Capitolo 28

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— Estoy enamorado del novio de mi mejor amigo— dije atropellando las palabras.

Donghyuck se quedó unos segundos procesando la bomba que acababa de soltar, asimilando lo que a mí mismo tanto me había costado aceptar para mí mismo.

— ¡Q-q-qué dices! ¡Oh! Cuéntamelo todo— su bello semblante de ángel se puso atento, inclinándose hacía adelante un poco—. Tengo tiempo de sobra.

Me le quedé mirando, sorprendido y divertido por su reacción. Él interpretó perfectamente mi silencio.

— Oh, lo siento— dijo tranquilizándose—. Cuéntame— volvió a recargarse en el respaldo de la silla.

Le conté la historia desde el principio. El tiempo nos sobraba a ambos y desahogarme con Donghyuck me resultó más sencillo de lo que esperaba. Él era hombre y muy maduro, me entendía y comprendía más de lo que lo hubiera podido hacer cualquier psicólogo o algo así. En el transcurso de la charla lo veía hacer expresiones de sorpresa y otras de que estaba sumamente atento; todo eso me recordó a Mark, ambos tenían un rostro expresivo pero de ángel.

Cuando terminé de contarle se formó un silencio que me hizo sentir nervioso. Comencé a enrollar mis dedos entre el blanco mantel de la pequeña mesa redonda intentando calmarme.

— Es el chico de las fotos, ¿no?— preguntó.

— Sí.

— Lo sabía— sonrió con autosuficiencia.

— ¿Qué sabías?— pregunté confundido.

— Renjunnie... los ojos te brillan cuando hablas de él, y vaya que es apuesto el muchacho, ¿eh?— soltó una risotada.

— ¿En serio?— dije afligido. Si él lo había notado, ¿Jeno se había dado cuenta de cómo latía mi corazón cuando él estaba cerca?

— Lo amas— puntualizó.

— ¿Amarlo? ¿Estás loco? ¡Claro que no!— chillé escandalizado. No había llegado hasta ese punto... aún.

— Claro que sí, Renjun, se te nota. Amar y enamorarse no es lo mismo; enamorarse es disfrutar de todas aquellas sensaciones que se sienten al ver a la persona... "especial"— hizo comillas con los dedos—. Pero cuando amas, ya empiezan a doler.

Me quedé en silencio ,sopesando sus palabras, y al comprender se me cayó el mundo encima. Él tenía razón. Yo... lo amaba.

Dejé salir un leve quejido.

— No te preocupes, Renjun— me dijo—. Demuestra que eres maduro, que sabes cómo sobrellevar esto. A lo mejor yo me equivoco y no es más que una amor pasajero, ya sabes, esos de "verano"— volvió a hacer comillas—. Aunque en vez de verano sería invierno— rió por lo bajo, festejando su pequeña broma.

— Pues ojalá te equivoques— musité.

Donghyuck rió.

— Renjun, yo no voy a decirte qué es lo que tú sientes. ¿Lo amas? Eso sólo puedes contestártelo tú mismo— me aconsejó.

Me quedé meditándolo durante unos segundos antes de agradecerle por su consejo.

[...]

La tarde se había pasado volando y desde que había vuelto al departamento después de tomar el café con Donghyuck había estado tirado sobre el sofá mirando el techo de la sala.

¿Yo lo amaba? ¿Cómo puede ser posible que ames a una persona en... un mes? Había un pasado un mes, o quizás ni eso, la cuenta exacta de los días no la llevaba, pero yo no era de las personas que amaban en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, debía admitir que Jeno se había ganado mi confianza, cariño y ternura en menos de una semana. Él era tan... especial. Como un diamante dentro de una mina, que aunque no le diera la luz del sol, brillaba con un resplandor abrumador.

¿Jaemin se daría cuenta de ello? ¿Se percataría acaso de lo que tiene realmente a su lado? Me dolió el corazón cuando palpitó, no debería estar pensando aquello.

Contemplé el techo por un rato más, especulando y hundiéndome en mis pensamientos, que iban de los más coherentes y razonables hasta los más oscuros e ilógicos.
Entonces el timbre sonó, y todas las reflexiones se vinieron abajo cuando el corazón comenzó a latirme de una manera tan descompasada al saber quién esperaba del otro lado. Y el placer de aquel latido era tan intenso que... resultaba doloroso. En ese momento comprendí que lo amaba. Y si no, terminaría haciéndolo tarde o temprano; pero estaba casi convencido de que lo que yo sentía iba más allá del simple querer. Definitivamente eso me lastimaba bastante pero... me gustaba.

Fue cuando el timbre sonó de nuevo, insistente junto a unos golpes en la puerta, cuando recordé que Jeno estaba detrás de la puerta. Y enseguida me levanté para abrirle.

Pasar el tiempo con él era como no tener consciencia de la hora, no pensar ni preocuparse de nada, sentirte seguro y estar siempre riendo pese a saber que estaba mal.

Lo miré sentado a mi lado en el sofá, moviendo sus rosados labios al hablar con ese entusiasmo y encanto en él. Luego rió con una melodía distinta en cada risa, mostrándome sus perlas blancas y gemelas, todas iguales de bellas. En ese momento, el solo estar a su lado me hacía volar y tocar el cielo sin siquiera despegar los pies del suelo.

Pero entonces mi tiempo se reducía a nada cuando Jaemin llegaba y no me quedaba más que sonreír. Caminaba hasta mi habitación y daba las buenas noches antes de desaparecer por la puerta, suspirando una vez estaba detrás de ella.

Me aventé sobre la cama, como siempre lo hacía, mirando el ya conocido techo y especulando como lo estaba haciendo tiempo antes en la sala. Me resultaba irónico que los demás eran quienes hacían que me diera cuenta de mis propios sentimientos, que si estaba enamorado de él, que si estaba celoso, que si lo amaba. ¿De verdad era tan torpe y terco? Pero más que mis problemas emocionales de los que no lograba percatarme, había otro grandísimo problema que tomar en cuenta. Jaemin. Yo podría herirlo más de lo que me estaba hiriendo a mí mismo ahora, él era una persona frágil y yo me había convertido en el villano de su cuento de hadas; o al menos así me sentía.

[...]

El día siguiente fue bastante raro porque tenía una extraña necesidad de estar con él. Deseaba que la noche llegara sólo para poder verle, mi alma lo ansiaba. Decidí distraerme con cualquier otra cosa ya que pensar tanto no ayudaba mucho a mi plan de "ignorar a Jeno" cuando ayer mismo no me atreví siquiera a sostenerle la mirada por más de diez segundos. Esto no estaba funcionando.

Me asomé por la ventana y observé los coches pasar por la angosta calle, en el camino de faroles que esperaban encenderse en cualquier momento. Fui hasta mi habitación a por mi cámara y volví a la ventana para capturar la escena que me había gustado. Tras sacar un par de fotografías el timbre sonó.

Miré extrañado el reloj, las seis con quince de la tarde. ¿Quién podría ser a esta hora?

— Hola, ¿puedo pasar?








Espero que tengáis un lindo fin de semana💖💖

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora