     Asesinatos anónimos, robos a grandes sucursales de las empresas, noticieros en donde era destacado el hermoso cabello verde de Midoriya junto a lo que parecía ser su nuevo equipo. Era asquerosamente doloroso, Kirishima le había dado nuevos motivos para no decaer y seguir en su plan de acabar con Inko. Aquella mujer había echo mucho daño, había herido a sus dos seres más cercanos y ahora uno de ellos se encontraba en esa maldita cama sin reaccionar.

     Era la primera vez que Bakugō se encontraba absolutamente solo con Hanko. Se había olvidado de que ella era a pesar de ser su sicaria personal junto con el pelirrojo, una humana que podía morir en cualquier momento.
     Unos moretones en su rostro estaban siendo tratados y casi eran imperceptibles, aquel Alfa estiró su mano para darle las primeras caricias que nunca creyó posible obsequiarle. Soltando una sonrisa nostálgica inevitable al recordar cuando ambos se conocieron.

Flashback

     —¿¡Y ésta niña!? ¿¡Y éste pequeño pedazo de mierda será quién proteja mi trasero!? —gruñó con desagrado. —Aizawa me subestimas.
     —¡Lenguaje! —espetó su madre mientras le golpeaba la cabeza.

     Los Bakugō y el actual director de A.U Corporation estaban llevando a cabo una reunión para finiquitar los detalles y dar paso al plan que Katsuki había propuesto cuando todos supieron de que Inko estaba tomando decisiones perjudiciales para todos, incluyendo para el mismo Izuku el cual había desaparecido drásticamente.

     La empresa tenía sucursales en toda Europa y decidieron reunirse en Bélgica. Un encargado entró a la oficina acompañado de una chica de estatura pequeña en comparación con todos los presentes, un rostro delicado, ojos grandes y cafés, cabello  color canela que en ese tiempo estaba corto con ondas naturales hasta los hombros, pantalones azules, botas negras al igual que su camisa.

     El azabache frunció el ceño tras presenciar aquella no tan cálida bienvenida por parte del chico. Pero luego de un suspiro recordó que era más fácil cambiar al mundo que al heredero de los Bakugō.

     —No te confíes, joven Bakugō —dijo sonriendo. —Esta muchacha es de mi total confianza. No elegiría a alguien incapaz de realizar dicho trabajo.

     La chica ignoró por completo aquel comentario y con una reverencia, dio a demostrar su respeto hacia todos los presentes a los cuales tendría el trabajo de proteger de ahora en adelante; Katsuki observó en la espalda baja de la chica una 9mm. Sonrió ladinamente y acercándose lo suficiente, la tomó del brazo obligándola a verle a los ojos, rojo y café se encontraron por vez primera y a lo que respecta a Katsuki, aquellos ojos mostraban una enorme tristeza, sin vida, sin motivo alguno. Sólo la obediencia. Y eso estremeció su ser lo suficientemente discreto para no ser tan evidente.

     —¿La entrenaste bien, Aizawa? —dice la rubia —Le estás colocando una enorme responsabilidad, solo con el demonio de mi hijo es un 80%.
     —Vieja... —por primera vez no se gritaron. El chico no apartaba la vista de esa niña —¿Que opción tenemos? —su mano soltó el brazo contrario —¿Vas a decirme cómo coño te llamas? O ¿el apodo de "pequeña mierda" es suficiente?
     —Ruka Hanko —responde firme.

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