XV: Yes.

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     —El comunicador de Izu-kun fue destruído...
     —Significa dos cosas: está muerto o lograron atraparlo. De ser así entonces debemos movernos —dice el pirómano.
     —¿Crees que Katsuki Bakugō lo tenga? —indaga el Yakuza.
     —No se trata de creer o no; se trata de que él el su Alfa y arrebatarle al chico solo provocó su ira, subestimamos a ese tipo.

     Dabi salió del auto en dónde todos estaban esperando noticias de la misión. Izuku acordó ir con ocho miembros para eliminar a esos tres una vez localizados. Lo que nadie consideró era que su sistema estaba creando resistencia a la droga; Midoriya lo supo cuando estando cerca del auto de Shinso, su yo verdadero tomó el control de su cuerpo. Por eso fue que logró acercarse a Katsuki sin levantar sospechas y ese callejón en dónde su Alfa se había escondido era perfecto.

     Aquel ojiazul se dispuso a encender un cigarrillo mientras analizaba la situación que estaba aconteciendo. Sabía que esa droga podía jugarse una mala pasada, no debió confiar en las múltiples insistencia de Mineta al confirmar la eficacia de la droga. Al final todo caduca, todo se debilita y muere. Aquel peliverde poseía una voluntad fuerte, lo supo cuando se recuperó de la primera dosis al recordar cómo había herido a sus camaradas y a su pareja de esa forma tan cruel. Luego de ese suceso, ordenaron mantenerlo aislado en su habitación mientras en repetidas ocasiones era golpeado para doblegarlo, cosa que nunca funcionó.

     Un efecto placebo en ese Omega. Dabi era el único que lo comprendía. El fue torturado para objetivos distintos pero con el mismo ideal erróneo de su padre el cual Ikno compartía.

     —¿Qué hacemos, Dabi-san?... Aquel Yakuza está hablando con la jefa y no deja de decir cosas...

     Y también estaba esa mujer irritable y sin ningún sentido de culpa. Una asesina y total peligro para todos, incluyéndolos a ellos. Debía estar enojada por la inesperada desaparición de su hijo y lo que era peor, estaría alentando a todas las bandas criminales bajo su influencia para que lo buscaran. Un nuevo infierno para todos sus compañeros de preparatoria. Un gran imprevisto.

     —Llama a Nomu y a Shigaraki. Que estén atentos a cualquier movimiento extraño en la mansión.
     —¿Abandonaremos la misión?
     —No, Toga. Nos mantendremos neutrales observando los próximos movimientos de Inko. Si nos traiciona, nos encargaremos de ella personalmente.

     La rubia soltó una risita malévola acompañada de una sádica sonrisa. Acato las órdenes al pie de la letra e informó a los demás. Algo impresionantemente caótico se estaba acercando del cual todos serían participes. Magnífico.

     Aún en aquel cajellón estaban los cuatro. Intentando encontrar alguna salida sin exponer a Izuku a la multitud. Estaban tranquilos de que durante ese mes separados, el chico no había mostrado su rostro, solo una máscara de conejo era lo único y último que sus blancos podían apreciar.

     Escucharon el ruido de unos neumáticos detenerse fuertemente frente al callejón. Todos apuntaron hacia la salida, Izuku estaba débil y asustado; eso le frustraba, deseaba poder ser más fuerte para esta vez poder protegerlos. La frustración no se hizo esperar.

     —Admítelo. Me necesitas...

     Sus ojos se agrandaron al escuchar a su otro yo. Intentó ignorarlo mientras se mantenía aferrado al brazo de Katsuki. Sus ojos al igual que los otros estaban fijos en aquel frente. Todo podía acontecer y no contaban con la cantidad necesaria de municiones a la disposición; ya que, estás estaban en el auto de Shinso.

     Un Porsche de color negro mate se adentró en el angosto espacio logrando quedar a pocos metros de ellos. El ruido del motor aumentaba y disminuía intentando causar terror; El rubio estaba harto y segundos antes de que disparara, Shinso se interpuso. Conocía ese auto muy bien. Pero no debía confiarse, en el mundo de la mafia los días de vida de todos los implicados estaban contados. Un martirio.

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