Capitolo 39

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|✨3/4✨|

Salí al exterior con paso vacilante e instantáneamente el aire gélido me golpeó el rostro. Me acerqué a él.

—Jaemin, yo...— ¿qué clase de disculpa le debía? Sabía que le tenía que dar alguna pero, ¿cómo?

Se giró ante sonido de mi voz y me miró de forma extraña. No era con rencor, enojo o algún sentimiento parecido; simplemente era extraña. Me sonrió.

—¿Crees que es buena idea irme?— soltó y mis ojos se abrieron como platos.

Oh, no. Volvería a huir de nuevo y todo por culpa mía.

—¡¿Irte?! Jaemin, ¿por qué? Escucha, ¡no es lo que tú piensas!— mascullé atropellando las palabras.

—¿De qué hablas?— rió pero esa aparente diversión no llegaba a los ojos.

—Sé que parecía algo raro pero te juro que no hay nada entre Jeno y yo— intenté explicar.

—¿Qué?— volvió a reír— Renjunnie, ¿de qué hablas?

—Nos viste bailando y...— murmuré ahora confundido.

—Fue sólo un baile, Renjun. Eso no tiene nada de malo.

—Ah... entonces, ¿de qué hablas tú?— realmente ahora me sentía como un completo tonto.

—El señor Vittore quiere que lo acompañe a la inauguración de un nuevo hospital en Verona. Soy el mejor enfermero que él tiene— explicó.

—Oh— exclamé al entender—. Pero, ¿te irás?— inquirí ahora captando su anterior comentario.

—Sólo sería por dos días, pero no sé aún— se encogió de hombros.

—¿Por qué no? Digo, es una buena idea. ¿Te pagarán?

—Sí, sería como si trabajara.

—Entonces es genial—dije—. ¿Cuándo te irías?

—Mañana en la noche.

—¿Qué? ¿Tan pronto?

Se encogió de hombros una vez más.

—Es por eso que no he decidido aún. Además, me cuesta dejaros; a ti, a Jeno, a Jisung.

Sonreí en mi mente cuando consideró a Jisung.

—Sólo serán dos días, Jaemin. Pero, ¿tú quieres ir?

—Me gustaría— asintió.

—Entonces ve.

—Tengo que comentarlo también con...

La puerta se abrió y de ella salió aquel joven danzante que me tenía en sus brazos hacía unos instantes.

—...Jeno— terminó Jaemin.

—Jaemin, estás aquí— dijo y luego me miró; como si al que buscase en realidad hubiera sido yo, ya que sus palabras habían sonado huecas.

—Qué bien que apareces, Jeno— dijo él—. Tengo algo que decirte.

—¿Sobre qué?— inquirió el interpelado.

—Haré un viaje de dos días a Verona con el señor Vittore por la inauguración de un nuevo hospital— anunció.

—¿Cuándo te vas?— aquella pregunta que salió de los rosados y rellenos labios de Jeno no pareció del todo tierna.

—Mañana por la noche.

—Oh. Bien.

Guardé silencio. No sabía si era mi imaginación o la conversación entre ellos carecía de calor. Era una plática fría, como si ambos estuvieran molestos con el otro y nadie se pusiera a considerar los hechos. Me percaté también de que Jaemin no lo discutió con Jeno, sino que ya había tomado la decisión y sólo se la hizo saber.

—Chicos, vamos adentro; aquí hace frío— musité dándole un doble sentido a mis palabras.

—Claro— dijo Jaemin.

Entramos de nuevo y al instante él tomó la mano de Jeno, cosa que hizo que la fierecilla, hasta ahora desparecida, diera señales de vida. Sin embargo, esta vez ya no parecía celosa, aunque sí lo estaba, pero se encontraba más triste que enojada. Yo tenía que entender que él le pertenecía a Jaemin y nada iba a cambiar aquello.

—¿Bailamos?— le preguntó Jeno y mi corazón se contrajo en mi pecho dolido.

—Claro— aceptó él.

—Iré a sentarme por allá— dije mientras señalaba el lugar que antes había ocupado.

Jaemin me dio una sonrisa muy carente de alegría; mientras que Jeno ni siquiera me miró.

[...]

Me estaba confundiendo horriblemente; estaba entre el 'sí' y el 'no' acerca de descifrar sus sentimientos hacía mí. Juro que no lo entendía.

Una vez me hube sentado los miré acomodados en la pista, bailando una canción y no una melodía, aunque era igual de lenta.

Tenía que deshacerme de inmediato de todas mis especulaciones, de todo tipo de pensamiento que incluyese a Jeno. Él no debía de estar rondando en mi cabeza, vagando junto a las fantasías implacables que se desataban con cada mirada o tacto suyo.

Volví a prestarles atención. Eran la pareja perfecta, sin duda. Y aunque estaba terriblemente confundido por el actuar de Jeno, sí tenía una cosa en claro. No permitiría que jugara conmigo, ni mucho menos con Jaemin, y por supuesto, tampoco que le rompiera el corazón.

—Vuoi ballare con me?— la voz de una joven de cabello suelto me hizo mirarle.

Me tendía la mano justo como Jeno lo había hecho tiempo atrás. Pude adivinar entonces que me pedía un baile. Pero siendo sinceros no tenía muchas ganas de bailar.

—Lo siento, no hablo italiano— dije sonriéndole.

—Oh, parli coreano, ma per favore balla con me— no sabía qué había dicho pero no retiraba la mano extendida hacía mí.

Miré hacía la pista de baile y Jaemin y Jeno seguían allí, moviéndose al compás de la música. Yo no tenía por qué quedarme aquí sentado, abandonado; además la chica que me pedía bailar era linda. Su pelo castaño caía sobre sus hombros y se veía suave, sus ojos avellana y sus labios rosados y rellenos me recordaron en cierta parte a Jeno, aunque en versión femenina.

—Qué más da— farfullé y me levanté de la silla aceptando la invitación de baile.

Ella me sonrió y me condujo hasta la pista, en donde al instante atrajimos la atención de la pareja a nuestro lado. Jaemin y Jeno.

Jaemin me sonrió pero Jeno frunció el ceño. ¿Y ahora qué pretendía? ¿Quería tenernos a Jaemin y mi para él nada más? Pues estaba muy equivocado, aún si me dolía en lo más profundo de mi alma, él sólo sería de Jaemin, nada más.

Les di una sonrisa de autosuficiencia, sintiéndome orgulloso no sabía realmente el qué, y volví mi mirada a la chica que bailaba conmigo. Sin embargo, sentí que la de Jeno no se despegaba de mí.

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora